sábado, 30 de mayo de 2009

NEGAR LA REALIDAD

No es que nos guste, es que nos encanta salir a correr; no dejamos de entrenar (siempre con las zapatillas a cuestas); nos dejamos llevar por nuestras sensaciones (solo las buenas); somos expertos en lo que nosotros llamamos molestias, esos pequeños males que están siempre expectantes, siempre esperando sorprendernos.
Cuando esas molestias son leves, no hay problemas, seguimos corriendo. Nos mantenemos alerta y después de un tiempo y con unos pequeños cuidados todo vuelve a la normalidad, a nuestra querida normalidad.
Pero toda nuestra vida se complica (pensamos que así es) cuando esas molestias (las leves), esas que eran pequeñas, no cesan. Saltan todas las alarmas, y llegan las visitas a especialistas, físios y demás “santones de la rápida recuperación”; con ello llega el terrible veredicto “tienes que parar”.
Ese es el verdadero problema, “parar”; “¿no puedo trotar un poquito”; “parar”.
Aún así nos resistimos, seguimos forzando a nuestro gran aliado, nuestro cuerpo, aún a sabiendas de que no solucionamos el problema.
Y mientras intentas retomar la normalidad, y fuerzas para salir de la pesadilla, piensas “Qué fácil es decir a otros que paren, que no fuercen, que descansen, que escuchen a su cuerpo, y que difícil es asumirlo en nuestras propias carnes”.
Así que vamos a tocar madera y pedir que nos respeten las lesiones (esas pequeñas molestias).

jueves, 28 de mayo de 2009

24 HORAS DE RECUERDOS

Durante una de estas limpiezas “abrasivas” que se suelen hacer en la mayoría de nuestras casas (limpiezas donde tiras lo que no tiraste en la anterior), Ángeles se topo con la copia de la crónica que hace dos años hice de los 100 en 24. Crónica, que como con casi todo lo que se guarda no encontraba, y que además no podía recuperar porque estaba colgada en una página que hoy día ya no existe.
Hoy quiero volver a compartir aquellos recuerdos; que sirva también como homenaje a Juan Pe, José y Alberto, mis compañeros en aquella ocasión; y también como estimulo para Ángel y Abe, los compañeros que irán a mi lado este año.
Os dejo con aquellos recuerdos:
A las 09:00 horas los cuatro componentes del equipo de “EL GRAN RETO” se encontraban frente al polideportivo de Colmenar Viejo, con sus mochilas llenas de ilusión, y de alguna otra cosa, no lo voy a negar.
Después de retirar nuestros dorsales (aquí empezamos a comprobar que la organización era un desastre) y de preparar las mochilas que íbamos a repartir por los diferentes polideportivos, nos dirigimos a tomar un café, acompañado de unos churritos (por cierto dejamos 2), mientras entre risas cambiamos impresiones sobre el planteamiento del reto que teníamos por delante.
A continuación, y tras cambiarnos de ropa, nos dirigimos hacía la línea de salida, donde empezamos a realizar suaves estiramientos; bueno a decir verdad nos sentamos en la hierba artificial, teníamos por delante 100 kilómetros para cansarnos de estirar.
Por fin llegan las 12:00 horas, suena el pistoletazo empieza “EL GRAN RETO”, los cuatro con ilusión, empezamos la primera etapa, de las cinco en que habíamos dividido la prueba.

Esta primera etapa fue un sube y baja constante, con algún tramo difícil incluso para caminar, nos lleva de la localidad de Colmenar Viejo hasta proximidades de Manzanares del Real, para volver a Colmenar Viejo, de nuevo al punto de partida, pero eso sí, después de recorrer 35 kilómetros, son ya las 17:20 horas.
De momento todo va bien (Juan Pe se queja de alguna ampolla, pero le restamos importancia), nos disponemos a reponer fuerzas y descansar un poquito (en este punto agradecer la compañía y el ánimo que nos dispenso Abe).

Sobre las 18:00 horas iniciamos la segunda etapa, 18 kilómetros que nos llevarán a la localidad de Tres Cantos, donde llegamos sobre las 22:00 horas.
En general, buen terreno para trotar y caminar, exceptuando algún tramo, buen paisaje.
Esta segunda etapa se convierte en un verdadero calvario para Juan Pe, y a medida que pasa la misma también para José, por lo que deciden abandonar “EL GRAN RETO”.
Después de la despedida de nuestros dos valientes compañeros, Alberto y yo nos dirigimos a descansar un poquito, y reponer fuerzas con una fugaz merienda.

