Con la primera claridad del día o con la última oscuridad de la noche (depende como se mire) partimos rumbo a Valladolid. Con incertidumbres, con muchas dudas, con la cabeza ya puesta en la carrera, planificándola con pros y contras; las últimas semanas no han dado pie a la ilusión, aunque es cierto que últimos entrenamientos abrieron una puerta a la esperanza.
Con un viaje sin novedades llegamos a la capital castellana; el lugar de recogida de dorsales, ya muy concurrido; oteamos el horizonte, es el mejor punto de encuentro, los primeros a los que saludamos son L.A. y N.G.; recogida de dorsal; estiramientos; llega Servando, se le ve con ganas, su lesión le ha permitido llegar a la cita aunque no como él tenía previsto, pero ya tendrá otras ocasiones; a lo lejos diviso a Abe, quien viene acompañado, ¿quizás con Quique?, abrazos y sí, es Quique, y como él comenta “ya tenemos cara”; depositamos la mochila en el ropero y cada uno a lo suyo; me quedo con mi amigo Abe, empezamos un ligero trote a modo de calentamiento, estación de autobús obligada y camino de la línea de salida.
Casi puntuales empezamos la prueba, empiezo con tranquilidad, intentando coger el ritmo y después veremos lo que da esto de sí; con la compañía de Abe vamos esquivando corredores como podemos, al tiempo que procuramos no estorbar a los que nos adelantan.
Pasamos el segundo kilómetro, y parece que llevo buenas sensaciones, es pronto ya lo sé, pero cuando pillo bien el ritmo de crucero suelo ir bien.
-Yo ya me quedo, no puedo seguir este ritmo; comenta Abe.
- Venga, suerte y tranquilo; le contesto.
Sigo con mi trote, intentando mantener esta intensidad, sobre el kilómetro tres me topo con un pequeño grupito comandado por gente del club parquesol, en un primer momento estoy por seguir para adelante, pero no sé muy bien por qué decido quedarme a su resguardo (después supe que hice lo correcto); acomodo el ritmo al grupo, me concentro solo en eso, en seguir su estela, los kilómetros van cayendo, yo ahí sigo tras las dos camisetas del parquesol; ya solo han quedado dos, Begoña y Carlos (supe que se llamaban), algún otro se acopla; después del primer paso por la plaza mayor a mis dos liebres les espera su liebre particular, quien con frescor comandará el grupo a partir de ahora; yo sigo a lo mío, sin pensar en nada, con la mente casi en blanco, solo seguir a los que me preceden, solo ese pensamiento ocupa mi mente; miro el crono, kilómetro 12, 58 minutos, chequeo de cuerpo, y todo parece que funciona, esperanza; paso a paso llegamos al kilómetro 15, mis liebres se van, veo como metro a metro se me van; aparto los fantasmas de mi cabeza, vuelvo a mirar el crono y me doy cuenta de qué si no me vengo abajo alcanzaré el objetivo (el plan diseñado a principio de temporada); intento no acortar la zancada, seguir a mis liebres aunque sea visualmente; los sigo teniendo ahí, doce o quince metros me separan de ellos; “vamos no te vengas ahora abajo” me digo; con sorpresa, grata sorpresa compruebo que voy recortando distancia con mis guías y en el kilómetro 17 vuelvo a darles alcance; vuelvo a acoplarme; “O yo he aumentado o ellos han descendido el ritmo”, o porque no, ambas posibilidades han podido producirse. Vamos llegando al Campo Grande, y ya solo una vuelta más; el ritmo de mi pequeño grupo va cayendo, lo noto, ahora voy demasiado cómodo, miro de reojo a mis liebres, a la liebre de mis liebres y me doy cuenta de que van más lentos; miro de nuevo mi crono y sé que podré bajar de 45´; así que con gran pesar me voy, me hubiese gustado llegar con ellos, pero esto es así; vuelvo a mi ritmo de crucero, para afrontar los últimos dos kilómetros; “ya no queda nada, el que tenga fuerzas que las use”, grita una voluntaria, me da la risa; si, aún me queda tiempo para la sonrisa; continúo con el esfuerzo, el último; ya diviso la meta; el crono de reojo; incremento mi ritmo; paso bajo el arco; 1h44´40´; satisfecho.
