miércoles, 31 de diciembre de 2014

31/12/2014



La música del tiempo
Y llega el día en que de pronto
uno escucha la música del tiempo.
Llega el día en que descubres
que detrás de los quehaceres
y el ruido de los hechos,
detrás de los sucesos, las voces y los viajes,
se deja oír tranquila la música del tiempo.
En ella reconoces las horas gastadas,
los fallidos pronósticos,
las tardes más hermosas de tu vida.
En ella la voz singular de la amistad,
el vino, las canciones,
la tristeza sonriente
que dejan las esperas incumplidas.
Después de todo -amores y veranos,
nombres, fotos, días-
lo que uno escucha es rumor de tiempo usado,
sólo eso: el paso de las cosas sucedidas.
De Luis Alonso

Un gesto. Un simple gesto repetido día tras día, semana tras semana, mes tras mes, me lleva a sujetar la pequeña cinta negra que sobresale de entre las hojas. Abro la agenda, y ante mí una hoja en blanco; la última del año. Miércoles 31 diciembre. Aún vacía, pero ya con aroma a despedida.
Echo un primer vistazo, rápido, como sin mirar. Ojeo esos recuerdos que han ido llenando sus páginas y que merecen ser recordados. Quiero atrapar los buenos momentos y empezar a olvidar los malos.
Muchas son las hojas que merecerían ser salvadas de las llamas del olvido, pero eso haría que este resumen fuese interminable. Así que voy a quedarme con los recuerdos que más me han llenado.
Ahora más despacio, paso las páginas. Me detengo en esa primera hoja que llama mi atención y leo:
Domingo 23 marzo. XX Maratona di Roma. Buen viaje y gran carrera acompañado de buenos amigos. Mereció la pena recorrer las ruinas romanas junto a ellos.

Sigo leyendo vivencias, escritos con letras que hoy se me presentan ilegibles y que debieron nacer con las prisas del día a día. Otra hoja, otro buen recuerdo. Cojo la hoja entre mis manos:
Sábado 03 mayo. 101 Km Peregrinos en 24 horas. Carrera de esfuerzos compartidos. Ella fue la culpable de no correr mi Mapoma, pero mereció la pena.

Poco a poco han ido pasando días, he ido pasando hojas, y me topo con otra fecha, con otra de mis citas. Jugueteo con la hoja, imagino un imperfecto avión y su torpe vuelo sobre las montañas:
Sábado 07 junio. XIX Travesía Integral MontesAquilianos. Otra vez atrapado. Año tras año vuelvo a esas montañas, a una pasión compartida en la que siento soledad y calma.

Continúo. Y mis recuerdos se llenan de gente, de amigos, de mi cita más solidaria:
Viernes 27 junio. A Santiago contra el Cáncer 2014. Otro año más tuve la suerte de formar parte de esta gran familia. El esfuerzo que menos me cuesta hacer.

Vuelvo al paso de las hojas, a ver pasar el verano, veo esos días que parecían no tener fin. Otra hoja, otra fecha, está más personal, más íntima:
Sábado 30 agosto. Camino de Santiago. Temprano, muy temprano empiezo mi Camino. Sus recuerdos son eso, míos.

No se detiene el desfile de hojas; sigo corriendo tras un reto que poco a poco, y con el transcurrir de los días, se convirtió en un sueño. Y por fin llego a esa página, al día en que escribí la mejor de mis sinfonías:
Domingo 07 diciembre. V Maratón Internacional Ciudadde Castellón. Una carrera que empezó como una más y se convirtió en la mejor. Una carrera que, de principio a fin, corrí con el corazón. Una carrera que corrí más acompañado que nunca. Una carrera de 3h41´03´´.

Y ya me encuentro ante la última hoja. Ha pasado un año, en el que ha habido días buenos y días menos buenos, pero que en el que siempre podremos encontrar ese buen instante que recordaremos toda la vida.
Yo hoy he salvado unas pocas hojas de esa agenda que seguro acabará en la hoguera, pero esos pocos recuerdos rescatados quedarán para siempre dentro de mí.
Y en esta última hoja, en la que antes estaba en blanco, y que ahora guarda todos los recuerdos, puedo leer: Gracias a todos por compartir los buenos momentos de este año. ¡Feliz Año 2015!

domingo, 28 de diciembre de 2014

XV San Silvestre de Villaquilambre: Divagación y fotos



Ayer, corrí la XV San Silvestre de Villaquilambre. Y sin quererlo se convirtió en una carrera especial. Podría decir que hacía tiempo que no corría, pero todos sabéis que mentiría. No hace mucho corrí en Castellón, y no he dejado de hacerlo durante este largo año que está a punto de acabar.
Pero fue especial. Muy especial. No por la carrera, ni por el pueblo, ni por la distancia. Fue especial porque lo pude compartir con mis amigos del Nunca correrás solo, y muy especial porque volví a correr con mi hija.
No sé o no recuerdo cuando fue la última vez que corrí con ella. Tendría que mirarlo y ahora no tengo ganas. Me quedo con que durante cinco kilómetros y medio he vuelto a ser su liebre, su sombra. He vuelto a recordar entrenamientos y carreras, y sufrimientos. Me quedo con lo que he sentido compartiendo otra vez sus pasos.

Para terminar esta historia os dejo con las fotos de Ángeles, y las del reportaje que Julio hizo al Nunca correrás solo.
Si alguien quiere la foto en tamaño original, y sin marca de agua, que me envíe un correo electrónico, indicándome número de foto y número de dorsal.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

¡FELIZ NAVIDAD!



Navidad, tiempo de alegría, de reencuentros, de esperanzas e ilusiones.
La felicidad es hacer lo que se desea y desear lo que se hace. No sueñes tu vida, vive tus sueños.
¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!

sábado, 20 de diciembre de 2014

Re-versos: Gabriela Mistral


Dame la mano

Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...

El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más...

de Gabriela Mistral

domingo, 14 de diciembre de 2014

V Maratón Internacional Ciudad de Castellón: La historia



“Los músicos entrenan y los corredores ensayan”, recuerdos de sonrisas, que hoy me van a llevar a escribir mi mejor sinfonía en un maratón.

Me aproximo a la salida con calma, dejando que el entorno se vaya instalando en mí. Siento como las sensaciones recorren mi cuerpo. El tiempo pasa y la hora de la verdad se acerca. Troto unos escasos cuatrocientos metros, y recojo las últimas palabras de prudencia de Ángeles. Ella se va despacio, se aleja poco a poco y me deja a solas con el destino.
Solo. Encajonado. Tranquilo, muy tranquilo. Pienso la carrera. “Dos minutos”, grita el speaker, “Arriba Castellón””Arriba, arriba, arriba””Arriba Maratón”, continua con sus gritos, mientras la música “O Fortuna” sube y sube, y se mete en nuestros cuerpos atronadora. Y al mismo tiempo que sus notas llena el cielo de Castellón, se eleva el ánimo de los corredores, ansiosos ya de iniciar la aventura. Y el estruendo de la salida se confunde con el de los cohetes que rompen el cielo una ciudad que despierta. Ruidos que desatan las emociones de los corredores, y que no ahogan los deseos de “buena suerte” que corren de boca, y que lanzan las primeras zancadas. 
Ahora no quiero pensar, solo correr. Correr y dar pasos de ilusiones; de 42 ilusiones o de cientos de ilusiones ya soñadas. Solo correr a ese ritmo ensayado en las últimas semanas y lejos del pánico de las prisas. Corriendo juntos, acoplando pasos a amigos desconocidos, a otros tan locos como yo. ¡Qué alegría!. Corazones que sofocarán la ansiedad con el lento transcurrir de los kilómetros. Las sonrisas amplias acompañan en estos primeros compases nuestros pasos. La maratón y los 10 km., aún juntos, perfectamente ordenados, unos por la derecha y otros por la izquierda. Miro el crono, cuántas veces lo haré hoy, y me sorprendo porque mis piernas ya tienen su ritmo, y este ha llegado antes de lo previsto. Me dejo llevar por los que me rodean, tratando de llevar la mente en blanco. Apenas me he dado cuenta y llega el primer avituallamiento, el km. 5, y un poco más allá envió una sonrisa a Ángeles, que a estas alturas de carrera es de gozo.
 

