lunes, 22 de noviembre de 2010

SEGUIMOS

Erineo Cabrillán, mentor de voces ajenas bajo el sol del mediodía, se pasa su pañuelo por la frente, observa un trabajoso escarabajo que cruza el camino y pregunta al agrimensor:

-¿Sigo? (“Las elipsis del cronista” de Pablo Andrés Escapa); así empezaba la entrada que hace tres semanas quedo atrapada para siempre en el interior de mi cabeza o de mi ordenador (ya, qué mas da); pero hoy puedo contestar a Erineo, y le puedo decir que he seguido entrenando, más o menos bien, y que he seguido pensando en Castellón; y le puedo confesar, si aún no lo sabe, que en estos momentos me encuentro cansado muscularmente, muy cansado, pero con las cosas bastantes claras; y le puedo contar que a falta de tres semanas tengo claro, más o menos, lo que quiero hacer el día de carrera; y también le puedo decir que faltan tres semanas para la gran cita, que hoy he empezado la décima semana del plan, y que debido a la fatiga he recortado el rodaje, pero que esos diez minutos los recuperaré el viernes, que no he querido forzar porque creo que el trabajo ya esta hecho y que el tiempo que queda será para asimilar ese trabajo y llegar a Castellón descansado, y que a pesar del cansancio me encontrado cómodo.

En este tiempo de ausencia, y también lo sabe Erineo, he tenido presente las carreras que muchos de vosotros habéis corrido, sobre todo el maratón de Zaragoza, y que procuraré ponerme al día.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

CORRER ES VIVIR

No suele ser habitual, a Dios gracias, pero en ocasiones el corredor popular siente la arrogancia del corredor de élite, la indiferencia del organizador de la carrera y el desprecio del público, “pobre, para qué corres si vas a llegar el último”.
“¿Pobre de mí?, pobre de vosotros”; no me tengáis lástima por hacer lo que quiero; por llevar el correr en la cabeza y en el corazón; por trasladar los valores del deporte, solidaridad, amistad, lucha, sacrificio, a mi vida cotidiana.
“¿Pobre de mí?, pobre de vosotros”; no sueño cuando corro, quizás antes, quizás después, tengo los pies en la tierra, pero cuando corro sufro, amo, rio y lloro, y siento rabia y alegría, y oigo como late mí corazón, me siento vivo.
“¿Pobre de mí?, pobre de vosotros”; correr no es todo en la vida, lo sé, pero cuando corro estoy cerca de miles de seres que sienten, como yo, que su vida esta incompleta si no corren.
Así que cuando veas a un corredor popular arrastrar sus pies hacía la meta, a cualquier corredor, piensa “¿Pobre él?, pobre de mí, él al menos tiene una meta".

sábado, 6 de noviembre de 2010

RE-VERSOS: DE MARCOS ZAPATA

Ladrar a la luna

¡No desmayes jamás ante una guerra
de torpe envidia y miserables celos!
¿Qué le importa a la luna, allá en los cielos,
que le ladren los perros de la tierra?

Si alguien aspira a derribarte, yerra
y puede ahorrarse inútiles desvelos;
no tan pronto se abate por los suelos
el Escorial que tu talento encierra.

¿Que no cede el ataque ni un momento?
¿Que a todo trance buscan tu fracaso?
¿Que te cansa el luchar...? ¡No lo disputo!

Mas oye, amigo, este refrán de paso:
¡Se apedrean las plantas que dan fruto!
¿Quién del árbol estéril hace caso?

Marcos Zapata

martes, 2 de noviembre de 2010

PEREGRINO POR UN DÍA

La carrera de relevos Camino de Santiago entre Astorga y Ponferrada nos daba la oportunidad de ser peregrino por un día, de sentir lo que miles de personas han sentido durante siglos, ¿quién no tiene entre sus retos hacer el Camino de Santiago?; así que cuando tuvimos noticias de la carrera empezamos a formar los equipos para la aventura, a repartir los tramos que cada corredor-peregrino haría, no hubo problema en ello, a mí, a petición propia, me correspondió el primero.
La plaza mayor de Astorga era un hervidero, corredores y familiares vivían una situación atípica; la hora de la salida se acercaba y no todos se estaban preparando para ese momento, unos calentaban y otros animaban a la espera de que más adelante les llegase su turno.
Y a las 10:00 horas (más o menos) del día treinta y uno de octubre de dos mil diez empezaba mi peregrinaje; zancada a zancada dejaba las calles de Astorga para ir adentrándome en el Camino; los primeros metros son favorables y me sirven para ir cogiendo aire, pronto empezará la suave pero constante subida que no me abandonará en toda la etapa; la carrera se va estirando, corremos por la derecha de la carretera, los claxon de los coches suenan una y otra vez, mezclándose con los gritos de ánimo de sus ocupantes, familiares y amigos, y el resto de los componentes de los equipos que se dirigen a sus puntos de salida, Rabanal del Camino, Acebo o Molinaseca; pasado el primer avituallamiento (¿kilómetro cinco?), empiezo a tener malas sensaciones, me atranco y no pillo el ritmo de respiración, “no pienses, no estás aquí para sufrir, disfruta”; procuro agarrarme a los corredores que me adelantan, o al menos seguirlos durante unos metros a la espera de que esas sensaciones sean pasajeras; atrás quedan Murias de Rechivaldo y Castrillo de los Polvazares, poco a poco vuelvo a la normalidad, la respiración va al ritmo de las piernas que ya se han adaptado a la pendiente; en el kilómetro ocho, después de un giro a la derecha, nos empieza a entrar el viento de costado, lo que hace en ocasiones el correr complicado; llegamos a Santa Catalina de Somoza donde sus habitantes y el sonido de sus campanas nos acompañan mientras recorremos sus calles; vuelvo a soñar, vuelvo a los
sentimientos de esos miles de peregrinos; los kilómetros se suceden, atravesamos el pueblo con el curioso nombre del Ganso, el cansancio hace mella en nuestro ánimo, el fuerte viento que nos golpea de frente amenaza con arrebatarnos las últimas fuerzas; la temperatura ha bajado y una suave lluvia empieza a caer sobre nosotros; Rabanal del Camino a la vista, ya nada importa, solo llegar, subo la empedrada calle principal, primero me recibe mi ángel, aliviada, seguro, con su sonrisa, y después mi meta, el final de mi camino.
Pero aún no ha acabado la historia de este camino, en compañía de Ángeles, me dirijo hacía Acebo, final de la segunda etapa; el día empeora a media que subimos a Foncebadón, frío, niebla y lluvia son ahora los compañeros de los corredores; paso a Pablo y Amador, a quienes esperamos en su meta Acebo.
Continuamos el camino y salimos de Acebo en busca de Molinaseca, donde Susana y Mauri terminaban su etapa.
El grupo aumenta y seguimos hacia Ponferrada; allí Lorenzo, Miguel y Sonia daban por terminado el camino, ese Camino que yo había empezado en Astorga.
Hoy he sido, hemos sido, peregrinos por un día.