miércoles, 28 de abril de 2010

POR ESTO Y POR MUCHO MÁS

En estos días en los que aún vivimos los recuerdos del Mapoma, en los que he leído y releído mogollón de crónicas, y vivido vuestras historias como mías, me viene a la memoria aquel 28 de abril del 2002, aquel día en que corrí mi primer maratón, mi primera carrera popular, en todo lo que sentí antes de la carrera, en todo lo que sentí durante y sobre todo en lo que sentí cuando crucé la meta; recuerdos que quedaron grabados para siempre, y que fueron, y siguen siendo, el embrión de muchas emociones y de muchas historias.
Desde entonces he sido fiel a la cita madrileña, y lo seguiré siendo, es mi carrera, lo que vivo y siento en Mapoma, a pesar de su dureza, no me lo da ninguna carrera.
Es mi carrera por ese transportarme hacía la zona de salida con inquietante tranquilidad; por ese bullicio que se vive desde el primer momento; por esas miradas cómplices; por esos deseos de suerte; por ese reencuentro con los viejos amigos y con los nuevos; por esa salida con la alegría contenida; por esos primeros kilómetros de alegría desbordada; por esos kilómetros de angustiosa alegría; y por esa meta de alegría desbocada, de sensaciones intimas que nos dejan nuestros momentos de gloria.
Es mi carrera por esos familiares, por esos amigos, todos viajeros de una ciudad festiva, siempre incansables y siempre cómplices; por esa gente anónima que clava sus ojos en los tuyos como muestra de apoyo, por esa gente que se desgañita y rompe la calma con sus aplausos.
Es mi carrera por esos corredores solidarios que acompasan sus pasos y gritan su solidaridad; por todos esos corredores que agotados no pueden cumplir su sueño; por esos amigos con los que he cruzado la línea de meta y por todos esos con los que espero cruzarla.
Por todo esto y por mucho más Mapoma es y será mi carrera.

