miércoles, 29 de abril de 2009

A LOS RUNNERS QUE NO CORREN

Hoy he vuelto a correr, trote suave, muy suave, suavecito para hacer un pequeño chequeo a mi cuerpo, y poder comprobar el estado en que se encontraba después del Mapoma. Durante el corto rodaje se agolpaban recuerdos de los momentos vividos durante el fin de semana, “buen tema para una entrada” pensé.
En el transcurso de la comida, Ángeles, mi ángel de la guarda, comentaba que le había gustado la última entrada “Historia de un gran día. Mapoma 2009”; entonces Sonia y yo tratamos de convencerla para que dejase un comentario, pero ella erre que erre, y que no que no. Ella siempre lee nuestros blogs, nos da su opinión, pero se resiste a participar en los mismos.
Al llegar del trabajo me he encontrado con la agradable sorpresa de que Ángeles había hecho una pequeña entrada. ¿Qué ha pasado durante la tarde? No lo sé, pero el caso es que se ha animado a escribir.
A continuación os dejo con la entrada de Ángeles:

Este es un pequeño y humilde homenaje a las esposas y esposos, a los hijos, a los padres, a los tíos, a los primos, a los abuelos, a los sobrinos, a los cuñados, a los amigos, en fin, a todos ellos, entre los que me incluyo, que no corremos.
También miramos al cielo y deseamos que no llueva, que no haga ni frío, ni calor para los que sí corren lo hagan en las mejores condiciones atmosféricas posibles. También nos pateamos las calles, llenamos las aceras y nos aglomeramos en los metros. Buscamos determinados sitios donde poder ver al runner que sí corre y él pueda vernos a nosotros. Aplaudimos, sacamos fotos, damos ánimos… A veces, llevamos pancartas, miramos de reojo el reloj pensando “estará a punto de llegar”, hacemos comentarios “¡venga que falta poco!”, “¡campeones!”. Y el runner que sí corre mira y sonríe, lanza un beso, levanta la mano y agradece que estemos ahí. Con eso nos damos por satisfechos y nos vamos a la meta. Todos esperamos que llegue nuestro runner que sí corre. Cuando los vemos aparecer en la última recta nos sentimos aliviados y contentos porque han conseguido acabar, porque todos sus esfuerzos, que han sido muchos, tienen su recompensa cruzando la meta. Todos esperamos que salgan, “¿Qué tal estás?” “Bien”, un abrazo, un beso y aunque sus caras reflejan cansancio, sonríen.
Otra carrera acabada, otra ciudad pateada, otro reto conseguido. Satisfechos volvemos a casa. Guardamos la mochila, el plano, la pancarta, la cámara y hasta la próxima, donde volveremos a hacer lo mismo para que ellos sepan que “nunca correrán solos”.

lunes, 27 de abril de 2009

HISTORIA DE UN GRAN DÍA (MAPOMA 2009)

