martes, 30 de junio de 2009

ESPERADME, QUE VUELVO…

… aunque eso no será antes de quince días.
Cuidaros, ser buenos y disfrutar del verano.

sábado, 27 de junio de 2009

CRÓNICA DE UN DESCANSO ANUNCIADO

Parafraseando a García Márquez, estaba anunciado, mi cuerpo, mi alma y mi mente me pedían ya descanso, y ante tales personajes no me podía negar.
El domingo después de la II carrera de la Esperanza fue el momento, llegaba la hora de colgar las zapatillas (a medias) de disfrutar de los paseos y de los rodajes relajados, y de planificar la próxima temporada.
Después de la carrera, salida rápida para mi pueblo, estábamos en fiestas, el Corazón de Jesús, y no era momento de mosquear a mi madre; ya sabéis misa, bar, comida y más comida, algo de bebida para bajar la comida, y más bebida en tertulia con los amigos, ¡qué tiempos aquellos!.
Empalmamos con las fiestas de León, las de San Juan, la fiesta grande; en la que sin duda hemos sido capital mundial del toreo; el miércoles contábamos con la presencia del más grande José Tomás, nuestra plaza del parque a reventar, lleno hasta la bandera.
Y como estoy de descanso he disfrutado de las fiestas, de todas, y de todos.
También de paseos por las rutas de entrenamientos en compañía de mi hija, “papá, ¿qué se te ha perdido allí?”; allí no se me ha perdido nada, tienes razón; lo siento Abe, los principios son los principios, me voy a Zaragoza.
Y como no, de rodajes suavecitos; de rodajes en compañía de la soledad de mi río, del río Torío; torrencial, alegre, ruidoso, turbio en invierno y raquítico, cristalino, y triste en verano; de rodajes en compañía de la soledad de los árboles, de los que me han protegido del sol y del aire, de los que han acompasado su vaivén con mis pasos; de rodajes en compañía de la soledad de esos dos gaiteros que dejan escapar maravillosas notas de sus instrumentos; de rodajes en compañía de la soledad de ese sol al que tantas veces imploramos, tanto para que nos de calor, como para que no nos castigue más; de rodajes en compañía de la soledad de los nuevos objetivos o de los nuevos retos; de rodajes en compañía de la soledad de nosotros mismos.
Y en este estado de levitación seguiré hasta mediados de julio; descanso que solo interrumpiré el día cuatro, día en el que disfrutaré con Sonia de una carrera por el Levante español.

martes, 23 de junio de 2009

DOS POR UNO

Estoy de oferta por cierre de temporada; fin de semana completo, el viernes la IX milla urbana Ciudad de León y el domingo la II carrera de La Esperanza de La Bañeza.

Como hay que empezar por alguna, lo haremos cronológicamente, el viernes a las 20:00 horas me enfrente a la “milla”, distancia desconocida para mí; sin haberla preparado, sin tan siquiera hacer un pequeño test, con mucha ilusión y con muchas dudas me presente en la línea de salida; era consciente de que no había tiempo para reaccionar, y que una vez oyese el pistoletazo tenía que salir como un poseso, “tan solo mil seiscientos metros, cuatro vueltas a la pista de atletismo” pensaba; y así salí, como si mi vida dependiese de los primeros metros, buscando posición, soportando empujones y con cuidado para no tropezar con otros atletas; pasan los primeros metros y encuentro hueco por el lado izquierdo, cojo buen ritmo, pero no encuentro aire, el que hay en la calle es poco para mis pulmones; a pesar de eso durante la primera vuelta no voy mal, pero ya en las segunda empiezo a sentir las piernas pesadas, la boca seca, y me sigue faltando el aire, no voy cómodo, pierdo posiciones, último giro y recta de meta, apenas esprinto, no tengo fuerzas extras, simplemente me dejo ir procurando no bajar el ritmo; cruzo la meta con la sensación de fatiga en las piernas, y de que en buenas condiciones podría haberlo hecho mucho mejor.

Como pudimos comentar con crazysoul, que desaparecido desde el mapoma por fin de dejo ver, lo mejor de esta distancia es la rápida recuperación, al rato estas como si no hubieses corrido.