lunes, 26 de abril de 2010

UN COLOSO LLAMADO MAPOMA

A las 06:30 horas el despertador da paso a los rituales previos al maratón, esta vez en compañía de mi hija, quién correrá la carrera de 10 kilómetros, lo que no impide que empiece a sentir ese suave y agradable cosquilleo previo a un maratón; todo listo, “vete a dar un beso a tu madre” le digo a Sonia, e iniciamos el camino; en el metro nos reciben algunos madrugadores, otros trasnochadores, pero sobre todo corredores, cargados de sus mochilas y de mucha ilusión; la salida en Banco de España, espectacular, “solo por esto merece la pena correr Mapoma, esto no se vive en Valencia, Sevilla o Zaragoza” comento con Sonia; ya en Cibeles nos encaminamos al punto de la quedada bloguera, numerosa como no podía ser de otra manera, donde se respira buen ambiente y muchas inquietudes, donde nos damos lo últimos ánimos; se va acercando el momento, y nos vamos dispersando, yo ya con los compañeros del “Nunca correrás solo”, últimos preparativos, entrega de mochilas, aproximación a la línea de salida y despedida especial de mi hija.
Inmersos en el mogollón esperamos a las 09:00, el momento; esto se empieza a mover, signo inequívoco de que han dado la salida, con paso corto, conteniendo la alegría nos aproximamos al arco, últimos deseos “Suerte, nos vemos en meta”; pasamos bajo el arco, pisamos la línea blanca, empezamos a correr, suave, lentamente, cogiendo aire, conteniendo la emoción del inicio; no voy solo, me acompañan mi amigo Ángel, Jorge, Javi y Jesús, quieren ir a 05:15, yo la verdad no se hasta donde les podré acompañar, la carrera lo dirá, lo dejo a su elección; los primeros kilómetros transcurren con mi vista buscando a Sonia entre los corredores de los 10 kilómetros, pero no la veo, llega la hora de nuestra despedida, las carreras se separan, y se vive uno de los momentos bonitos del día, en que con el intercambio de aplausos nos decimos hasta luego; a pesar de ir acompañado, corro a mi ritmo, huyo de falsas euforias, soy muy consciente de lo que queda, aunque agradezco el buen ambiente que reina en el grupo, ese no callar de Jorge que nos hace correr con una sonrisa en los labios; hemos pasado los kilómetros de subida, ahora la carrera nos da un respiro, nuestros parciales mejoran, más por el perfil descendente que por nuestro empuje; me acerco a Cuatro Caminos donde me esperan los míos, poco antes diviso a mi prima Loli, quien encaramada a una mediana, cámara en ristre esta dispuesta a inmortalizar el momento; ya en Cuatro Caminos, en el lugar acordado, allí está mi Ángel de la Guarda, con la preocupación de las grandes ocasiones, y Anabel, con una sonrisa les indico que voy bien, “Ha llamado Sonia”, “No” me contesta Ángeles; continuamos el suave y agradecido descenso, continuamos corriendo, Fuencarral, Gran Vía, Preciados, Puerta del Sol, calle Mayor, Palacio de Oriente, kilómetro 20, me encanta este tramo; la subida a la calle Ferraz me atranca, y Jorge, Javi y Jesús se nos van, o les dejo ir, no lo sé, pero no hago nada por darles alcance, empiezo a sentir la necesidad de correr solo, le digo a Ángel que se vaya con ellos, pero insiste en permanecer a mi lado; ya estamos en la media, 1h51´30´´, incrédulo miro el crono, mejor tiempo que el año pasado, aunque solo sea por 29´´, pero a pesar de eso las sensaciones que empiezo a tener no son las mismas; la bajada por el parque del Oeste, en busca de la avenida de Valladolid, me sirve para recuperar aliento, y mi mente empieza a percibir que pronto tendrá que cambiar el chip; llegamos a Principe Pío, Beatriz en el inicio de la subida nos vuelve a dar su apoyo (lo hizo en otro punto, pero perdón, no recuerdo donde), el repecho se encuentra abarrotado de gente, como siempre, donde su aliento se siente muy próximo, aquí de nuevo me reencuentro con los míos, “Sonia bien” me dice Ángeles; entramos en el desierto de la Casa de Campo, los tiempos parciales han aumentado en la misma proporción en que mis sensaciones me han ido abandonando, tanto que pasado el kilómetro 26 le pido a Ángel, casi le exijo, que me deje solo; se resiste, aunque acepta mi decisión, “Pero ¿vas a terminar?”, “Sí, nos vemos en el Retiro”; adiós amigo; ahora empieza otra carrera, me protejo con la armadura del “irreductible leonés”, me refugio en mi interior, acompaso el ritmo a la fuerza que sale de mi cuerpo, no pienses, solo corre; así, abstraído llego a Lago, sé que allí vuelven a estar los míos, pero mi coraza me impide verlos, hasta que desde la orilla recibo los ánimos de Ángeles, no puedo dejarla con una sonrisa tranquilizadora, no me sale, pero consuelo pensando que sabe que aunque cansado, muy cansado, voy bien; continuo con la marcheta, otra bajada que me vuelve a permitir coger aire, paso el kilómetro 33, y en mi abstracción, a pesar de la fatiga, me permito la osadía de echar cuentas, de soñar por unos instantes, puedo acabar en 3h48´, iluso de mí, y en esas andaba cuando me sorprenden los gritos de Sonia, no sé si sonreí o sí le dije algo, pero esos gritos de ánimo me devolvieron a la realidad de la carrera; vamos sigue, esa era la consigna de mi cabeza, no te pares; cruzo el puente de San Isidro, el Calderón a mi derecha, “vamos Satur”, giro la cabeza y veo a Risco caminando, no va bien, una lástima; sigo con la compañia de mi ritmo cansino, pensando que en breve empezara lo más duro del maratón y que hay que dosificar las escasas fuerzas que quedan, pensamiento que también debían tener las personas que se encontraban en la antesala de la subida, ya que sus muestras de apoyo se multiplicaban; muchos eran los corredores que iban caminando, con el pensamiento puesto en su sueño, mucha la distancia que habían recorrido para llegar allí, para derrotar a éste Coloso; con la mirada al suelo y el grito de “no te pares” en mi cabeza afronto los últimos, duros y largos kilómetros; puerta de Álcala cuanto me alegro de verte, la emoción empieza a recorrer mi cuerpo, un último esfuerzo, “venga Satur” me grita alguien sentado en el bordillo mientras me saca una foto, no le conocí ahora sé que era
Juan; giro a la derecha y el Retiro me acoge en sus brazos; un suspiro de alivio sale de mi interior, esto está hecho, si es que no lo estuvo ya desde el principio, el movimiento de unos niños me vuelven a la realidad, al igual que antes lo había hecho Sonia con sus gritos, son mis sobrinos, Lucia y Enrique, dispuestos a correr los últimos metros conmigo, y con ellos a mi lado, uno de cada mano, cruzo la meta; y con ellos de la mano, levanto mis ojos al cielo.
Después el reencuentro con la familia, con los compañeros que habían llegado, con los que llegaron después, y con los que no pudieron llegar, pero con la satisfacción de que todos nos encontrabamos bien.
Y para terminar agradecer a todos los que estuvieron de un lado para otro apoyándome durante la carrera, a Ángeles, a Anabel, a Loli, a Esther y Ángel-illo, a Sonia, a
Jesús, a Beatriz, a Mariano, Lucía y Enrique; y a los amigos blogueros que lo hicieron antes, durante y después de la carrera.
Y esta, más o menos, ha sido la historia de éste Mapoma, en el tintero seguro que se han quedado muchos recuerdos, recuerdos que irán emergiendo con el paso de los días y que pasarán a formar parte de la historia de mis maratones.

domingo, 25 de abril de 2010

YA EN CASA…

…sentado en mi sillón, descansando de las heridas del Mapoma, de un maratón que hoy ha vuelto a ser riguroso y exigente con todos los valientes que nos atrevimos a hacerle frente; y reposando los recuerdos de 3h59´40´´, de alegrías y sufrimientos.
Recuerdos que tendrán su momento, pero eso quizás sea mañana; ahora voy a seguir descansando y recordando a todos los amigos blogueros que he podido saludar durante este intenso fin de semana; ánimo a todos, valientes.

lunes, 19 de abril de 2010

SE ACABARON LAS PRUEBAS

Llego a la penúltima semana con muchas dudas, dudas generadas en su mayoría por unos altibajos que no alcanzo a comprender y que a estas alturas ya ni intento entender; semana en la que quiero sobre todo convencer a mi mente de que el día de la cita tendremos un buen día, de que las piernas van a responder perfectamente, de que todo va a salir bien, ese es el mensaje; semana en la que no me he prodigado en salidas, tampoco las tenía previstas, y solo en tres ocasiones me calzado las zapatillas; la primera de ellas el martes (día 13), para enfrentarme a un recorrido de unos dieciocho kilómetros, en los que casi sin querer me encuentro con las buenas sensaciones, con la respiración acompasada a la zancada (que es cuando mejor corro), con todo de cara, para al final dejar un crono en 1h31´41´´, yendo siempre entre 5´03´´ y 5´09´´ por kilómetro; sin duda salida cargada de mensajes positivos.

Va pasando la semana, o la dejo transcurrir hasta el sábado (día 17), en el que realizo una tirada corta, 32´15´´, más pensada en desentumecer los músculos y con la vista puesta en la tirada larga del día siguiente.

Y llego el domingo, el día del último test, el día de despejar todas las dudas; mañana gris y de buena temperatura, lo que hace presagiar que será un día ideal para correr; con Mauri como acompañante, con el objetivo de rodar siempre entorno a 5´15´´ y de no forzar en exceso; después de unos pequeños estiramientos empezamos nuestro recorrido, por delante unos 26 kilómetros, y para esta ocasión el terreno elegido es totalmente llano (ya sé que Madrid tiene cuestas), pero quiero que la mente solo tenga buenos recuerdos; poco a poco los kilómetros se van sucediendo y dentro del plan preestablecido, lo que hace la tirada más gratificante y que durante 2h16´15´´ la moral fuese subiendo muchos enteros.

Ya esta todo el trabajo hecho, solo nos queda esperar para ver el resultado.

jueves, 15 de abril de 2010

ASTORGA SE MERECE UNA CARRERA

¿No has hecho la crónica de la carrera?, me preguntó Ángeles; la verdad no pensaba hacerla, pero si Astorga se merecía una carrera también se merecía su crónica; así que vamos a ello: Sin mayor pretensión que la de olvidar el entrenamiento del viernes me encamino hacia Astorga, donde sobre una distancia de 10 kilómetros disputaremos (o disputaran) la 1ª edición de la carrera popular de Santo Toribio.

