… aunque eso no será antes de quince días.
Cuidaros, ser buenos y disfrutar del verano.
Cuidaros, ser buenos y disfrutar del verano.
test, con mucha ilusión y con muchas dudas me presente en la línea de salida; era consciente de que no había tiempo para reaccionar, y que una vez oyese el pistoletazo tenía que salir como un poseso, “tan solo mil seiscientos metros, cuatro vueltas a la pista de atletismo” pensaba; y así salí, como si mi vida dependiese de los primeros metros, buscando posición, soportando empujones y con cuidado para no tropezar con otros atletas; pasan los primeros metros y encuentro hueco por el lado izquierdo, cojo buen ritmo, pero no encuentro aire, el que hay en la calle es poco para mis pulmones; a pesar de eso durante la primera vuelta no voy mal, pero ya en las segunda empiezo a sentir las piernas pesadas, la boca seca, y me sigue faltando el aire, no voy cómodo, pierdo posiciones, último giro y recta de meta, apenas esprinto, no tengo fuerzas extras, simplemente me dejo ir procurando no bajar el ritmo; cruzo la meta con la sensación de fatiga en las piernas, y de que en buenas condiciones podría haberlo hecho mucho mejor.
salida, con buen tiempo y muy buen ambiente, y como cualquier carrera modesta que se precie sin pistoletazo y con el consabido “preparados, listos, ya”, nos pusimos en marcha, y en el estado físico en el que me encuentro sumido no pedía “peras al olmo”, solo disfrutar y realizar las dos vueltas del recorrido en tiempos parejos, procurando mantener un ritmo constante con un poco de exigencia, para al menos despedir la temporada con buenas sensaciones, y si es cierto que lo conseguí al final me costo mas de lo deseado.
En ambas carreras conté con la compañía de Sonia, que parece se ha propuesto no dejarme descansar, aunque luego ella en su defensa diga que no necesito mucho empuje para apuntarme, no la hagáis caso; y los dos con la ayuda inestimable de quién se ha convertido en nuestra sombra en esto del correr, mí ángel de la guarda.
Llegamos al primer avituallamiento, kilómetro 5´5; la gente se agolpa para coger su botella de agua, y nosotros no somos menos, sabemos que es importante ingerir líquido, recogemos la nuestra y seguimos la marcha; a estas alturas la carrera aún va unida, aunque ya se empiezan a ver caras de sufrimiento, “Dios mío, con lo que queda” pienso.
abajo, hacía arriba; a nuestra izquierda Manzanares el Real y el embalse de Santillana, bonita estampa, mientras seguimos andando.
reto, son las 18:45 horas y estamos extenuados; recogemos las mochilas donde hemos dejado la comida; buscamos un hueco para sentarnos, o tirarnos, sin ganas de comer, solo beber y descansar; nos quitamos las zapatillas y los calcetines, Ángel ve el desaguisado que tiene en sus
pies, cundiendo en él el desanimo, su cara es un poema, aunque no menos que la nuestra; “venga, vamos a comer, quizás lo veamos todo mejor después” les digo; preparamos nuestra pasta, Ángel apenas prueba bocado, su cabeza da vueltas a la idea del abandono; llegan Abe y Fernando, acompañados de Laura y Beatriz, también exhaustos;
parece que al estar todos juntos recobramos el ánimo; chanzas con el tenedor de mis cuñadas y que en esos momentos no encontré, “a saber a que polideportivo me los has mandado Ángel”, y bajo la amenaza del secreto si no aparecía; en esas estamos cuando Alberto y yo decidimos arrancar, 18:45 horas, Ángel probará suerte, y Abe y Fernando esperaran hasta las siete.
continuamos la marcha; se nos une un corredor, también leonés, del Bierzo para mas señas, va algún tramo con nosotros, pero problemas en sus gemelos le acaban dejando rezagado; con terreno en ligero descenso, vamos trotando, recordando nuestra andadura de hace dos años; lo bueno no podía durar eternamente y pronto iniciamos una subida, larga subida, que nos lleva al siguiente avituallamiento, en el kilómetro 45´7, donde recogemos el agua sin detenernos; seguimos subiendo
con la tapia del Pardo a nuestra derecha; andando, intentando adivinar por donde andarán nuestros compañeros Abe y Fernando, cuando nos damos con el avituallamiento del kilómetro 49; “agua fría” pedimos casi rogando, “lo que se puede” nos dice amablemente la pareja que se encuentra en el lugar, “hemos pedido hielo y no nos lo traen”; continuamos, nos despedimos “hasta mañana”, por aquí volveremos a pasar en nuestro regreso a casa; la ascensión continua y la tapia también, ya casi la odio; recordamos que cuando se coronaba se veía Tres Cantos, y así es; la visión de la ciudad hace que nuestra zancada sea más alegre; entramos en la localidad y bien sabemos que su polideportivo esta al otro lado; gruesas gotas de lluvia golpean nuestras cabezas; el polideportivo ante nosotros; el reloj ya en las 21:30 horas; “campeones, campeones” nos gritan otra vez Beatriz y Laura; esto si que ya no lo esperábamos; juntos vamos hacia el interior del recinto, sellamos el rutómetro y nos disponemos a descansar y comer algo de fruta; el cansancio a estas alturas es palpable; llamamos a Abe y Fernando, quienes dicen que ya ven el hotel, “están cerca” comentamos, y decidimos esperar, para ver si quieren continuar con nosotros; tardan y volvemos a llamar, nuestra intención es no estar mucho tiempo allí; “estamos en la estación” nos dicen, pero que no van bien, por lo que decidimos emprender la marcha.
Sigo corriendo, subiendo y bajando, sigo divagando: