Compartimos charla, calentamientos, y ese sentido minuto de silencio en
recuerdo de nuestro compañero Eulogio Bello Álvarez “Logi”. D.E.P.
La cuenta atrás, desde 10, para que de más tiempo a pensar en la carrera.
Salgo muy tranquilo, con la única misión de correr y dar descanso a mi cuerpo.
Sin prisas acomodo mi ritmo a mis exigencias. Dejamos Cistierna por un
polvoriento, y grisáceo camino, donde apenas se oyen nuestras zancadas,
franqueados por unos imponentes riscos.. No tardamos en cruzar la carretera, y
tomar ese desvío, donde un cartel indica “mirador los rejos”, ¡uf! mirador,
subida. Se hace el silencio y las respiraciones se agitan, con miradas huidizas
que no quieren saber lo que queda por delante. El sudor empieza a caer por mi
frente. Arriba. Respiro, me tomo mi tiempo para volver a la normalidad. Espero
a mi compañera que viene por detrás, y ya juntos continuamos con nuestro correr.
Nos adentramos en el pinar, que de vez en cuando nos protege del sol, y nos
deja ver a sus pies el pueblo, o la villa. Subir y bajar el camino. Recogemos
los aplausos y palabras de aliento de los ancianos de la residencia; tomo la
botella de agua, y otra vez a mirar para arriba. Ante nosotros la última subida
sería, que vamos salvando pasito a pasito. El camino, la pista, se transforma
en senda, y ya otra vez el asfalto. Las calles de Cistierna nos vuelven a dar
cobijo. Ahora solo queda recorrer con tranquilidad los últimos kilómetros. La
visita a las vías del tren, a las piscinas, y ya, camino del final. Apuramos
los últimos metros sonrientes, y cruzamos la meta dándonos la mano. Y por mi
parte satisfecho con la carrera, el cuerpo también necesita descanso.
Vuelta a la calma y a
disfrutar de la compañía de mis amigos.
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