Ya el domingo, estuvimos en la II carrera de la Esperanza, que se celebró en la localidad leonesa de La Bañeza, organizada por “mujeres running” a beneficio de la Asociación Española contra el Cáncer “aecc”; en ella se podía participar bien en la modalidad de corredores o en la de andarines, lo que hizo que unos mil cien atletas estuviésemos en la línea de salida; de los que 100 nos decidimos por correr los ocho kilómetros programados para tal menester y el resto por andar sus cuatro kilómetros.
También tuvimos la ocasión de conocer a L.A. y N.G., gestores del blog
media maratón de león, con los que pasamos un rato agradable y quedamos citados para posteriores eventos.
En cuanto al discurrir de la carrera, las 11:00 horas fue la hora elegida para la salida, con buen tiempo y muy buen ambiente, y como cualquier carrera modesta que se precie sin pistoletazo y con el consabido “preparados, listos, ya”, nos pusimos en marcha, y en el estado físico en el que me encuentro sumido no pedía “peras al olmo”, solo disfrutar y realizar las dos vueltas del recorrido en tiempos parejos, procurando mantener un ritmo constante con un poco de exigencia, para al menos despedir la temporada con buenas sensaciones, y si es cierto que lo conseguí al final me costo mas de lo deseado.

En ambas carreras conté con la compañía de
Sonia, que parece se ha propuesto no dejarme descansar, aunque luego ella en su defensa diga que no necesito mucho empuje para apuntarme, no la hagáis caso; y los dos con la ayuda inestimable de quién se ha convertido en nuestra sombra en esto del correr, mí ángel de la guarda.

viernes, 19 de junio de 2009

DESCANSO ¡YA!

Han transcurrido unos días desde mi participación en los 100 kilómetros en 24 horas; atrás queda esfuerzo y sacrificio, y sin ninguna duda mucha ilusión.
Las secuelas que la carrera me ha dejado no han sido muchas, alguna ampolla en los pies, un par de uñas maltrechas que acabarán poniéndose mas negras que el carbón, alguna quemadura solar en los hombros, y mucho agotamiento físico y mental, nada que no cure el tiempo.
A media que avanzaba la semana esas secuelas iban desapareciendo o minimizándose; del agotamiento mental he pasado al optimismo y a la búsqueda de nuevos objetivos, pero eso será después del pequeño descanso que voy a dar a mi cuerpo; el agotamiento físico no ha desaparecido del todo, sigo teniendo la sensación de cansancio, y siento las piernas pesadas; y las pequeñas lesiones sufridas van evolucionando favorablemente.
Hace unas líneas escribí la palabra descanso, me da la risa, pero si en unas horas voy a correr la IX milla popular ciudad de León, y el domingo iré a La Bañeza, donde se celebra la II edición de la carrera de la Esperanza; carrera ésta de ocho kilómetros y organizada por “Mujeres running”, a beneficio de la Asociación Española contra el Cáncer.
A estas carreras he sido arrastrado por Sonia, así que a pesar del cansancio y del descanso al que ya voy abocado, procuraré disfrutar de ellas.