Iniciamos la tercera etapa, con la tristeza de ver mermado el grupo, pero al mismo tiempo con el ánimo renovado, son las 22:45 horas y por delante 21 kilómetros, que nos llevarán desde Tres Cantos hasta San Sebastián de los Reyes.
Ya no podemos disfrutar del paisaje, es noche cerrada y hacemos uso de nuestros frontales, que nos van iluminando la senda por donde iniciamos el recorrido, y posteriormente el camino. A mitad de este recorrido, y para que no fuera todo tan fácil, se inicia una fuerte tormenta, que hace algún tramo casi impracticable, teniendo que extremar las precauciones para no dar con nuestros huesos en el suelo. Esta tormenta ya nos acompañó hasta San Sebastián de los Reyes (kilómetro 74), donde llegamos algo destemplados y casi tiritando, ya son las 02:52 horas (según nos anotan en el rutómetro que nos acaban de sellar).
Nos damos una ducha de agua caliente que nos reconforta bastante, y después de una ligera cena (la verdad apenas tenemos hambre) nos disponemos a descansar un poco, intentamos dormir algo, mientras oímos como golpea la lluvia sobre el techo del pabellón. Aquí nos cuentan que el número de abandonos se ha incrementado considerablemente.

Sobre las 04:30 horas iniciamos la cuarta etapa, San Sebastián de los Reyes-Tres Cantos (esta más corta, tan sólo de 15 kilómetros), sigue la tormenta, pero esta vez vamos mucho más abrigados.
Después de unos dos kilómetros de iniciar esta etapa, nos encontramos en mitad de un monte, jarreando agua, y quien lo diría, perdidos, no vemos ningún indicador del camino que debemos seguir, por lo que decidimos deshacer el camino andado (nos reímos, kilómetros solidarios pensamos, quizás el ”bueno de Abe” ha enviado unos cuantos SMS, más risas, además de algún juramento que no voy a reseñar, retrocedemos hasta que vemos unas pequeñas lucecitas (cinco o seis) que como pequeñas luciernagas nos indican que hemos encontrado el buen camino, decidimos acelerar el ritmo para poder contactar con ese grupo, y hacer el resto de esta etapa con ellos.
Amanece y deja de llover, lo que hace que las condiciones mejoren algo, aunque el cansancio ya se ha adueñado de nuestros cuerpos, con un ritmo suave y constante llegamos de nuevo a Tres Cantos, pero esta vez estamos en el kilómetro 88, el reloj señala ya las 07:40 horas, “vamos bien” nos decimos, “venga un último esfuerzo y lo lograremos”. Aquí no estamos mucho tiempo, nos sellan el rutómetro, vamos al servicio (aunque esto lo habremos hecho en las otras paradas, además de alguna canita en el monte), pequeños estiramientos, a decir verdad nos sentamos en un banco un poco de reflex para Alberto y de vuelta al camino, vamos a por la última de nuestras cinco etapas.

Sobre las 08:00 horas iniciamos la última etapa, el último escollo, el que nos llevará a Colmenar Viejo, después de haber rodado 100 kilómetros, y dar vueltas al mismo entorno, vueltas que me han tenido desorientado 24 horas (he de reconocer que en ningún momento ha sabido ubicarme). Con paso cansino nos ponemos manos a la obra, paso a paso llegamos al kilómetro 93 (lugar del penúltimo avituallamiento) y lugar donde inicia la última penuria, la llegada a un riachuelo (en León lo llamamos reguero) que tenemos que cruzar, pero a alguien se le olvido poner el puente, para evitar mojar las zapatillas y calcetines, decidimos despojarnos de dichas prendas, a pesar de que el agua estaba fría seguro que nuestros pies lo agradecieron, que fueron los únicos, porque a nosotros nos fastidió bastante, todo esto no tendría importancia sino hubiésemos tenido que cruzar el riachuelo (ya sabéis, en León reguero) varias veces, tantas que a nosotros nos parecieron 17, pero la segunda pasamos por el medio, ya no nos importaba mojar las zapatillas y los calcetines, total ya no teníamos con que secar los pies, y las restantes veces pasábamos por donde podíamos, (bueno las otras 15 veces).
Después de esto nos quedaba el final, una cuesta de mil demonios que iba a convertir nuestro último esfuerzo en nuestro último sufrimiento, pero llegados a la cima del último repecho, allí estaba, solo a 300 metros, la meta, lo hemos logrado pensamos, y casi al unísono dedicamos “EL GRAN RETO”, “va POR ELLOS”, y también por Juan Pe, por José, y por mi cuñada Paloma (que esta pasando por un momento delicado de salud), aunque seguro que en nuestro interior el esfuerzo se lo dedicamos a nuestros seres queridos, a los que soportan que hagamos locuras como esta.
Son las 10:48 horas y hemos llegado a meta, 100 kilómetros, 22 horas y 48 minutos. Lo hemos logrado, ¿volveremos a intentarlo?, que conteste Alberto, que a mi me da la risa.
Gracias a todos los que nos han apoyado, por cierto ¿jugó Canute?.

