NO ME GUSTA LA HUMEDAD

Llevaba 3 o 4 años en que las zapatillas no formaban parte del equipaje veraniego, era tiempo de descanso deportivo, tiempo de un poco más de familia; pero este año debido a que había empezado con los entrenamientos (algo en serio) en junio y por acompañar a mi hija en alguna salida, formaban parte de la expedición.
No es que me guste mucho, ocupaba ese tiempo de asueto a la orilla del mar para descansar, no por el descanso en si, sino porque la humedad ambiental me atormenta los pies en forma de ampollas y eso me hace difícil disfrutar de los rodajes, y prefiero caminar sintiendo en mis pies el roce de la arena y el resbalar del agua.
Este año sin embargo no he tenido esas molestias, humedad por supuesto había, como no, pero a mis pies los dejo tranquilos, y en las nueve tiradas que hice, todas ellas en torno a los 50 minutos, sudar sude de lo lindo, transpirando por cada uno de mis poros como si el líquido del interior del cuerpo no fuese a acabarse nunca; el ritmo en cada una de las salidas era tranquilo, con la sola intención de mantener el estado de forma y de quitar el gusanillo; de forzar los entrenamientos y mejorar un poco el estado de forma ya habrá tiempo.