martes, 16 de junio de 2009

MIS 100 KM EN 24 HORAS


En torno a las 09:15 horas, y en compañía de Ángel, vuelvo al lugar del crimen, el polideportivo de Colmenar Viejo, donde hace dos años dije “no volveré”, y que si alguna vez lo hacía sería bajo dos condiciones; hoy he vuelto y ninguna de esas dos condiciones se cumple; ¿por qué? entonces, y después de mucho rebuscar solo encuentro una explicación: acompañar y ayudar a mis amigos del “nunca correrás solo” a pasar “EL GRAN RETO”, solo por eso.
A continuación llega Alberto, el otro superviviente del 2007, el otro que también dijo “no volveré”, y que hoy también esta aquí, pero él al menos cumple con una de las condiciones.
Poco después llega Abe y Fernando, el grupo al completo, y tras los saludos y alguna broma nos disponemos a recoger los dorsales.
Repartimos las bolsas que dejaremos en los diferentes puntos; en Colmenar la de la comida, junto alguna camiseta y calcetines; para Tres Cantos calcetines, cortavientos, fruta, y muy importante el frontal; y para San Sebastián de los Reyes, punto importante, lo necesario para ducharnos y cambiarnos de ropa, y algo de comida. Terminado el reparto aún nos queda tiempo para tomar un café y ultimar los últimos detalles, aunque a estas alturas esto ya importe poco.
Casi con el tiempo justo nos encaminamos al campo de hierba artificial, nos mezclamos con la gente que al igual que nosotros afrontará “EL GRAN RETO”, cada uno con su particular gran reto, con su particular gran historia.
Suena la megafonía y se hace el silencio, “hola, bienvenidos a la XV edición de los 100 kilómetros en 24 horas, a los 1176 participantes, a los … (para pasar a enumerar los lugares de procedencia) …… a los cinco de León……a los 941 de Madrid”; las 12:00 horas, dan la salida y la gente empieza a moverse; nos deseamos suerte, no cabe duda que a lo largo del día la vamos a necesitar.
Salimos del polideportivo confundidos con el tumulto de corredores y tras caminar unos dos kilómetros abandonamos el casco urbano de Colmenar, por delante camino de tierra y piedras; “vamos que hoy dormimos en casa” grita a los cuatro vientos Alberto; la riada avanza por un terreno de ligero descenso, unos charlando animadamente, la mayoría, y otros pensativos, conscientes de lo mucho que queda; el calor es sofocante y el sol, en lo alto, amenaza con no dar tregua.
Llegamos al primer avituallamiento, kilómetro 5´5; la gente se agolpa para coger su botella de agua, y nosotros no somos menos, sabemos que es importante ingerir líquido, recogemos la nuestra y seguimos la marcha; a estas alturas la carrera aún va unida, aunque ya se empiezan a ver caras de sufrimiento, “Dios mío, con lo que queda” pienso.
Pasamos por el segundo avituallamiento, el del kilómetro 12; nos aprovisionamos de líquido y continuamos, no queremos perder tiempo; el terreno parece que se pone favorable y según lo programado nos ponemos a trotar, Alberto y Ángel se van por delante, mientras Abe y yo nos rezagamos algo, Fernando había decidido ir andando; pronto el camino vuelve hacía arriba, por lo que toca andar; hacía abajo, hacía arriba; a nuestra izquierda Manzanares el Real y el embalse de Santillana, bonita estampa, mientras seguimos andando.
Abe y yo llegamos al tercer avituallamiento, kilómetro 18´5, donde Ángel y Alberto esperaban pacientemente; recogemos agua con ansiedad, vamos secos por dentro y empapados en sudor por fuera, el sol nos esta castigando en exceso; buscamos una sombra y nos sentamos unos segundos, o quizás minutos, nuestras caras empiezan a mostrar cansancio, “algo pronto, es mucho lo que aún nos queda”; vemos llegar a Fernando, y decidimos emprender la marcha; el terreno ahora es favorable y trotamos, “voy andando con Fernando” dice el bueno de Abe, “vale, pero seguir con ritmo constante”, y nos vamos; intuyo que mi amigo Abe no llegará al final, es demasiado pronto ha optar por la solución cómoda; por supuesto no lo comento con el resto del grupo, no es cuestión de causar desánimos; trotando llegamos al kilómetro 21, lugar del cuarto avituallamiento; repetimos el mismo ritual, recogida de agua, bebida de una botella al instante y recogida de otra para que nos acompañe hasta el siguiente avituallamiento.
Con un terreno más favorable marchamos a trote suave, Alberto por delante, Ángel con un ojo puesto en Alberto y con el rabillo pendiente de mí, “vas bien Satur”, “Sí, tira no te preocupes, no quiero forzar”, o no puedo; así seguimos, Ángel de enlace y fiel escudero, pendiente de que no me retrase; hace demasiado calor, y me esta haciendo mella, no quiero que se me disparen las pulsaciones y troto suave, dejándome caer en las bajadas, y andando en cuanto el terreno llanea.
Llegamos al kilómetro 27, quinto avituallamiento, el panorama es desolador, gente mareada que no entiende lo que le esta pasando, gente sentada donde puede; idéntico ritual, recogida de agua, una, dos botellas bebidas en un visto y no visto; el puente de la vía del tren da sombra y aunque el lugar esta concurrido busco un hueco, Alberto y Ángel me siguen; un respiro no me vendrá mal, se que vamos mas lentos de lo que habíamos planificado pero no puedo ir mas rápido; “vamos Satur, mientras mas paremos peor” dice Alberto; me levanto, se que tiene razón, cogemos otra botella de agua y seguimos, iniciamos un recorrido paralelo a la vía del tren, encajonados, donde el calor aprieta de lo lindo, que nos lleva al sexto avituallamiento, ya estamos en el kilómetro 30´5; agua y más agua; aquí apenas paramos, solo tenemos ganas de llegar a Colmenar; a lo lejos vemos las primeras casas, aunque aún tardaremos un buen rato en llegar a ellas; “campeones, campeones”, reconocemos a las intrépidas que a voz en grito nos reciben, Beatriz y Laura; al fin una alegría; intercambio de saludos, informamos de nuestro estado y de que Abe y Fernando vienen por detrás; continuamos y ellas esperan a los rezagados, quienes a buen seguro agradecieron los gritos de aliento; ya por las calle de Colmenar, crece la ansiedad por llegar al polideportivo, caminamos cabizbajos, pensativos; me cambio de acera, poco después lo hace Ángel, “no sé si podré continuar, tengo unas ampollas que no me dejan andar” dice Ángel; sus palabras me dejan noqueado, no se que decir, ni que consejo dar, continuar en mal estado es una locura sabiendo lo que queda por delante.