martes, 26 de mayo de 2009

PREPARANDO LA MAQUINARÍA

Semana post carrera; semana de recuperación positiva; semana de pensar en el próximo objetivo (100 kilómetros en 24 horas), hacía el que estarán dirigidos todos los entrenamientos.
El lunes di descanso al cuerpo, no se muy bien porque lo hice así ya que no fue por estar cansado, en otras ocasiones lo he estado más y he salido a hacer mi recorrido de recuperación, quizás haya sido para variar y que todo no sea tan monótono.
Ya el martes no había disculpas, zapatillas y al monte; nuevo recorrido de recuperación, nuevo cambio (estamos por cambiar hábitos), mayor distancia y por un terreno de suaves subidas (muy suavecitas); ritmo tranquilo, al trote; estiramientos y más estiramientos. Con un tiempo final de 47 minutos.
Para el miércoles habíamos planificado tirada larga, ritmo más exigente y terreno más sinuoso. Conseguí dos de los tres objetivos, con el ritmo más exigente no pudo ser, empecé con buenas sensaciones, pero no tardé mucho en sentir las piernas pesadas, lo que me hizo replantear el ritmo inicial, adaptándolo a la nueva situación. Más trabajo de lo que pensaba, con ese plus de sacrificio al me obligo la pesadez de piernas. Crono final de 1 h 13´.
Jueves, descanso que nunca viene mal.
Viernes, salí a pasear durante hora y media; preferí descansar para no castigar en demasía al cuerpo, durante el último rodaje no disfruté en exceso, bueno mejor dicho no disfruté nada.
El sábado lo dediqué a caminar, mi próximo reto me va a exigir andar, y no esta de más hacer algún entrenamiento en ese sentido, no es lo mismo andar que correr. Así que con la compañía de Ángeles, provistos de una pequeña mochila, nos encaminamos a disfrutar de una buena mañana de naturaleza, y a fe que lo hicimos. Dos horas de caminata; de disfrutar de ese preciso paraje de “los pinos”, con sus constantes subes y bajas; de disfrutar de esas preciosas vistas de la ciudad de León; de disfrutar de la explosión de la primavera, de su colorido, su fragancia y de sus sonidos. Suma total del disfrute, 1 h 55´ (redondeemos, dos horas).
El domingo, mi domingo placentero, ese en el que me encanta la tirada larga, correr buscando las buenas sensaciones, esas en las que te encuentras a gusto corriendo, independientemente del ritmo, sin forzar para nada, dejándome ir, acoplando ritmo de piernas y ritmo de respiración. No elegí un recorrido fácil, empecé por calentar llaneando, para después enfrentar una subida de unos dos kilómetros, nuevo planear, una bajada antes de enfrentarme con varios toboganes, vuelta al llano y a buscar el final. Me encantó la salida, disfruté un mogollón. El crono se paro en una hora y doce minutos.
La mente ya este preparada para ese nuevo objetivo, ahora solo queda preparar el resto de la maquinaría, y en eso andamos.