Todo empezó a las 06:40 horas, el despertador me corta el sueño, pero no me importa, “ya era hora” me digo; sin pensarlo dos veces me levanto, sigiloso, pero hoy no hace falta, ella está despierta, miro por la ventana: el tiempo, el maldito tiempo y esas malditas predicciones que no auguran nada bueno; veo el suelo mojado, “igual ya pasó el chaparrón”; voy a la cocina y mientras el microondas hace su labor, inconscientemente vuelvo la vista hacía el cielo de Madrid, un ruego, una plegaria, una oración (llamarlo como queráis) “por Dios que no llueva”; desayuno un poco más de lo normal; paso obligado por el baño; y el primer ritual del día, vestirse para la ocasión, para otra gran ocasión, con parsimonia, con calma, que ya llegará el momento del desgaste físico; el segundo ritual no tarda en llegar, ya con mi mochila al hombro, sí, esa, la mochila azul, la que últimamente se ha encargado de transmitiros mis pensamientos y sentimientos, recibo el primer apoyo del día, y de quién mejor que de ella, de mi ángel de la guarda “suerte cariño y tranquilo”; salgo a la calle, ya estamos solos mi mochila, yo y mis pensamientos; cogemos el metro, me agarro a mi mochila azul, a esos sueños de gloria que van en su interior y que no quiero que se escapen; las 07:50 y llegamos a la zona de entrega de mochilas, allí he quedado con los amigos de mi club, el “Nunca correrás solo”; pronto veo a José o me ve él, ya no recuerdo, después llegan Abe y Ángel; saludos a viejos amigos que aparecen por el lugar; fotos; me ve Crazysoul, nos saludamos y nos deseamos toda la suerte del mundo; dejamos las mochilas, esperamos un poco más la llegada de mi hermano, pero ya solo quedan diez minutos para la salida, no podemos esperar más y decidimos ir trotando hacia ella; antes nos despedimos momentáneamente de Abe; busco con la vista a Crazysoul para subir con él a la línea de salida, pero lo veo hablando con su familia y prefiero que disfrute de esos momentos íntimos, “suerte amigo”.
Se acerca el momento, el gentío clama para empezar a correr; 09:00 horas y allá a lo lejos, entre el griterío de los corredores, se escucha el pistoletazo de salida; José, Ángel y yo nos deseamos suerte; ya no hay marcha atrás, la hora de la verdad ha llegado.
Caminando nos vamos acercando a la línea de salida, mientras una fina lluvia empieza a caer sobre nuestras cabezas, como si alguien desde arriba quisiera atemperar nuestros ánimos, pisamos la línea, empezamos a trotar, le pido a Ángel (quién a partir de ahora será mi sombra, o yo la suya) que no se despiste, los primeros kilómetros son para ir cogiendo el ritmo.
Pronto nos abandona José, “suerte”; ascendemos Castellana por el lado izquierdo, siempre lo he hecho por este lado, “algún año iré para el otro”; “Ángel, Saturnino, vamos”, es nuestro amigo Abe quien nos da sus primeros ánimos, y aunque estemos empezando no son para desecharlos, “gracias”.
Seguimos Castellana arriba, la lluvia sigue ablandando nuestros cerebros; sobre el kilómetro 3 nos alcanza Miguel, mi hermano, se pone a nuestro lado, “no cojo el ritmo” me dice; ya se ve el Santiago Bernabeu, y a su altura no faltan los gritos de “Aupa Aleti”; el primer avituallamiento, el más complicado, Ángel se tira a la primera mesa, y pilla su primera botella, “no vayas a la primera, sobra tiempo para coger el agua”; a Ángel se le ha hecho corto y entre risas me dice “ya tenemos un octavo hecho”; seguimos con nuestro correr.
Andamos ya por el kilómetro 7, la lluvia nos abandona y Miguel decide hacer lo mismo, señal de que ha cogido el ritmo; Ángel y yo a lo nuestro, o a lo mío, a mi ritmo, el que de antemano me he prefijado para intentar conseguir mi objetivo, sé que un exceso de confianza se puede pagar, y muy caro, al final de la carrera, ahora aprovechamos que el terreno es favorable, vamos un poco más sueltos, más cómodos.
Llegamos al kilómetro once, 59´ 29´´, “algo justo” pienso, pero espero mejorar de aquí en adelante, mi cuerpo esta respondiendo bien, me encuentro a gusto; me viene a la memoria el comentario del 3x11 del día anterior y la pregunta de Abe ¿y eso qué es?, ya te lo explicare; y con estas divagaciones tan absurdas como placenteras nos acercamos a la Glorieta de Cuatro Caminos, donde recibiré el apoyo de Ángeles y Anabel, y para la ocasión preparo la mejor de las sonrisas, quiero transmitir a mi ángel tranquilidad; ya estamos en la glorieta, Ángel y yo ojo avizor, las divisamos, “voy bien”; también estaban Sonia y Aitor, pero a ellos no les vimos; esta inyección de moral hace que mi zancada se avive, que mi correr sea más alegre, que Ángel saque más y más fotos; nos acercamos a la zona de Argüelles, kilómetro 15, donde esperamos ver de nuevo al amigo Abe, pero es él quien nos ve a nosotros “Ángel, Saturnino, ¿qué tal?”, “Bien” respondemos al unísono, nos despedimos de él, pero solo hasta dentro de un rato.
Poco después nuevos gritos de apoyo, en esta ocasión es Jorge quien nos da su aliento, trota un poquillo desde la acera, “venga que voy yo más rápido, ¿qué tal vais?”, “De momento bien”, contestamos.
Casi sin darnos cuenta hemos llegado a Gran Vía; Preciados; Puerta del Sol, calle Mayor, donde nos esperan Paloma, Susana, Silvia, Loli e Irene; cruzamos ante el Palacio de Oriente, por supuesto inmortalizado el momento por Ángel; pequeña o gran subida hacia la calle Ferraz, donde nuevamente contamos con la presencia de Jorge; continuamos con nuestro trotar, ya al fondo divisamos la pancarta de la media maratón, el kilómetro 21 y 97 metros está a nuestro alcance, cruzamos bajo la pancarta en 1h 51´ 59´´; mi cabeza empieza a hacer números, a comparar este tiempo con el de otras ediciones, con el de otras maratones, y llego a una conclusión “aún puedo conseguirlo”; así que no puedo bajar la guardia, tengo que seguir trabajando, al menos hasta el momento en que intuya que no voy a bajar mi marca, pero prefiero desechar pensamientos negativos.
Kilómetro veintidós, 1h 57´; hemos mejorado un poquito respecto al kilómetro 11; cruzamos zona universitaria, lugar donde a Ángel le vienen a la cabeza infinidad de recuerdos, algo de cuando iba a estudiar, de los sábados, no sé, no le entendí, bueno en realidad entendí que iba los sábados a estudiar, pero ¿ese día no es para descansar?, bueno ya me lo aclarará el próximo año; nosotros a lo nuestro que hoy es correr.
