Todo lo que me rodea presagia que hoy va a ser
un gran día. Mis amigos del "Nunca correrás solo", mis amigos del correr, y el maravilloso enclave de Las Médulas, donde tiene lugar la VI Carrera por Relevos Camino Santiago, es suficiente motivo para ello. Me gusta esta carrera.
Lejos queda ese pesar por el madrugón, muy lejos.
¿Quién se acuerda ahora de ese pensamiento de queja cuando sonó el despertador?.
La recogida de dorsales, los primeros saludos, un café, el suave calentamiento
para ir entrando en materia, más saludos y más calentamiento, y la proximidad
de la salida han espantado los bostezos.
Corro el primer relevo. Me sitúo tras la línea
de salida, bajo el arco, junto a mis compañeros. Preparados, listos y estallido
de un disparo, lanzan la carrera. Con los primeros metros favorables todo
parece másfácil, pero para empezar a disfrutar de la belleza del entorno, hay
que empezar a subir. Dejamos el asfalto en un cerrado giro a la derecha, para
tomar el camino de tierra y empezar con la primera cuesta, donde el pasar del
trotar al andar se va sucediendo como si una de una operación matemática se
tratara. Andar y trotar. Sumar y restar. Mientras más subo más bello se ve
todo. De la cuesta pasamos a un llano, o eso me parece, del andar otra vez al
trotar; otra cuesta; otro llano, o eso me sigue pareciendo; andar; trotar. Respirar.
Sentir. Siempre hacia arriba. Siempre mirando alrededor. Poco a poco, sin
forzar el ritmo. “Qué bonito” repite mi compañera una y otra vez. Otro
esfuerzo, el penúltimo, para llegar al mirador de Orellán. Corremos y miramos.
Lo difícil ya casi está. Último repecho. Cogemos aire, recuperamos lo justo,
antes de lanzarnos cuesta abajo. El esfuerzo ahora es más agradecido, correr
parece más sencillo. Los kilómetros van pasando ante nosotros, al igual que el
espectacular paisaje. Bonito era cuando subíamos y bonito es cuando bajamos.
Las zancadas nos van acercando al pueblo.
A lo lejos oímos los ánimos de los
nuestros, el sonido de una cámara, una foto; recogemos la botella de agua que
nos dan los chicos de Uriel, y ese giro que nos ofrece el camino que nos aleja,
que nos hace dar un pequeño rodeo, por sendas y por charcos de ranas. El último
“repechillo”, las primeras casas, la última curva, el último esfuerzo, los
últimos gritos de ánimos, las últimas zancadas para cruzar esa meta junto a mi compañera.
Esa mutua felicitación por la satisfacción de saber que hemos hecho una buena
carrera.
Pero hoy no todo acaba con cruzar la meta. No
todo termina con la ducha. Hoy por delante quedaba mucho por disfrutar.
Disfrutar con los relevos de mis compañeros; con
el pódium de nuestras chicas. Disfrutar de la agradable comida junto a mis
compañeros. Disfrutar de un gran día rodeado de amigos.
Antes de dar fin a esta mi historia, quiero felicitar
a la Organización de la carrera, que para mí ha sido de diez.
Y para terminar, y si alguien
no ha visto las fotos de la carrera, os dejo con el enlace: FOTOS CARRERA.