sábado, 23 de mayo de 2009

VUELTA A COLE

El paso de la vida nos lleva cada vez con más frecuencia al pasado; a escudriñar nuestros recuerdos; a volver a vivir los buenos momentos, dejando en el olvido los menos buenos.
Ayer, cita con una parte de esos recuerdos, con los vividos entre los años 1974-1978 en el colegio San Juan de la Cruz, con una parte de mi vida.
Estos recuerdos no son la primera vez que los vivimos, lo llevamos haciendo desde hace doce años; un buen día, uno de los protagonistas de esos recuerdos tuvo la feliz idea de organizar una cena con aquellos niños, con aquellos adolescentes, también con aquellos profesores (los que nos complicaban la existencia), con los que compartió su infancia y su juventud, y como no, eso le llevaba otra vez al colegio.
Siempre los mismos recuerdos, siempre las mismas anécdotas, pero cada vez contadas con renovada ilusión, como si todo hubiera pasado hace apenas unos meses en vez de treinta y tantos años.
¡Ay!, que tiempos aquellos, que sensaciones. ¿Realmente existió la lista negra?, dicen que sí. Ese bar explotado para financiar nuestro viaje de fin de curso. Ese tira y afloja para que los curas nos dejasen montar un baile en el gimnasio del colegio; el montaje de ese baile, las luces, los roperos, las chicas. Ese equipo de rugby que en dos ocasiones quedo subcampeón de España. Esos rezos en todos los idiomas posibles. Esos saltos de la valla para fugarnos del colegio durante el tiempo del recreo. Esa sentada en el patio del colegio para protestar por no se que. Esa fotocopia de la orla que no para de dar vueltas y vueltas alrededor de la mesa. Tantos y tantos recuerdos, a los que a buen seguro volveremos en las próximas citas.
En alguna ocasión me he preguntado sí con esa mirada hacía atrás no pretenderemos convertir ese pasado en presente; sí no queremos modificar esos recuerdos y teñirlos de color de rosa. No se la respuesta, aunque posiblemente sea que no y que lo único que perseguimos es pasar un buen rato.

jueves, 21 de mayo de 2009

PONGAMOS QUE HABLO DE…ÁVILA


Mil gracias derramando.
Paso por estos sotos con presura.
Y yendolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejo de su hermosura.

-San Juan de la Cruz-

Con el transcurrir de los días los recuerdos se van aposentando; recuerdos de ida y vuelta, que irremediablemente acaban llevándome a Ávila, a los pies de su muralla, al recorrido de sus calles, al lado de sus gentes.

Atrapados en mi memoria quedan un sinfín de imágenes, de momentos vividos, en los que arrebatar el tiempo a la historia fue posible.

Ciudad mística y espiritual; en Ella se respira paz y tranquilidad; quieto el discurrir del tiempo; armonioso equilibrio entre lo antiguo y lo moderno; agradable trato de sus gentes; de cuidadas tradiciones.

Ávila, recogida en sí misma y al mismo tiempo abierta al mundo.