Llegamos al polideportivo de Colmenar Viejo, kilómetro 35 de nuestro particular reto, son las 18:45 horas y estamos extenuados; recogemos las mochilas donde hemos dejado la comida; buscamos un hueco para sentarnos, o tirarnos, sin ganas de comer, solo beber y descansar; nos quitamos las zapatillas y los calcetines, Ángel ve el desaguisado que tiene en sus pies, cundiendo en él el desanimo, su cara es un poema, aunque no menos que la nuestra; “venga, vamos a comer, quizás lo veamos todo mejor después” les digo; preparamos nuestra pasta, Ángel apenas prueba bocado, su cabeza da vueltas a la idea del abandono; llegan Abe y Fernando, acompañados de Laura y Beatriz, también exhaustos; parece que al estar todos juntos recobramos el ánimo; chanzas con el tenedor de mis cuñadas y que en esos momentos no encontré, “a saber a que polideportivo me los has mandado Ángel”, y bajo la amenaza del secreto si no aparecía; en esas estamos cuando Alberto y yo decidimos arrancar, 18:45 horas, Ángel probará suerte, y Abe y Fernando esperaran hasta las siete.
Nos despedimos y volvemos a encararnos con nuestro enemigo, el sol abrasador, que con sus latigazos nos esta hundiendo en la miseria moral; vamos pendientes de Ángel, quien ahora camina detrás, pensativo; “no puedo, lo siento” nos dice desconsolado, “no pasa nada, si no estas bien es la mejor decisión, ya tendremos otros retos”, “suerte”; ya cada uno por nuestro lado, Ángel de vuelta y Alberto y yo cara a Tres Cantos; este contratiempo me afecta sicológicamente porque soy consciente de que en cualquier momento me voy a quedar solo, Alberto aunque esta fuerte atraviesa por problemas físicos que en cualquier momento le pueden llevar al abandono; en estas meditaciones estoy cuando llegamos al kilómetro 38´5, otro avituallamiento mas, el octavo; recogida de agua y tras una breve conversación continuamos la marcha; se nos une un corredor, también leonés, del Bierzo para mas señas, va algún tramo con nosotros, pero problemas en sus gemelos le acaban dejando rezagado; con terreno en ligero descenso, vamos trotando, recordando nuestra andadura de hace dos años; lo bueno no podía durar eternamente y pronto iniciamos una subida, larga subida, que nos lleva al siguiente avituallamiento, en el kilómetro 45´7, donde recogemos el agua sin detenernos; seguimos subiendo con la tapia del Pardo a nuestra derecha; andando, intentando adivinar por donde andarán nuestros compañeros Abe y Fernando, cuando nos damos con el avituallamiento del kilómetro 49; “agua fría” pedimos casi rogando, “lo que se puede” nos dice amablemente la pareja que se encuentra en el lugar, “hemos pedido hielo y no nos lo traen”; continuamos, nos despedimos “hasta mañana”, por aquí volveremos a pasar en nuestro regreso a casa; la ascensión continua y la tapia también, ya casi la odio; recordamos que cuando se coronaba se veía Tres Cantos, y así es; la visión de la ciudad hace que nuestra zancada sea más alegre; entramos en la localidad y bien sabemos que su polideportivo esta al otro lado; gruesas gotas de lluvia golpean nuestras cabezas; el polideportivo ante nosotros; el reloj ya en las 21:30 horas; “campeones, campeones” nos gritan otra vez Beatriz y Laura; esto si que ya no lo esperábamos; juntos vamos hacia el interior del recinto, sellamos el rutómetro y nos disponemos a descansar y comer algo de fruta; el cansancio a estas alturas es palpable; llamamos a Abe y Fernando, quienes dicen que ya ven el hotel, “están cerca” comentamos, y decidimos esperar, para ver si quieren continuar con nosotros; tardan y volvemos a llamar, nuestra intención es no estar mucho tiempo allí; “estamos en la estación” nos dicen, pero que no van bien, por lo que decidimos emprender la marcha.
A las 22:00 abandonamos el polideportivo “Laura Oter” de Tres Cantos; con la preocupación por nuestros compañeros y con la noche ya encima; preparamos nuestros frontales, pronto tendremos que darles utilidad. La salida de Tres Cantos no esta muy bien señalizada, incertidumbre en el camino a seguir, llegan otros corredores y entre todos intuimos la ruta, parece ser la correcta; ahora caminamos en grupo, vemos unas lucecitas venir de cara, “no es por aquí, tenemos que cruzar para el otro lado”; ya nos colábamos; retomamos el camino bueno y seguimos caminando; empieza a llover con intensidad, lo suficiente para hacernos sacar nuestros chubasqueros, a la memoria nos viene lo que nos cayó en la edición del 2007; pero en esta ocasión el castigo ya lo habíamos recibido durante el día y pronto dejo de llover; retirada de chubasquero y a caminar con la vista puesta en el suelo para no dar un paso en falso y quedar tirado como una colilla en mitad del monte; en grupo mas o menos estirado llegamos al punto kilométrico 58, nuevo avituallamiento; recogemos agua, pero ya con menos ansiedad, la temperatura ha bajado considerablemente y no necesitamos tanta aportación líquida; la preocupación por nuestros compañeros, Abe y Fernando, es constante; una llamada nos confirma que han abandonado en Tres Cantos; nuevo golpe sicológico, que mientras antes aceptemos antes nos librara de los malos pensamientos.