Eeeeeh, pero no tanto, se me ha puesto melancólico, le ha entrado la morriña, y ha incrementado el ritmo, “que ganas tengo de ver a mi mujer y a mi hijo”, “tranquilo que aún nos quedan nueve kilómetros”.
Dejamos la avenida Valladolid y sin darnos cuenta afrontamos la subida de Príncipe Pío (no sé como se llama la calle); la gente agolpada a ambos lados, apenas dejando metro y medio para que pasemos, gritos, ánimos, aplausos; aquí también está nuestra gente, cada uno en un sitio, Ángeles y Anabel por un lado, Sonia y Aitor por otro, también Paloma, Susana, Silvia, Loli e Irene, y cómo no, el incombustible Jorge.
Avituallamiento del kilómetro 25, antes de afrontar una pequeña y complicada bajada para acceder a la casa de campo, “cuidado con el suelo” advertía un buen hombre; entrada en la casa de campo y parada técnica, puedo asegurar que a Ángel no se le iban a caer los pantalones; “tira que te alcanzo”, “sí mejor, que sino no arranco”; continuo trotando suavemente mientras Ángel soluciona su problema con el pantalón; miro para atrás, ya le veo corriendo y le hago señas para que vaya tranquilo, me alcanza y poco a poco volvemos al ritmo de crucero; ya está impaciente, pronto verá a su familia, “cuando lleguemos a Lago me adelanto un poco para darles un beso”, los kilómetros van cayendo, vamos dando cuenta de ellos y aún no han aparecido las temidas molestias.
Poco después del avituallamiento del kilómetro 30 volvemos a ver y a tener el apoyo de Jorge, quien nos entrega una botella de Aquarius (a la que después de dar unos tragos pasamos a otros corredores); Jorge nos acompaña corriendo prácticamente hasta el kilómetro 31; kilómetro en el que hace acto de presencia nuestra liebre, Abe, el encargado de que nuestro ritmo no decaiga en estos kilómetros finales, y hacer posible la realidad de un sueño.
Ya seguimos a Abe y afrontamos el repecho de la parada de metro de Lago, Ángel se adelanta unos metros, ya me había avisado, pero claro de esto nuestra liebre no sabía nada, “Ángel se va”, dice Abe, “No, va a saludar a su familia”; los ve, los saluda; nos animan; también contamos con el apoyo de Ángeles y Anabel, la penúltima sonrisa, la próxima en meta, “voy bien”.
Abe impone un ritmo cómodo para lo que llevamos encima y siempre pensando en el objetivo final, va por delante, pregunta, nos ofrece los manjares de la bolsa que porta a la espalda, pero los rechazamos; divisamos una camiseta naranja, leemos “Nunca correrás solo”, y nos embarga la pena, un compañero que no ha podido mantener el ritmo, “¿quién es?”, “Antonio” contesta Abe; llegamos a su altura y la pregunta es obligada “¿qué tal?, “mal, salí muy rápido”, nos responde, “tranquilo, coge un ritmo cómodo, ya no queda nada”, bien sabe él lo que queda, lo que le queda, “suerte”.
Kilómetro treinta y tres, 2h 54´, vuelvo a hacer cálculos, puedo atrapar mi sueño, esto hace que no ceje en el esfuerzo y que intente seguir al bueno de Abe, el terreno ahora es un poco favorable aunque no tardará en llegar la reválida de esta maratón, así que hay que aprovechar.
Casi con el avituallamiento del kilómetro 35, donde Abe nos indica que cojamos agua, empieza a ponerse la carretera cuesta arriba, me agarro a ella y procuro coger un ritmo que no me haga perder lo que hemos conseguido hasta ahora; sube y sube, un kilómetro, otro; “Abe, Abe” gritan mientras corre a nuestro lado, miro y la veo, es Tecolinha, con su pañuelo sobre su cabeza, otro apoyo bien venido; seguimos subiendo y vemos otra camiseta naranja, y leemos “Nuca correrás solo”, en esta ocasión no tengo que preguntar quien es, lo reconozco, es Miguel, mi hermano, y en esta ocasión me entristece por partida doble; llegamos a su altura, y se une al grupo, puede mantener nuestro ritmo lo que seguro le reportó algo de alivio; llegando al kilómetro 39 volvemos a recibir el apoyo y la ayuda de Jorge, la enésima, se une al grupo.
Ahora somos cinco, pero eso no ha evitado que sigamos subiendo, Jorge y Abe dándonos ánimos, corriendo a nuestro lado, Abe delante mirando su crono y Ángel detrás mirando su...¨vaya culito que se te ha puesto”, aún tenemos tiempo y ganas para unas risas.
La carrera nos da un pequeño respiro, ya estamos en la glorieta del Emperador Carlos V, hemos pasado el kilómetro 39, miro mi crono, ahora lo tengo claro, sé que lo voy a conseguir, y Abe se da cuenta de ello, lee mis pensamientos: “Saturnino sabe que lo va a conseguir”.
Subida a la calle Alfonso XII, donde Jorge pide a Abe tranquilidad, yo me la tomo con calma, sé que si no me hundo lo tengo en la mano, esta calle la conozco y sé que en breve se va a suavizar; kilómetro 40; giro a la derecha, calle Alcalá, ya divisamos el kilómetro 41; Paloma, Susana, Silvia, Loli e Irene vuelven a estar ahí; Jorge nos deja no sin antes darnos el último aliento; Abe continuará un poco más, casi hasta la entrada al Retiro, donde ya quedamos Miguel, Ángel y yo, y donde estoy convencido de que voy a conseguir mis tres objetivos, ahora sí.
Entramos en el Retiro, me gritan y veo a Beatriz y a mi sobrino Enrique, el penúltimo apoyo antes de la recta de meta, durante unos metros me llevo los ojitos de Enrique clavados en los míos; la gente detrás de las vayas, animando a derecha e izquierda; Ángel buscando a su hijo con el que quiere cruzar la meta en su primera maratón; yo con la vista clavada ya en el último arco, en la meta, y mi hermano a nuestro lado; Ángel ve a su hijo y va a por él, esto hace que se rezague un poquito; pasamos delante de la grada, no veo a los míos pero se que están ahí; un último esfuerzo y todo habrá terminado, la línea de meta bajo mis pies, y el crono detenido en esas 3h 46´ 53´´; me abrazo a mi hermano; a Ángel que acaba de cruzar con su hijo; seguimos caminando, ahora solo caminar; vamos reponiendo nuestro cuerpo con los alimentos y las bebidas que nos ofrecen; recogemos nuestras mochilas; salimos del recinto vallado para encontrarnos con todos los que nos han estado apoyando, amigos y familiares, a todos ellos gracias.
Sí, mil gracias, millones de gracias, a los que teniendo mejores cosas que hacer decidieron pasar la mañana dando tumbos detrás de nosotros, a Ángeles y a Anabel; a Sonia y a Aitor; a Paloma, Susana, Silvia, Loli e Irene, a Esther y Ángel(illo); a Tecolinha; a Beatriz y a mi sobrino Enrique; a Jorge; y cómo no, a Abe.