lunes, 18 de mayo de 2009

XVIII MEDIA MARATÓN DE ÁVILA

Nunca una carrera ha sido tan aplazada como ésta, por una u otra causa nunca cuadraba en mi agenda, tanto que si no llega a ser por el empeño de Ángeles hoy aún sería una más en el calendario español.
Ávila es una bonita ciudad, tranquila y pequeña, en ella no hay distancias, todo esta al alcance de la mano, así que no sería necesario pegarse un madrugón.
No duermo excesivamente bien, la ansiedad por recuperarme de las jornadas turísticas y la información facilitada por el amigo Carlos me lo impide, o al menos me produce cierta incertidumbre y desazón.
A las 07:45 horas suena el despertador, muevo las piernas, buscando buenas sensaciones, noto los gemelos duros y no me gusta, tienen que estar preparados para rendir al máximo, no quiero justificaciones y tampoco sería justo, no en esta carrera.
Una hora después acudo a la cita con mi compañero de fatigas, Ángel; juntos, con nuestras respectivas familias, nos dirigimos a la zona de salida, la plaza de Santa Teresa.
Recogemos el dorsal; estiramos; trotamos; bebemos y comemos; buscamos una estación de autobuses (el entorno nos complicó la búsqueda); últimos apoyos de nuestros incondicionales, Esther, Ángel-illo y Ángeles; del amigo
Carlos, que se había acercado a la salida; las apreturas de la línea de salida; la muralla al fondo; disparo; negros (no se ofenda nadie) que empiezan a volar; blancos que empiezan a correr y otros muchos a trotar.
Nosotros somos de los blancos que empezamos trotando, no suelo volverme loco en las salidas y mucho menos lo iba a hacer en esta carrera, lo que nos quedaba por delante era duro y había que coger ritmo. Aún así no queremos desaprovechar los kilómetros favorables, y los primeros seis lo son; hemos pasado el segundo kilómetro a una media de 4´ 30´´, Ángel así me lo canta, “vamos deprisa” me dice, no contesto, sabe que corriendo hablo poco, ya he cogido mi ritmo y sé que no lo podré mantener durante mucho tiempo, la carretera acabara poniendo las cosas en su sitio.
Entre subidas y bajadas llegamos al kilómetro seis, a 4´40´´ de media, no esta mal; el ritmo es exigente para mi, pero voy cómodo y eso me ánima, Ángel va relajado y sacando fotos, “sonríe” y sonrio.
A estas alturas hemos hecho grupo con tres atletas de un club de Ávila y con uno de un club de Aranda; la carretera empieza a volverse contra nosotros, por delante una subida que desde donde estamos parece no tener fin, los abulenses nos avisan de que nos esperan tres kilómetros duros; concentración, cabeza gacha y p´arriba; lucha y esfuerzo; nuestros acompañantes se nos van unos metros, “vamos Satur, ya estamos arriba, no queda nada” me anima Ángel; alzo la vista veo una rotonda, los corredores giran a la izquierda, no queda nada, es cierto, aprieto los dientes, ya llegamos, ¡oh¡ no; la carretera no da tregua, sigue p´arriba, aunque un rayo de esperanza me ilumina, reconozco la calle, algo más arriba estaba mi hotel, se donde acaba el “repechón”, y eso hace que pueda dosificar mis fuerzas; volvemos a dar alcance a nuestros antiguos acompañantes (los tres abulenses y el de Aranda) y nos (o me) colocamos a su rueda, llevan una buena liebre y no es cuestión de desaprovechar la ayuda; por fin coronamos, oímos gritos de ánimo y tímidos aplausos, creo que los primeros desde que abandonamos la zona amurallada; estiramos brazos, cogemos aire, nos dejamos ir con gran alivio.
Aunque la relajación no puede durar mucho, pasamos el kilómetro 10 en 49´ 35´´, aún vamos por debajo del objetivo, pero en la anterior subida hemos perdido el colchón de dos minutos que llevábamos acumulados.
Sin darnos cuenta, y siguiendo a nuestra particular liebre, llegamos al kilómetro once, donde la carrera se vuelve a empinar, algo más de dos kilómetros de constante subida nos esperan; al llegar a una rotonda vemos bajar por el otro lado de la mediana a los corredores que nos precedían, y lo que podría se algo negativo lo transformamos en pensamiento positivo “al menos lo que subamos lo vamos a bajar”; Ángel en su papel de fiel escudero, “venga vamos”; la liebre se nos va y con ella sus tres acompañantes, ya solo queda engancharse en la distancia y que esta no crezca en demasía, no es cuestión de desfondarse; dos pequeños con su madre aplaudiendo “gracias”; el ritmo se ha hecho a la cuesta, lo aumento, el cuerpo lo acepta, subimos mejor, adelantamos a uno, a otro, eso da alas; por fin nos dejan cruzar para el otro lado de la mediana, la que va para abajo; “tranquilo” incide Ángel; “si” contesto, mientras adapto el ritmo y la zancada a la bajada; volvemos a alcanzar a la liebre y sus acompañantes, nos volvemos a acoplar; bajamos y bajamos; “¿aparte de la última subida queda alguna más?” pregunto inocente; “cuando lleguemos a la próxima rotonda giramos a la izquierda y tenemos una subida de un kilómetro” responde uno de los abulenses; seguimos bajando y bajando; giro a la derecha; kilómetro catorce y medio; ahora subimos y subimos; avituallamiento del 15, nuestra liebre afloja el ritmo, su grupo se queda; seguimos subiendo; nuevo cambio de sentido, ahora a bajar, esto lo llevamos mejor; por delante más de cuatro kilómetros de terreno favorable, intentamos incrementar o coger un ritmo que nos lleve al kilómetro 20 con un pequeño margen; nos adelanta la liebre y uno de sus miembros se queda a nuestro lado, los otros dos componentes del grupo han dejado de luchar; nuestro acompañante nos pone al corriente de lo que nos queda y nos advierte “ya no aguantaré mucho más con vosotros”; el fin de la bajada nos introduce de nuevo en la ciudad; nos quedamos solos; llevamos buen ritmo para la altura de carrera en que estamos; alcanzamos a algún corredor que intenta seguir nuestros pasos; pasamos junto a la iglesia de San Vicente, terreno en suave bajada, tímidos aplausos de un conductor de autobuses; la muralla a nuestra izquierda, “sonríe” foto, “no salió”, “otra sonrisa” otra foto, ésta si; kilómetro 20, ya no nos reímos, unos cuatrocientos metros infernales, regulamos o regulo, Ángel tira de mí, giro a la izquierda, giro a la derecha, divisamos el final del calvario, a lo lejos Carlos y sus amigos, Ángel agita los brazos, nos ven, y sus ánimos nos ayudan en esos metros finales; afrontamos los últimos metros, ya no puedo cambiar el ritmo, las piernas no me responden.
Foto gentileza de Carlos

Ya paso todo, cien metros y último giro a la izquierda; Ángel ya con ganas de agarrar a su hijo y cruzar de nuevo la meta con él; Ángel-illo nos ve y corre hacía nosotros, agarra la mano de su padre; esprinta, se suelta de la mano paterna; llegamos a meta, Ángel-illo el primero, Ángel a continuación lleno de gozo, y cerrando el grupo el que esto narra.

1h 46´ 26´´ y 1h 46´ 30´´ respectivamente, a una media de 5 minutos el kilómetro; nuestros tiempos no son para tirar cohetes, eso lo sabemos, pero nos la hemos currado un montón, además de haberla disfrutado, y eso es lo que nos importa.
Agradecer como siempre a todos los que de una u otra forma nos han apoyado, y en especial a Ángeles; a Esther y Ángel-illo; a Carlos y todos sus acompañantes.
Volveremos......o no, ¿que creéis?.
Foto gentileza de Carlos

domingo, 17 de mayo de 2009

PROMESA CUMPLIDA

Acabo de llegar de Ávila, estoy cansado, no me apetece pensar y casi ni escribir, y podría esgrimir una retahíla de justificaciones para no empezar ahora con la crónica; pero realmente solo hay una, no se por dónde empezar, ha sido un fin de semana muy intenso.
Turismo, con todo lo que la palabra implica, visitas, monumentos, gastronomía; deporte y mucho esfuerzo; momentos de sensaciones, compartidos con mi mujer, con mi hija, con amigos (viejos y nuevos), de intercambiar experiencias y anécdotas; en resumen de pasar buenos ratos, muy buenos ratos.
Así que tendréis que esperar un poquito (no mucho) para las crónicas, ya sabéis la paciencia es la madre de la ciencia.

viernes, 15 de mayo de 2009

VUELTA AL TRABAJO

Mi próxima participación en la media maratón avulense me ha obligado a dejar de vaguear y a retomar los entrenamientos, al menos lo suficiente como para terminar decorosamente.
Así que planifique la semana para tres salidas, lunes, miércoles y jueves, la cosa no daba para más.
El lunes, inesperadamente cambio de planes; todo preparado para empezar con el rodaje programado, cuando un terrible aguacero empieza a caer sobre mi ciudad, lo que me obliga, con todo mi dolor de corazón, a quitarme las zapatillas después de unos ligeros y suaves ejercicios de estiramientos, amén de alguna palabra mal sonante; “empezamos bien la semana”.
Debido al pequeño contratiempo y repentino cambio de planes, tuve que habilitar el día de descanso, el martes, para salir a rodar; salida corta, la de los seis kilómetros, a ritmo de cinco.
El miércoles estaba en un principio programado para el gran test, el que iba a indicar mi estado físico y como debería afrontar la media de Ávila; el recorrido elegido el que estado haciendo desde el mapoma, el del sube y baja, el de “los pinos”; por lo que después del ritual de estiramientos empiezo a trotar, esta vez sin reservas, intentando pillar un buen ritmo desde el principio, de menos a más, voy cómodo, veinte minutos de rodaje antes de empezar la zona de los toboganes, hasta aquí voy mejorando el crono cosa me anima a seguir forzando, empiezo con los tramos duros, sigo bien, “me encuentro genial” pienso, última subida, última bajada, ahora a llanear unos quince minutos, sigo forzando, sigo cómodo; paro el crono, no me lo puedo creer, lo vuelvo a mirar, he mejorado el tiempo de estos días de atrás en 6´ 25´´; la duda me asalta, o estos días me ido tocando las narices o hoy he ido como un tiro; y como soñar de momento es gratis, me quedo con la segunda opción.
Hoy jueves último día programado; trabajo de carga, a ritmo tranquilo, entre cinco y cinco diez, con una distancia recorrida de diez kilómetros.
Sensaciones: Inmejorables, muy buenas, y la moral a tope, el descanso ha sido mano de santo.
Objetivos: Los desconozco, pero al menos me la trabajaré; aunque los informes que me ha pasado Carlos no sean muy favorables para intentar hacer marca.
Desenlace: A la vuelta.