Con constantes subidas y bajadas alcanzamos el Salto del Lobo, kilómetro 61´8, y avituallamiento creo que treceavo; ya no hay parada, tiramos la botella que llevamos vacía y cogemos una llena.
Nuestra marcha se ralentiza, y el grupo se nos va, Alberto empieza a tener problemas en sus cervicales; temo lo peor; entramos en zona de urbanizaciones, con chalés de mayor o menor postín, pero ninguno sin desmerecer; “un baño ahora en cualquier piscina” era el deseo de Alberto, “no ladran los perros, dónde se ha visto un chalé sin perro” era mí pensamiento; ¿diálogo de sordos?, no, simplemente de gente que lleva muchas horas juntos.
Avituallamiento 14 y kilómetro 67´8; amabilidad a raudales, aunque no disfrutamos mucho de ella; andando se hace camino, camino se hace al andar; en mente un deseo llegar a San Sebastián de los Reyes, el lugar reservado para una relajante ducha; ya hace rato que caminamos solos, con paso cansino pero constante seguimos avanzando, aún antes de llegar al próximo refugio tenemos que afrontar una larga cuesta; ésta se nos hace interminable; giro a la izquierda y nuestro oasis a la vista, las piscinas del polideportivo de San Sebastián, kilómetro 74; suena el teléfono, es mi mujer, y cada uno en su papel, ella dando ánimos y yo aportando toda la tranquilidad que puedo, de que en mi voz no note el cansancio, cosa ya difícil a estas alturas; son ya las 02:30 horas.
Dentro del pequeño recinto que este año tenemos habilitado, recogemos nuestras mochilas, nos duchamos y nos disponemos a comer algo, mientras descansan nuestros cuerpos y nuestras mentes; “el autobús para Colmenar va a salir, ¿quién abandona?, venga que hasta las 07:00 horas no sale otro” grita una voluntaria; Alberto poseído por un resorte se levanta, “yo abandono”, “lo siento Satur”, “no pasa nada, no te preocupes”, “suerte”; contemplo como se va, son las 03:00 horas; con mi sándwich en la mano, asimilando la soledad, esa soledad en la que de repente te encuentras aunque estés rodeado de gente; mastico despacio, bebo aquarius, agua, mastico y vuelvo a beber; saco el teléfono y releo los mensajes de ánimo que me han mandado mi hija y Carlos; busco el apoyo lejano de mi ángel de la guarda; “vamos, hace horas que sabías que esto acabaría así”; miro a uno y otro lado, gente tirada por el suelo, descansando; otros caminando a duras penas hacía la ducha; tengo que buscar un grupo y salir con el; a mi izquierda un grupeto de seis miembros (cuatro hombres, una mujer y una perrita); se preparan para la salida, este es el mío, recojo las bolsas con celeridad, me pongo los calcetines y me calzo las zapatillas; se levantan, voy hacía ellos, “¿vais a salir?, “si”, “os importa que me una a vosotros”,”no”.
03:15 horas, salimos fuera y me presenta al resto del grupo, “hemos adoptado a Saturnino”, voy a omitir sus nombres, (que permanezcan en vuestro anonimato, y si algún día leen ésto y quieren salir que lo hagan), solo revelar el de la perrita, llamada “Mora”; después de los saludos iniciamos la caminata; una marcha con paso alegre; son de Tres Cantos y conocen el terreno; con conversación animada nos presentamos en el avituallamiento del kilómetro 81; no hay parada, recogida de líquido, breve conversación con los responsables y continuamos; “no podemos enfriarnos” dicen ; del grupo, solo dos lo están haciendo desde el principio (varón y hembra), el resto lo hacen desde el kilómetro 53 (Tres Cantos), y eso se nota; tanto que casi con precisión suiza llegamos de nuevo al polideportivo de Tres Cantos, pero esta vez estamos en el kilómetro 88; son las 06:03 horas, y la hora que habían previsto era las 06:00 horas.
Aquí nos abandona nuestra perrita “Mora” y su dueño, pero se incorpora la mujer del participante del grupo; gente de refresco para ayudar a nuestros ya cansados cuerpo y alma, viene con un termo con leche con colacao, pero creo que solo uno o dos le hicieron caso, el resto por cansancio lo rechazamos; no estamos nada mas que diez minutos, lo justo para sentarnos y quitarnos las piedrecillas de las zapatillas; yo solo sentarme, ya no quería tocar los pies, no se por qué llevaba la extraña sensación de tener una boja en el izquierdo, así que mejor dejarlo como esta.
Salimos ya a por los últimos kilómetros, con un poco de suerte el sol ya no nos castigara; abandonamos Tres Cantos y con un suave descenso nos presentamos en el avituallamiento del kilómetro 92´6, el 18 ya, “buenos días” saludó a la pareja que lo atiende, los mismos a los que ayer dije hasta mañana, y aquí estoy; no nos entrenemos, cogemos agua ya por inercia, apenas bebemos; andamos como autómatas, empujados por el constante ánimo de nuestros acompañantes; ya de dos en dos, espaciados; nuestra valiente se queda un poco, pero mantenemos contacto visual; cruzo mis diecisiete regueros, pero esta vez sin agua. Llegamos al último avituallamiento el del kilómetro 96, yo ya no cojo agua, aún tengo en la botella que llevo conmigo desde el anterior puesto; “ya lo tenéis chupado” nos dicen mientras nos alejamos.
A partir de aquí ya todo es subida, pero la cercanía de la meta la hace mas llevadera; continuamos con paso constante y con la vista puesta en nuestra compañera; sigue manteniendo la distancia, va bien, dentro de lo que cabe; llegando al final de la cuesta nos alcanza, ya juntos entramos en Colmenar, llegamos al polideportivo, nos acercamos al campo de hierba artificial, al que hay que dar una vuelta antes de entrar en meta, aplausos de los voluntarios y de quién espera la llegada de sus familiares; ya solo caminamos los tres, cada uno con sus sentimientos a flor de piel, juntos cruzamos la meta, nos abrazamos entre risas llenas de emoción, de una emoción contenida; cada uno tratando de atrapar ese momento, de llenarlo de recuerdos que jamás se olvidara.