Ponemos rumbo a la zona universitaria, ida y vuelta. Una ida viendo a los que vienen y una vuelta viendo a los que van. Ida y vuelta de diferentes emociones. Sigo tras pasos ajenos, ritmos de otros, que me llevan a ir más rápido de lo previsto. Unos ritmos que me devuelven a la realidad. Pienso. Me encuentro bien. Vale que lleve poco de carrera. Que esto es largo. Y dejo de pensar y me dejo llevar por las sensaciones. Kilómetro 10 ¡ya!. Zancadas cómodas para estos kilómetros en que nos sentimos capaz de todo, y en los que quizás hay que tener más paciencia. Pero hoy los sentimientos, las sensaciones son diferentes. Hoy quiero correr y no pensar. Y me pregunto “¿qué puede pasar?” ”¿qué puedo perder?”. “Nada”. Y decido que sea el corazón el que mande, “Él” será quien a partir de ahora guie mis pasos. Unos pasos que sin darme cuenta me trasladan al km. 15, y me acercan a los kilómetros que me llevan al Grao; a unos kilómetros que temo. Antes, Ángeles que vuelve a estar ahí. Otra sonrisa, esta vez ilusionante.
La gente empieza a desaparecer de las orillas, el peregrinar en soledad empieza. Es hora de ocupar la mente con los recuerdos, con esos apoyos lejanos, con esos seres queridos que en la distancia empujan mis piernas. Susurros de apoyo suenan en mi mente. Un paso, un pensamiento, otro paso, otro pensamiento. “Voy bien”. El ánimo de la gente vuelve con las calles del Grao, unas calles que abandonamos bajo el arco de la media maratón. Media carrera. “Ahora empieza la carrera” dicen los corredores que me preceden, y tras los que me refugio del aire que ahora sopla de cara. “Ahora empieza la carrera” me repito. Lo de atrás es como si no hubiese valido para nada. Los kilómetros que nos quedan son los que nos devolverán a la realidad. Casi cuatro kilómetros de recta, de lucha contra el aire, de casi soledad. Miro el crono, otra vez más, el ritmo distinto al de antes; he perdido dos segundos y eso me lleva a hacer todo tipo de cálculos. “Pero quien mandaba aquí”. “El corazón”. Le dejo hacer, busco un respiro, un aliento, un recuerdo que me ayude a no pensar. “Vamos”, me grito mientras aprieto los puños. “Hoy es el día”. Kilómetro 27 y medio.
Ángeles vuelve a estar ahí, y con ella todos los que me están pensando, sus ánimos, los de todos, me llevan en volandas. He recuperado las sensaciones, el correr. Sigo en la lucha. Más zancadas, más kilómetros. Kilómetro 30, recuerdos de una tirada larga. Más lucha. Esa señora que contempla el paso de los corredores, que aplaude y que dice mi nombre. Todo vale. Todo ayuda. Ese kilómetro 35. Esa mirada de rabia que intercambio con Ángeles. Ese apretar de puños. Ese casi sentir que lo tengo. Otro kilómetro. Ese seguir en el esfuerzo. Otro kilómetro más. Mis pasos caminan sobre la delgada línea que separa mis sentimientos. Y otro más y otro. Acaricio el sueño.
Y el kilómetro 40, donde mi mirada le dice que ya está. Que hoy si. La gente se cierra en torno al corredor, aplaude y ánima, nos arropa en la fatiga. Y se vuelca, conocedores del esfuerzo hecho hasta ahí. Kilómetro 41. Miro el crono por última vez. Sonrío. Kilómetro 42, giro a la derecha, y ya solo por delante 195 metros y al fondo, esperándome, Ella. Recorro estos últimos metros lleno de emociones, de agradecimientos, de recuerdos. Y cruzo ese arco de tantos esfuerzos; de tantos sueños. “Hoy si”. Y doy gracias a Dios, y doy Gracias y sonrío de alegría. Las emociones me recorren.
Camino con la sonrisa en mi cara. Me echan una toalla a la espalda. Me siento a quitar el chip. Miles de sentimientos recorren ahora mi cuerpo. Miro el crono: 3h41´03´´. Inspiro y un aire de alegría llena mis pulmones. Acabo de bajar mi mejor marca en maratón 4´09´´. ¡Dios!. Sigo caminando. “¡Enhorabuena”, me dice la joven que me pone la medalla al cuello. “Si ella supiera”. Camino entre los corredores disfrutando del instante. Me encuentro con Ángeles, me abrazo. Me encuentro con todos vosotros, nos abrazamos.
Hasta aquí la historia del maratón de Castellón, que empezó casi sin querer y que poco a poco se convirtió en algo muy especial.
Gracias a los que habéis hecho que sea especial.
Gracias a los que me ayudasteis a escribir la mejor de las sinfonías.