Después de dejar bien estacionado nuestro medio de transporte, Ángeles, Sonia y yo, nos dirigimos a la plaza mayor para recoger los dorsales; localizamos al más madrugador (sorpresa) Amador, después se nos va uniendo el resto del “Nunca correrás solo”, Lorenzo y Mauri, por allí merodeaban también José, y L.A., dispuestos todos a disfrutar de la soleada mañana.

Primeramente nos recreamos con las carreras de los más pequeños, siempre llenas de ternura y de ilusión por emular a sus mayores; y antes de que nos demos cuenta estamos inmersos en el calentamiento, en el que doy una vuelta de reconocimiento al circuito en compañía de José; y ya colocados en la línea de salida preparados para dar cinco vueltas a un circuito de dos kilómetros (dicen).

Una vez lanzada la carrera por parte de Sergio Sánchez, nuestro campeón, empiezo a trotar tranquilo, tomándome el día como un corto entrenamiento, con ganas de disfrutar y como dije antes de olvidar.

Las cinco vueltas al mismo circuito, aunque éste fuese por la zona monumental de la ciudad, parecían indicar que sería una carrera monótona, pero con el trascurso de ellas me fui encontrando a gusto y no se me hizo tal; con un ritmo bastante constante fui disfrutando de cada vuelta, del apoyo incansable de los nuestros, de Ana y Raquel, de Azucena y los pequeños, de Ángeles; de los corredores que doblada y de los que me doblaban; de haber podido recordar las buenas sensaciones y de olvidar; y para todo esto solo fueron necesarios 47´23´´; un tiempo que en esta ocasión era lo de menos.

Si los organizadores cumplen con la pretensión de hacernos volver a correr por Astorga, volveremos; aunque deberían evitar las cinco vueltas; que son por el centro de la localidad, perfecto, pero eso hace que en la línea de meta se genere el caos; caos por los demasiados atletas doblados, y por los demasiados atletas dando vueltas cuando muchos ya han llegado; caos por los demasiados corredores parados en la línea de meta, taponando el discurrir de la carrera de los muchos corredores que faltan por llegar; caos porque los responsables de tomar los tiempos en la línea de meta no saben quienes acaban o quienes continúan; caos para unos organizadores que han trabajado duro; y caos para una ciudad que se merece una buena carrera.

martes, 13 de abril de 2010

SONRISA DE PAYASO

Han pasado esos quince días de tiradas largas, de esfuerzos, de intentar recuperar el paso del tiempo; quince días en los que intencionadamente he querido alejarme un poco de este mundo de blogs (prometo ponerme al día) para escuchar solo a mi cuerpo, para estar a solas con mi mente y buscar en lo más hondo de mi ser la motivación y la forma física necesaria para afrontar con el menor sufrimiento posible los 42 kilómetros; no sé si lo he conseguido, pero ha llegado el momento de dar paso al bullicio, a la alegría de la carrera y de cruzar esa ansiada meta; de empezar a vivir la maratón.

Los entrenamientos de esa segunda semana, no diferían mucho de la primera, solo en la tirada dominical que en esta ocasión teníamos carrera de diez kilómetros por la bonita localidad de Astorga.

Pero vamos a por lo fríos datos, el martes, día seis, tirada de 1h31´01´´, mismo recorrido que la semana anterior más unos cuatrocientos metros, con una rebaja de dos minutos, y unas sensaciones que me hicieron entrar en casa con una sonrisa de oreja a oreja, “igual todavía era posible”.

En la salida del jueves, día ocho, no quería perder las bonitas sensaciones de la última tirada, así que aprovechando el buen tiempo me dedique a correr por correr por ese paraje emblemático (para mí) y tan nombrado en mis crónicas, “los pinos”, subiendo y bajando, disfrutando de una cadencia tranquila, aferrándome al recuerdo durante 1h15´52´´.