Juntos aún vamos hacía el interior del polideportivo, con nuestro diploma en la mano, en el que se puede leer “Ha realizado la prueba de 100 kilómetros en 24 horas y le han sobrado 3 horas y 24 minutos”; ya en el interior me despido de ellos, agradeciendo enormemente lo que han hecho por mí; me retiro a mi soledad, llamo a mi ángel, “ya estoy aquí”, “¿qué tal?”, “muy cansado, pero bien”; me acuerdo de los que conmigo empezaron esta aventura, y con los que me hubiese gustado cruzar la meta; me ducho; regreso a la soledad de mi retiro, me tumbo en el suelo e irremediablemente me quedo dormido.
Ésta foto es gentileza de Ángel, quién aún tuvo fuerzas para velar mi descanso. Gracias

lunes, 15 de junio de 2009

CUERPO Y ALMA: CANSADOS

Después de un fin de semana muy intenso, de una prueba más y de un nuevo objetivo conseguido, ya estamos en casa.
Mi estado en estos momentos no podría definirlo, siento fatiga mental y corporal, me duelen partes de mi cuerpo que no sabía ni que existían.
Siento alegría y tristeza; alegría por haber terminado la prueba y mejorando el tiempo de la otra edición en que participé; tristeza porque me había imaginado otra llegada a meta.
Pero bueno todos los detalles os los dejaré en la crónica que sin duda se merece la prueba, ahora me voy a dar un paseito para ver si las piezas de mi cuerpo se van ajustando.
No quiero dejar esta entrada sin agradecer a todos los que me habéis dado ánimos a través de este blog; a los que lo hicisteis mediante mensajes y llamadas al móvil; a Laura y Beatriz que nos recibieron en los kilómetros 35 y 53, al grito de “campeones, campeones”; a todos los que durante esas 24 horas se acordaron en algún momento de nosotros; y mención especial para mis acompañantes, Abe, Alberto, Ángel y Fernando.
Gracias a todos.

viernes, 12 de junio de 2009

HISTORIAS DE “SU” MOCHILA

Hola de nuevo, y para los que aún no me conozcáis me presentaré, yo soy la mochila azul; “su” mochila, la de las carreras.
Acaba de rescatarme de mi altillo, pero esta vez no voy sola, otras compañeras también viajan, por lo que empiezo a intuir que la empresa será importante; llegamos a su habitación, ¡uf! vaya lío; la cama llena de los efectos más dispares que nos podamos imaginar, confirma mis presagios, vamos a algo grande.
Coge una hoja de papel, en ella una enorme lista, subrayada por todas partes, en el encabezamiento “el arca de los 100”; la repasa una y otra vez, y la vuelve a repasar, “se me olvida algo” oigo que exclama, “bueno lo necesario me imagino que esté”; lo veo sereno, lo que me tranquiliza a mi también.
- ¿Dónde vamos?, le pregunté como siempre.
- A los 100 kilómetros en 24 horas.
- Allí ya estuvimos, le recuerdo.
- Sí, responde, mientras mira su lista.
Le dejo que termine de prepararlo todo, que tenemos que emprender viaje.
En unas horas se reunirá con Ángel y Abe, los amigos con los que afrontará este reto, para ultimar los últimos detalles, y por supuesto degustar una buena comida, son las desventajas que tiene esto del correr.
Bueno ya os dejo, a la vuelta os digo algo.

miércoles, 10 de junio de 2009

DUDAR, ¿ES BUENO?

Se hace tarde, bueno, ya se hizo tarde hace mucho; el sueño lleva un rato llamando a mi puerta; cierro “El mercenario de Granada” de Juan Eslava Galán, libro que estoy leyendo en la actualidad; las últimas frases se revuelven en mi cabeza:

- Padre, esto que me dices me provoca más dudas que certezas- confesó el Deán.
-Dudar es bueno, hijo mío. Piensa y entiende.

Y me siguen acompañando mientras espero placidamente la llegada de Morfeo.
Y vuelven a mí durante la mañana, cuando aún no se han ido los vahos del sueño, “dudar es bueno”, “piensa” y “entiende”; será posible que pueda ser bueno, anda qué si fuera bueno dudar.
Todo esto no podía acabar más que de una manera; pantalón corto, camiseta, zapatillas y a trotar; pronto llegan mis divagaciones; cavilaciones de interior que posiblemente no lleven a ninguna parte, o simplemente sirvan para alejar los malos pensamientos o hacer más amenos esos largos rodajes en solitario.
Ya desde las primeras zancadas dejo que mi cabeza se aleje, que vaya por libre, abstraída en mis pensamientos; “dudar es bueno”, “piensa” y “entiende”.
Bien mirado siempre estamos dudando, desde que empezamos el día; ¿qué ropa me pongo?; ¿tenía qué?, o mejor lo dejo; ¿lloverá?, ¿llevo el paraguas?, ¿y si no llueve? todo el día pendiente de él; ¿qué comemos mañana?, esto no que lo comimos el otro día, comemos aquello; ¿qué zapatillas compro?, estas son malas, ya las tuve y no me fueron bien, ¿estas irán mejor?, y si son como las otras, éstas otras están de oferta, aunque a mí aquéllas siempre me han ido bien; ¿voy a correr allí?, no está mal esa carrera, pero mira ésta otra no tiene mala pinta, y ¿ésta?, tampoco está mal ¿eh?, y si vamos allí que ya estuvimos; ¿qué ropa llevo?, la de tirantes o la de manga larga, y si llevo la de tirantes y después paso frío, y si llevo la de manga larga y paso calor, y si pongo ésta y preparo unos guantes por si acaso; vamos o venimos; traemos o llevamos; dudamos, dudamos, dudamos, siempre nos asalta una duda, ¿será posible?.
Termino el rodaje; termina mi divagación; estoy sudoroso ¿me ducho o no me ducho?, en esto no tengo ninguna duda, ni tengo que pensar, me tengo que duchar, y si hubiese alguna duda ésta sería la decisión más acertada.

“Dudar es bueno”, “piensa” y “entiende”.

Pues sí, dudar es bueno, es la conclusión a la que he llegado, nos obliga a tomar decisiones, a pensar, a mantener nuestra mente activa; nos equivocaremos muchas veces no cabe duda, pero de los errores también se aprende y muchas veces más que de los aciertos; así que no tengamos miedo a dudar.

martes, 9 de junio de 2009

IX MILLA URBANA DE LEÓN

Llevo uno días deshojando la margarita; muchas son las que he descabezado; si la corro, no la corro, si la corro, no la corro….; queriendo vislumbrar una decisión, buscar una ayuda, o a alguien que diga lo que yo quiero oír.

Hoy he deshojado la última margarita, se acabo el machacar a la ya de por si castigada naturaleza, la suerte esta echada.

No se muy bien el por qué de esta indecisión, ya que me gusta correr y es una carrera que se celebra en casa, la verdad no lo se; ¿demasiado corta?, hombre estamos acostumbrados a correr distancias mas largas, al menos yo; ¿poca participación?, debido sin duda a la poca promoción; ¿miedo a la distancia?, por supuesto que no; ¿miedo a ser el último?, no, porque obviamente participaré en la prueba popular y en esta categoría no puede haber muchas diferencias, además de no existir el ridículo.