Miguel, Ángel, SAturnino, Abe, Ángel(illo) y Jorge.

domingo, 26 de abril de 2009

REGRESO FELIZ

Hola, soy yo otra vez, la mochila azul,“su” mochila; apenas hace un par de horas que hemos regresado de Madrid; él por ahí anda, tirado en su sofá, cansado, pero feliz.
Lo supe en cuanto le vi, su cara le delataba, enseguida supe que había conseguido el primer objetivo, que había conseguido el segundo, y que también había conseguido el tercero, 3h 46´ 53´´.
Me dijo que lo había conseguido gracias a mucha gente, pero eso ya os lo contará él en su crónica.
Por mi parte os dejó hasta la próxima carrera.

jueves, 23 de abril de 2009

YO SOY “SU” MOCHILA

Hola, yo soy la mochila azul; no soy una mochila cualquiera, soy “su” mochila, la de las carreras.
Soy adoptada, aunque a él le gusta decir que soy heredada; empecé desde muy pequeñita a ir a las carreras y para mí es un verdadero lujazo: ver a tanta gente perseguir sus sueños me hace ver mi vida de otra manera.
Ayer cuando me rescató del armario intuí que nos íbamos a una carrera especial, lo delataba la manera de tratarme, la forma en que colocaba las zapatillas, la ropa de correr, la de por si llueve, los ocho imperdibles, los de él y los de algún amigo despistado; todo lo hace siempre muy metódico, pero en estas ocasiones más.
- ¿Dónde vamos?, le pregunté.
- Al Mapoma.
- ¿Que objetivo llevamos?
- Ya sabes que en los maratones para mí lo primero es terminar disfrutando y después bajar de cuatro horas.
- Lo conseguiremos.
- Esperemos, contestó secamente.
No debería decirlo pero os voy a contar un pequeño secreto; en esta ocasión lleva un tercer objetivo, bajar de 3h 48´, su mejor marca en maratón.
Bueno os dejo, oigo pasos y creo que vienen a por mí, nos vamos para Madrid, su maratón nos espera; a la vuelta os cuento.

lunes, 20 de abril de 2009

DISFRUTA DE TÚ PRIMER MARATÓN

A estas alturas lo habrás pensado muchas veces, lo habrás intentado imaginar y lo habrás querido vivir; ansias el gran momento, el debut en tu primer maratón.
Acabar un maratón implica realizar un gran esfuerzo, tanto físico como mental, esperas que ese día (el gran día) nada falle, sabes que estas preparado físicamente, pero al mismo tiempo eres consciente de que hay elementos externos que no podrás controlar y esto te mantiene inquieto, preocupado.
Pero todo este sufrimiento, todo lo que has sacrificado durante estos últimos meses tiene premio; tú premio “cruzar la meta”; en la vida hay muchos momentos inolvidables, y cruzar la meta en tu primer maratón te marcará toda la vida, como runner y como persona.
Yo voy camino del décimo, pero nunca olvidaré el primero.

domingo, 19 de abril de 2009

MIRA QUE VALLE

Muchos, y muy diversos son los consejos que se dan de cara a afrontar un maratón; todos ellos son de agradecer y siempre vienen bien; procuras ponerlos en práctica, no todos, pero alguno es imposible cumplir.
“Que en los días previos no hables del maratón”, al parecer acrecienta el estrés; pero que difícil es esto, cuando todo lo que te rodea, todo lo que haces ya va encaminado a esa meta. Y cuando se dice todo, es todo, lo cotidiano y lo deportivo.
Los rodajes de esta semana ya estaban condicionados por el esfuerzo del próximo domingo, en los que la distancia era lo de menos, lo dejaba en un segundo término; lo importante, para mí, era ir a un ritmo tranquilo y que no exigiese mucho desgaste, ni físico ni mental; simplemente dejar que las piernas se acoplasen a la respiración y rodasen.
Cuatro fueron los días en los que calcé mis zapatillas; semana desagradable en cuanto a lo meteorológico, con aire, lluvia, sol y más aire; inicié la semana de entrenos el martes, con un recorrido de unos 14 kilómetros y un crono de 1h 10´.
El miércoles, tenía programado un recorrido de unos 10 km., pero la lluvia, fuerte por momentos, me echo para atrás, dejando en seis kilómetros y un tiempo de 29´ 30´´.
El viernes, volví a mi circuito de los 14 km., parando el crono en esta ocasión en 1h 09´.
Y para acabar la semana, como no, el rodaje dominical, el de la tirada larga, en compañía de mi amigo Paco; con un recorrido por un paraje precioso, “mira que valle, esto no lo tienen en Madrid” decía mi amigo; con unos 24 kilómetros y un tiempo final de 2h 02´.
La semana no ha podido ser más gratificante, me quedo con buenas sensaciones físicas y con una carga de moral importante.

miércoles, 15 de abril de 2009

PREPARADO PARA OTRO SUEÑO

Madrid y su maratón ya se encuentran a la vuelta de la esquina, a pesar de la distancia ya se respira su ambiente.
Atrás quedan tres o cuatro meses de duros entrenamientos; de planes, de rodajes largos y no tan largos, de alguna serie (en mi caso pocas); de dudas y sufrimientos, también de ilusiones y buenos momentos; de hablar y comentar, de ir viviendo el maratón día a día; a veces angustiados, temerosos al primer pinchazo, alerta a la primera molestia.
Ya a punto de entrar en la última semana, en la que no deberíamos hacer locuras, lo que no hayamos hecho no lo vamos a hacer; todos sabemos ya nuestro estado físico y psicológico; todos sabemos, salvo imprevistos, lo que vamos a ser capaces de dar y el tiempo más o menos en el que nos gustaría parar el crono.
Ahora ha llegado la hora de disfrutar, de empezar a vivir la carrera, y por qué no, de empezar a saborear la grata sensación que se alcanza al cruzar la línea de meta; es la hora de empezar a vivir el sueño.