El viernes salí dispuesto a alargar el goce, a retener a toda costa las sensaciones del martes, el tiempo también acompañaba, todo perfecto, todo igual; empiezo bien, voy cómodo, los primeros kilómetros van cayendo, pero después del cuarto algo cambia, el ritmo se hace más lento, y entre el quinto y sexto kilómetro paso un calvario, mis piernas no van, me cuesta una barbaridad, mi cabeza no es capaz de lanzar mensajes positivos, no quiero alargar la agonía así que decido parar y dar la vuelta; una vuelta que se me hace dura, las piernas siguen tensas, pero eso me da igual, solo me preocupa perder unas sensaciones que me habían hecho soñar; al final 01h03´42´´, cuarenta y dos minutos menos de lo que tenía previsto.

El sábado “comedura de tarro” para buscar una explicación a lo sucedido en el día de ayer, y si os digo la verdad no encuentro ninguna, pero llego a la conclusión de que lo mejor es olvidar, y pensar que ha sido un día, un mal día en el que se me quedo sonrisa de payaso.

El domingo nos vamos a por esos 10 kilómetros de Astorga, la I edición de la carrera de Santo Toribio; disfrutamos de un buen día para correr y de una buena acogida; mi intención era olvidar y volver a recuperar sensaciones, salí tranquilo y así fui la mayor parte del recorrido, encontrándome a gusto durante casi toda la carrera y llevando en cada vuelta un ritmo constante (recorrido sobre cinco vueltas); al final un crono de 47´23´´, a expensas de ver la clasificación oficial, que al menos me deja un buen sabor de boca.

Mi estómago ya siente el cosquilleo, la maratón esta cerca.

sábado, 10 de abril de 2010

RE-VERSOS: PAZ DÍEZ TABOADA

ENTRE SOMBRAS

Entre dos luces anda mi perfil desvelado,
desde el atardecer hasta alcanzar el alba.
De noche va mi senda, por la noche camino
una andadura torpe, braceando entre sombras.

Retratando confusos volúmenes o masas
que se despliegan, ágiles, burlando mi objetivo,
recorro las cornisas y aleros, adoptando
la postura del riesgo, mientras la ciudad duerme.

Cuando la luz avanza y se fijan los límites,
cuando el sol despereza los músculos dormidos,
yo corro las cortinas de la niebla y me embozo
con las estolas agrias de la melancolía.

martes, 6 de abril de 2010

MUCHO MÁS CERCA

Atrás queda una dura semana, en la que como único objetivo estaba recuperar el tiempo perdido (como si eso fuera posible), bueno y también disfrutar de la Semana Santa; buscar con la mirada que el cielo nublado se vuelva azul, aunque solo sea un poco; intentar agarrarme a un clavo ardiendo, a esas palabras de ánimo, que como Mauri, muchos habéis dicho “tienes cogida la distancia, no te preocupes”; “no te preocupes”, retumba en mi cabeza mientras corro; “tienes cogida la distancia” o la distancia me tiene cogida a mí; cuando tiempo para pensar da el correr largas distancias.

Pero bueno dejemos de irnos por las ramas, cuatro tiradas largas han sido las protagonista esta semana de pasión y procesiones; cuatro salidas en las que solo me interesaba coger un ritmo constante y tranquilo que me permita hacer el máximo de kilómetros con el menor desgaste posible; y al menos eso lo he conseguido.
El martes, día 30, tirada de 1h33´51´´, para recorrer unos 17700 metros.
El miércoles lo dediqué a descansar, estirar y hacer un poco de ejercicios de fuerza.
El jueves, día 01, volvía al recorrido de los 17700 metros, parando el crono en 1h34´02´´.
El viernes, día 02, vuelvo al mismo circuito (monótono ¿no?; sí, ya lo sé, pero mentalmente me da fuerza para la maratón), con un tiempo de 1h33´03´´.
El sábado me dediqué a tirarme a la Bartola, que no sé quién es, pero que por León se la tira todo el mundo.
Y el domingo, día 04, en compañía del amigo Mauri (gracias), como fiel escudero, nos dedicamos a la tirada más larga de la semana, entre 27 y 28 kilómetros, para hacer un tiempo de 2h19´22´´.

Las sensaciones que me han dejado estos entrenamientos son de cansancio, pero al mismo tiempo me deja un cielo cubierto con menos nubes; vayamos a por la segunda semana dura, en la que espero al terminar que se vea algo el sol.