Por cierto, que aún no lo he dicho, la última margarita dijo SI y he pensado que no la voy a llevar la contraria, así que el día 19 estaré en la línea de salida.

viernes, 5 de junio de 2009

HACE BUEN DÍA PARA CORRER…

…me espetó el ciclista que acababa de cruzarse conmigo.
“Sí”, contesté amablemente, mientras corría bajo un sol de justicia.
Zancada tras zancada, la frase del ciclista seguía golpeando en mí cabeza; me encontraba a gusto, conmigo mismo y con el entorno, disfrutando de la salida y del paisaje; y en estado tan placentero mi cabeza empezó a divagar, no podía ser de otra manera.
¿Cuál es el día perfecto para correr?, realmente ¿existe ese día?.
Puede o puede que no, pero lo realmente cierto es que siempre estamos quejándonos; si hace calor porque hace calor; si hace frío porque hace frío; si llueve porque llueve; si hace aire porque hace aire, y para colmo siempre nos da de cara; sea el motivo que sea, nunca estamos conforme.
Sigo corriendo, subiendo y bajando, sigo divagando:
“qué vistas, qué preciosidad, ¿y la catedral?, ¡ah! allí esta, tan majestuosa como siempre.
Por dónde iba, si, qué hoy hace calor, qué estoy empapado de sudor, y qué.
Ciertamente ¿influye el tiempo?, no lo sé; pero lo que a mi verdaderamente me influye son “mis sensaciones”, esas son las van a marcan la diferencia.
Si estas sensaciones han sido buenas me da igual que haga frío o que haga calor, que llueva o que nieve, porque seguro que ha sido buen día para correr; y si por el contrario las buenas sensaciones me han abandonado pues no queda otra que acordarse de Santa Bárbara.
Sigo corriendo, bajando y subiendo, sigo divagando:
“y ¿ese cementerio?, con cruces blancas, la mayoría, alguna gris o negra, alineadas todas ellas, ¿será el de Villaobispo?, será; el día que yo me muera que nadie me mande…
Sigo corriendo, bajando y llaneando, sigo divagando:
“ya paro; calor; bochorno; sol; gotas de sudor sobre la acera; estiro; ¿buenas sensaciones?, pues lo dicho entonces “buen día para correr".
Tenía razón mi ciclista, para quien era buen día para correr pero por si acaso él iba en bici.

martes, 2 de junio de 2009

MÁS VALE TARDE QUE…

Por el mes de julio, del año pasado, programé más o menos la temporada; en ella dos citas importantes la subida al Angliru (octubre) y el maratón de Madrid (abril); a estas dos carreras tenía que llegar en buen estado de forma, y los entrenamientos iban encaminados a ello; creo que en las dos cumplí con creces (sobre todo en el mapoma), pero más por cabezonería que por estado físico.
El resto de carreras en las que participe no resultaron como yo hubiese deseado; desde un principio me refugie en los tiempos cómodos y en los rodajes sin exigencias, y así es difícil mejorar, por no decir que imposible.
La temporada no iba nada bien, seguía por los mismos derroteros que la anterior y yo poco o nada hacía por cambiar esa tendencia. Hasta que llego el mes de marzo, y con él la carrera de León, la I media maratón de mi ciudad me hizo recobrar el espíritu de lucha y la capacidad de sacrificio, y todo cambio.
¿Por qué?, Dios sabrá, yo solo se que en estos momentos me encuentro fenomenal; pletórico de moral y a tope físicamente; ¿qué estas sensaciones han llegado tarde?, posiblemente; ¿qué era el estado que debía haber tenido por el mes de abril?, puede ser, pero desgraciadamente las cosas no siempre salen como uno desea; y que narices, me alegro un montón de que hayan llegado.
Ahora debería ya ir a menos pero mi estado y las ganas que esta poniendo mi “auto-erigido-entrenador-amigo” Paco lo impide. Así que a disfrutar de este momento y a esperar que continué después del verano.
Cinco fueron los rodajes realizados durante la semana que hemos dejado atrás:
El martes mi habitual recorrido de diez kilómetros.
Miércoles y jueves, en compañía del que se ha erigido como mi entrenador (y que esta empeñado en que mejore mis tiempos), dieciocho y diecisiete kilómetros respectivamente; recorrido sinuoso y a qué ritmo. Dos días de goce total.
El sábado y domingo me los tome con más calma (salí solo); con distancias de trece y nueve kilómetros, y así a ritmos tranquilos di por terminada la semana.