lunes, 13 de abril de 2009

NUBES Y CLAROS

Negros nubarrones sobrevuelan mi cuerpo, ansiando descargar sobre él su pesada carga, mientras éste reza, o más bien suplica, para que una ligera brisa los aleje; desde el martes esta sometido a una lucha interna para que los virus no se apoderen de él, compaginado momentos malos (miércoles y domingo) con otros menos malos, en los que quiere aparentar cierta normalidad y que no se note la desesperación; no es precisamente el mejor momento para incubar una gripe, a quince días vista se tiene que enfrentar al mapoma y sabe que va a necesitar todas sus fuerzas.
Así que, a trancas y barrancas hemos ido completando el entrenamiento que teníamos programado, y a decir verdad y vistas las circunstancias no se ha dado nada mal; he terminado la semana preocupado porque el malestar no acaba de pasar, pero al mismo tiempo contento con los rodajes.
El lunes se saldo con un rodaje de 10 kilómetros, tranquilo, como es habitual, más para recuperar las tiradas largas del fin de semana que para otra cosa.
El miércoles tenía pensado hacer series, pero mi cuerpo me pedía no hacer nada, así que me decidí por un recorrido de sube y baja, por supuesto a un ritmo poco exigente, completando una hora de suave trabajo.
Para el jueves tenía previsto una tirada larga, pero la fatiga que desde un principio sentía en mi cuerpo me hizo acortar el recorrido, quedándome en catorce kilómetros y con la sensación de no tener fuerzas, de que alguien había quitado el tapón del desagüe y se habían ido por la tubería.
El viernes di descanso al personal, para que afrontase el fin de semana con ganas e ilusión; el sábado tirada de catorce kilómetros al ritmo que espero llevar en la maratón, y al fin un claro, un soplo de aire, termine satisfecho y con una pequeña carga a mi maltrecha moral.
El domingo, diecinueve kilómetros nos esperaban, y al igual que ayer procuré llevar el ritmo del mapoma; al principio me costo coger el ritmo, no iba cómodo, pero a medida que caían los kilómetros mi cuerpo se fue adaptando, para terminar con muy buenas sensaciones, lo que sin duda hizo que la carga moral subiese unos enteros.
Ahora a rogar que este ligero malestar me abandone y me deje afrontar con tranquilidad estas dos semanas, o más bien ésta, porque la última ya solo queda descansar y reponer fuerzas.

domingo, 12 de abril de 2009

SEMANA SANTA LEONESA (2ª parte)

Domingo de Resurrección, “Procesión del Encuentro”, organizada por la cofradía Real Hermandad de Jesús Divino Obrero; último día de Semana Santa y última procesión; atrás han quedado ilusiones, sueños, promesas y sobre todo el esfuerzo de nuestros “papones”, sin quienes no sería posible todo esto.
Desde ahora ya queda pensar en la Semana Santa 2010, y a buen seguro los responsables de que León durante diez días viva en la calle ya están pensando en como mejorar la que acaba de terminar; en lo que a mí respecta ya pensamos en el Sábado de Pasión, en que de nuevo mi ángel pujará a la Virgen de la Esperanza.
Como homenaje, a todos los que han hecho posible mi Semana Santa, os dejo la poesía de Antonio Machado, “La saeta”, cuya música ha sonado durante estos días en el aire leones; y un pequeño video de una de las procesiones celebradas el Sábado Santo, concretamente de la procesión “Camino de la Luz”, organizada por “Cofradía del Santo Sepulcro Esperanza de la Vida”.

¿Quién me presta una escalera
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Saeta popular
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

sábado, 11 de abril de 2009

MI (SU) REFUGIO

Amigo mío, dicen que la cara es el reflejo del alma, y en tú caso así es, no sabes disimular y eso te mata; tragas carros y carretas; acumulas gota tras gota, hasta que no te entran más y rebosas; y después ¿por qué camino tiras?, sabes que no tienes elección, “la loba” ya cerro el circulo, estas dentro de el, das vueltas y más vueltas, no encuentras salida, ni respuestas, y lo que es aún peor, a nadie que te las pueda dar.
Sabes que eres buena persona, fiel amante y fiel amigo, pero en presencia de “la loba” estas perdido; pero al menos que no te pidan una sonrisa, no las sabes fingir; dices que tiemblas cuando llega con su piel de cordero y con su sonrisa de hiena, y que todo es pura fachada.
Amigo mío, dices que “La loba” cuando esta en su monte finge ser feliz, pero no lo es, nunca podrá serlo, porque quien vive como ella, preocupada por el que dirán nunca alcanzará la felicidad.
Amigo mío, dices que sus lobeznos, los que podrían hacer que la situación cambiase, no hacen nada, que ven pero que no quieren ver; entonces amigo, ¿que puedes hacer tú?.
Amigo mío, te quiero ayudar, déjame, se que en momentos como estos lo necesitas; te voy a dar un consejo, luego tú haz lo que quieras, como siempre.
Yo cuando me encuentro, como tú llamas, dentro de un círculo, de ese círculo del que es imposible salir, salgo a correr, no para huir, eso nunca, pero haciendo kilómetros y kilómetros las cosas se ven de otra manera, recorriendo esos caminos de Dios, esos montes y esas orillas del río Torío, lugares que te ayudan a alcanza la paz interior, donde la cabeza deja de pensar para evadirse a otros parajes más placenteros; disfruta amigo, disfruta.
Si has llegado hasta aquí leyendo, te estaras preguntando de que hablo, pero en esta ocasión solo mi amigo y yo lo sabemos, se lo debo, perdonarme.