jueves, 14 de mayo de 2009

TURISMO Y ATLETISMO: BUEN MATRIMONIO

Poco queda para empezar ese viaje que desde hace demasiado tiempo tengo pendiente, el que nos llevará a la ciudad de Ávila, y donde (como no), compaginaremos turismo y atletismo, cóctel muy gratificante y al que muchos de nosotros somos adictos, y con el que espero dar por cumplida una promesa.

¿La promesa?, “llevar o acompañar” a mi ángel de la guarda a Ávila.
¿Ávila?, ¿por qué?, no lo sé y tampoco me importa.
¿Lo pude haber hecho antes?, seguro que si; circunstancias adversas, falta de tiempo, desganas-desmotivaciones, cualquier disculpa valdría, pero ninguna sería cierta, porque sencillamente no la hay.

Por supuesto ambos “dos” conocemos la ciudad; desconozco los motivos y el interés de Ángeles por volver a Ávila; podría ser por tantos y tantos motivos, por evocar un viaje que hace años hizo con un ser querido (tristemente fallecido), por salir de la rutina, o por…, aunque quizás sea todo mas sencillo y simplemente es por volver a esa ciudad, a recorrer de nuevo sus calles.

Mi motivo esta mucho más claro, y es único, cumplir lo prometido. Yo, a diferencia de ella, no guardo buenos recuerdos de Ávila, o al menos digamos que estos no me son agradables; en ella dejé unos bonitos sueños de juventud, allá por el año, ¡uf! hace mucho, demasiado, y ha llovido tanto; sueños que hoy tengo olvidados y totalmente superados; aunque puede que sea buen momento para enterrarlos definitivamente.

También aprovecharé mi estancia en Ávila para correr su media maratón; dedicaré un par de horas a recorrer su ciudad al trote de mis zapatillas; los objetivos para esta carrera no los tengo del todo claro, o puede que si y no quiera asustar a mi amigo Ángel; pero sean los que sean seguro que disfrutaremos.

Y llegados hasta aquí, tengo que reconocer (sé que lleváis un rato pensándolo), que no ha sido coincidencia, que elegí este fin de semana porque se celebraba la media de Ávila; y así es, pero turismo y atletismo no están reñidos y con ello tampoco hago daño a nadie; turismo y atletismo forman un matrimonio muy bien avenido.

lunes, 11 de mayo de 2009

DIÁLOGOS DE INTERIOR

Me sorprendo mirando mi viejo “Polar”, compruebo que durante la semana que acabamos de dejar atrás solo he salido a rodar en dos ocasiones, y sin querer me encuentro hablando en voz alta e inmerso en una nueva discusión.

- Jo, que raro, como es que he dejado pasar la semana con dos salidas.
- Haciendo caso a ese vago no me extraña; responde de inmediato mi cabeza.
- Eh, sin faltar; contesta mi cuerpo.
- Tengamos la fiesta en paz; les conmino.
- Pues que deje de quejarse, desde Madrid esta insoportable; reprocha mi cabeza.
- ¿Y?, sabes que tengo razón; replica mi cuerpo.
- Razón, razón de que, descanso descanso, una cosa es descansar y otra muy distinta es no hacer nada; vuelve la cabeza a la carga.
- Sin descanso no hay beneficio; dice el cuerpo.
- Venga se acabó.
- Ya veremos lo que hacemos el domingo en Ávila; apunta la cabeza.
- Pues correr y disfrutar corriendo, que es lo nuestro; replica el cuerpo.
- Bueno ya esta bien, se acabó, cada uno a lo suyo, dejarme en paz.