lunes, 6 de abril de 2009

10 KILÓMETROS DE LANGREO (2ª parte)


El despertador sonaba cuando aún en nuestros tímpanos retumbaban tambores y trompetas; mientras nos desperezamos vamos preparando el breve viaje a Langreo; mochila azul, hoy ligera de equipaje, unas zapatillas, una camiseta, una toalla (eso sí, no una toalla cualquiera, la del maratón de Sevilla 2009), cuatro imperdibles y la pócima secreta; desayuno, acorde con lo que nos esperaba; y salida, a las 08:30 horas, como estaba previsto.
El viaje, por Pajares, como siempre que viajo a Asturias (sin prisas), el puerto precioso, con una pequeña capa de niebla que dejaba entrever los incipientes rayos del sol; durante el trayecto Ángeles, mi ángel de la guarda, repasaba una y otra vez la emotiva jornada vivida apenas hace aún unas horas, el día que vivió ayer no lo olvidara nunca; los sueños son para vivirlos.
A las 10 de la mañana recogemos el dorsal, estamos en la plaza de España, lugar de salida y meta, por delante tiempo más que suficiente para estirar, calentar y demás parafernalia.
La salida, a la hora prevista, más o menos; salgo bien y no tardo en coger el ritmo, el que pretendo llevar hasta el final, 4´ 30´´ por kilómetro; quiero que mi cuerpo cambie de hábitos, que corra algo más rápido, que salga de la rutina.
El circuito constaba de cuatro vueltas, lo que podía ayudarme a regular mejor para acabar en 45´, pero desisto de controlar el tiempo cada vuelta, busco un tiempo constante por kilómetro, y zancada a zancada lo voy consiguiendo, voy cómodo, bastante cómodo; 1,2,3,4 y meta, y crono (el mío) en 45´ 02´´; me quedo muy satisfecho con lo hecho.
Por supuesto, soy consciente de que no es un “tiempon”, pero desde que decidí cambiar algo para salir del atasco de tiempos en que estaba sumido, trace un plan de entrenamientos y objetivos, y el tiempo dirá si da sus frutos o no, pero eso no será hasta mi próxima temporada, o lo que es lo mismo, que tendremos que esperar a después del verano.
Ayer de momento, regresé satisfecho con la carrera que hice, en la que encontré buenas sensaciones y recuperé el espíritu de sacrificio.

domingo, 5 de abril de 2009

SEMANA SANTA LEONESA

Un año más León disfruta de su tradicional Semana Santa; una Semana Santa que tiene sus raíces en el primer tercio del siglo XVI, y que desde entonces no ha hecho más que ir subiendo peldaños, hasta convertirse en el gran acontecimiento que vivimos en nuestros días.
En el año 1999, fue distinguida con la declaración de “Interés Turístico Nacional”, y en el 2003, cuatro años después, fue declarada de “Interés Turístico Internacional”.
Ayer, “Viernes de Dolores”, dio inicio con la primera de sus procesiones, la “Procesión de la Dolorosa”, por delante diez días intensos, en los que un sinfín de procesiones recorrerán nuestras calles, y sin lugar a dudas congregarán a miles de leoneses y de visitantes en ellas, que con solo su presencia alimentarán el alma de los miles de “papones” que con su esfuerzo y entrega hacen posible, año tras año, que nuestra Semana Santa goce de mayor esplendor; sin olvidarnos de la majestuosidad de sus tallas y de la música que acompañan cada procesión.
Por unos días convertimos la calle en un gran escenario donde se representa la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo; en esa representación unos actores actuarán por fe y otros por tradición, pero sobre todo muestran respeto por los motivos del otro.