Total, como os iba diciendo antes de que nos interrumpiesen, solo he salido dos veces a correr, miércoles y jueves, rodajes de 52 minutos y de una hora respectivamente; rodajes realizados por el mismo paraje que en las semanas anteriores, el de los “pinos”, con los mismos subes y bajas, pero con ritmos mucho mas exigentes; ritmos que he asimilado sin problemas y en los que me he encontrado muy a gusto; creo que el esfuerzo del mapoma lo tengo totalmente asimilado.El domingo tengo una cita con la ciudad de Ávila, lo que quiere decir que esta semana será en cuanto a entrenamientos se refiere tranquila, aunque no quiero que sea tanto como la anterior.

viernes, 8 de mayo de 2009

FUERZA DE VOLUNTAD

Si de algo podemos presumir los que hemos hecho del correr una forma de vida es de tener fuerza de voluntad, mucha fuerza de voluntad.
Una fuerza invisible que hace que salgamos a trotar durante esos días de frío, de lluvia intensa, o de nieve, de calor abrasador, de viento; esos días en lo que llegas cansado del trabajo y sin pensar te calzas las zapatillas y te vas a merendar unos cuantos kilómetros; esos días festivos en los que a pesar de haberte acostado tarde te levantas temprano para salir a correr; esos tantos días en los que menos te apetece es salir a correr.
Pero hay gente que realmente tiene fuerza de voluntad, y mucha, a raudales, fuerza para vivir y seguir viviendo con toda ilusión.
Hace unos días recibí un video por e-mail que me impresionó, os dejo con él.

martes, 5 de mayo de 2009

VAGANCIA

Estoy en plan vago, apagado o fuera de cobertura diría mi móvil, como si todo estuviese hecho ya; pero eso no es así, ni mucho menos, aún nos queda pendiente alguna cosilla antes de tomarnos un pequeño y merecido respiro. Y aunque no vamos a ir a hacer marca procuraremos estar un poco a la altura, no sufrir en exceso y disfrutar todo lo que podamos en la carrera y con la compañía.
Desde la salida dominical, salida muy placentera, por uno de mis lugares de entrenos favoritos “los pinos”, con subes y bajas constantes, buena temperatura y ritmo cómodo para terminar una horita de rodaje, no he vuelto a salir.
Ayer, en estado de descanso, vago total, y aunque no la necesitaba me pareció que lo de descansar era una buena disculpa, aunque a decir verdad no estaba cansado.
Hoy, un viaje relámpago a la todavía capital de España, Madrid, otra buena disculpa, esta un poquito más creíble que la de ayer, pero poco más, podía haber salido a disfrutar del buen tiempo.
Dos tristes y paupérrimos motivos para no calzar las zapatillas; ahora eso sí, mañana salgo, si o si, ya no hay disculpas.

sábado, 2 de mayo de 2009

DECISIÓN SALOMÓNICA

Semana relajada y tranquila. No sé si es lo que mandan los “cánones”, la verdad no lo sé, pero sí que es lo que en estos momentos me pide mi cuerpo, y aunque a veces le llevo la contraria (muchas veces, la mayoría de las veces), en esta ocasión prefiero hacerle caso. En estos momentos no puedo tener en cuenta lo que me pide la cabeza, no sería lo más apropiado, y bien sé que a largo plazo lo pagaría.
Durante esta semana he salido en dos ocasiones, dos rodajes suaves, sin forzar, al trote; mañana domingo rodaré otro poquito, y también suave; en el primero de esos rodajes, el del miércoles, a solas con mis pensamientos, con mis momentos, en el que me venían imágenes del último maratón, de las ilusiones vividas, ilusiones de las que fueron partícipes mis seres más queridos y mis amigos, quienes las hicieron suyas; en el que viví la lucha interna entre mi cuerpo y mi cabeza, el uno quiere descansar, tomarse las cosas con tranquilidad, y la otra aprovechando el momento de excitación, quiere lo contrario, lo quiere correr todo; así que siendo neutral e imparcial, si es que se puede ser en estos casos, he tomado una decisión acorde con las circunstancias, vamos a descansar y a correr; decisión más salomónica no se puede tomar.
El segundo rodaje, el del viernes, de una hora y cinco minutos, también suave, no podía haber sido de otra manera; fue especial por un solo motivo, la compañía, lo hice con
Crazysoul, con sus recuerdos y sus vivencias, con nuestros recuerdos; aún se emociona cuando vuelve a vivir su carrera, su primer maratón; y a buen seguro igual que a mí, le pasará siempre, siempre se emocionará en sus maratones.
Y como el descanso no puede durar eternamente (lo que le gustaría a mi cuerpo), la próxima semana será un poquito más exigente, porque tenemos (mi cabeza y yo) dos carreras programadas, la media de Ávila y los 100 kilómetros en 24 horas, y no es cuestión de dormirnos, ni de lanzar las campanas al vuelo; hay que tener siempre los pies en la tierra.