Hoy, sábado cuatro de abril, organizada por la cofradía “Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramental y María Santísima de la Piedad, Amparo de los Leoneses”, se celebró la “Procesión Jesús de la Esperanza”, y en esta ocasión, este año, no fue una procesión más; desde hace tiempo, mucho tiempo, Ángeles (mi ángel de la guarda) mantenía la ilusión de participar más activamente en la Semana Santa, conseguir un papel protagonista, quería pujar, y hoy ha sido el día, sobre sus hombros la imagen de “La Virgen de la Esperanza”.


"La Virgen de la Esperanza a su paso por San Isidoro"
"La Virgen de la Esperanza a su paso por la Catedral"
Acabamos de llegar a casa, y puedo dar fe de que esta cansada, muy cansada, pero puedo aseguraros que está feliz; muchas veces me recuerda la cara con la que salí de mi primer maratón, entonces no me la pude ver, pero hoy la he visto reflejada en ella.
A partir de aquí estaré apoyándola en esta nueva andadura, pero que no me pida que aprenda el nombre de la cofradía, que me pierdo.

viernes, 3 de abril de 2009

10 KILÓMETROS DE LANGREO (1ª parte)

Cansado, quizás de carreras de tirada larga, de las que dejan alguna secuela física o que al menos merecen un pequeño descanso, me he decidido por afrontar una de 10 kilómetros, más exigente en el ritmo pero de fácil recuperación; el domingo voy con mis zapatillas a Langreo, a correr sus 10 kilómetros.
Para prepararla, al menos un poco, he cambiado los entrenamientos, aunque más que los entrenamientos he cambiado el chip mental; es una distancia que habré corrido en tres o cuatro ocasiones y no estoy acostumbrado a ella, haciéndoseme extraña la distancia; por supuesto he rodado esos kilómetros en entrenamientos, pero siempre como preparación para una media o una maratón.
Con lo cual el objetivo de los entrenos de esta semana ha sido el adaptarme a un ritmo de crucero que pueda mantener durante esos 10 kilómetros sin mayor problema, más rápido por supuesto que el que mi cuerpo tiene registrado para distancias más largas, como medias o maratones.
Creo que lo he conseguido, al menos en los rodajes de miércoles (6 km) y de ayer (10 km), así que ya y antes de la prueba me queda una tirada relajada, no al trote cochinero, pero casi.
Quizás no debería haberme inscrito en esta carrera, no porque no me apeteciese correrla, sino porque eso ha hecho que durante esta semana haya dejado aparcado la preparación física del mapoma, aunque también puede ser que para la preparación psicológica venga bien, porque me ha quitado algo de ansiedad el no estar pensando tanto en Madrid.

Y además, que me apetecía correrla.

miércoles, 1 de abril de 2009

COSAS DE VI VECINO ANSELMO (V)

Tengo a mi vecino Anselmo mosqueado (y no me gusta mosquear a los amigos, un poco de puteo no esta mal, pero que no se enfade), el otro día en una de nuestros paseos habituales, me paso otro no menos habitual papel, y como siempre bien doblado, esta vez no era un recorte de periódico, lo había escrito él, “para que lo pongas en tú blog”, me dijo.
Cogí el papel y lo metí en el bolso, con la intención de hacer una entrada, como había hecho otras veces, pero los acontecimientos de las últimas semanas, entre los que se encontraba la celebración de nuestra carrera hizo que no encontrase el momento para ello.
Hoy, cuando volvía de mi rodaje, me he cruzado con él, y tras un escueto saludo, disparó.
- No has puesto lo que te di.
- No he podido.
- Como no vas a poder, si el blog es tuyo, ¿no te gustó?.
- No es eso, me da igual, tú me lo das y yo lo escribo, hoy lo escribo.
Total que aquí estoy otra vez hablando de mi vecino Anselmo, quien poquito a poquito va mejorando de su problema de salud, y aún con la fijación de salir a correr.
Bueno pues voy al grano, y al papelito de mi vecino Anselmo, en el que plantea unas reflexiones de su hija Clara, de 16 años.
- Papá, si no voy a clase, ¿te avisan?.
- Sí, hija.
- Papá, si me pillan robando en una tienda, ¿te avisan?.
- Sí, hija.
- Papá, si me pillan fumando un porro o haciendo botellón, ¿te avisan?.
- Si, hija.
- Papá, si voy a un hospital a abortar, ¿te avisan?.
- No, hija.
- Papá, no puedo comprar tabaco, no puedo comprar bebidas alcohólicas, no puedo votar y si puedo abortar, no entiendo nada.
- Hija, yo tampoco.
A decir verdad, además de Clara, alguien más debería de reflexionar.
Nota: Anselmo es el seudónimo de miles de personas anónimas.