Este era el momento, solo había que esperar, aunque que dura se nos hace a veces la espera. O quizás ese momento se produjo hace ocho días, en ese rodaje rutinario en el que sudoroso entras en casa e intercambias con tu Ángel esa sonrisa cómplice que por si sola dice “esto va”.
Agradecer el apoyo que desde el otro lado me ofrecieron L.A. y mi ángel, Ángeles.
Que fue un placer saludar a N.G., Servando y Ángel Mata, y poner cara a Quique y a Jesús Centeno.
Y por supuesto un verdadero placer compartir mi tiempo con mi amigo Abe.
Después de todo esto solo me queda despejar la duda, iré al Anglirú, es mi cima. El Anglirú esta allí para que la disfrutemos todos, no para que la disfruten unos pocos.
Con un viaje sin novedades llegamos a la capital castellana; el lugar de recogida de dorsales, ya muy concurrido; oteamos el horizonte, es el mejor punto de encuentro, los primeros a los que saludamos son L.A. y N.G.; recogida de dorsal; estiramientos; llega Servando, se le ve con ganas, su lesión le ha permitido llegar a la cita aunque no como él tenía previsto, pero ya tendrá otras ocasiones; a lo lejos diviso a Abe, quien viene acompañado, ¿quizás con Quique?, abrazos y sí, es Quique, y como él comenta “ya tenemos cara”; depositamos la mochila en el ropero y cada uno a lo suyo; me quedo con mi amigo Abe, empezamos un ligero trote a modo de calentamiento, estación de autobús obligada y camino de la línea de salida.
Casi puntuales empezamos la prueba, empiezo con tranquilidad, intentando coger el ritmo y después veremos lo que da esto de sí; con la compañía de Abe vamos esquivando corredores como podemos, al tiempo que procuramos no estorbar a los que nos adelantan.
Pasamos el segundo kilómetro, y parece que llevo buenas sensaciones, es pronto ya lo sé, pero cuando pillo bien el ritmo de crucero suelo ir bien.
-Yo ya me quedo, no puedo seguir este ritmo; comenta Abe.
- Venga, suerte y tranquilo; le contesto.
Sigo con mi trote, intentando mantener esta intensidad, sobre el kilómetro tres me topo con un pequeño grupito comandado por gente del club parquesol, en un primer momento estoy por seguir para adelante, pero no sé muy bien por qué decido quedarme a su resguardo (después supe que hice lo correcto); acomodo el ritmo al grupo, me concentro solo en eso, en seguir su estela, los kilómetros van cayendo, yo ahí sigo tras las dos camisetas del parquesol; ya solo han quedado dos, Begoña y Carlos (supe que se llamaban), algún otro se acopla; después del primer paso por la plaza mayor a mis dos liebres les espera su liebre particular, quien con frescor comandará el grupo a partir de ahora; yo sigo a lo mío, sin pensar en nada, con la mente casi en blanco, solo seguir a los que me preceden, solo ese pensamiento ocupa mi mente; miro el crono, kilómetro 12, 58 minutos, chequeo de cuerpo, y todo parece que funciona, esperanza; paso a paso llegamos al kilómetro 15, mis liebres se van, veo como metro a metro se me van; aparto los fantasmas de mi cabeza, vuelvo a mirar el crono y me doy cuenta de qué si no me vengo abajo alcanzaré el objetivo (el plan diseñado a principio de temporada); intento no acortar la zancada, seguir a mis liebres aunque sea visualmente; los sigo teniendo ahí, doce o quince metros me separan de ellos; “vamos no te vengas ahora abajo” me digo; con sorpresa, grata sorpresa compruebo que voy recortando distancia con mis guías y en el kilómetro 17 vuelvo a darles alcance; vuelvo a acoplarme; “O yo he aumentado o ellos han descendido el ritmo”, o porque no, ambas posibilidades han podido producirse. Vamos llegando al Campo Grande, y ya solo una vuelta más; el ritmo de mi pequeño grupo va cayendo, lo noto, ahora voy demasiado cómodo, miro de reojo a mis liebres, a la liebre de mis liebres y me doy cuenta de que van más lentos; miro de nuevo mi crono y sé que podré bajar de 45´; así que con gran pesar me voy, me hubiese gustado llegar con ellos, pero esto es así; vuelvo a mi ritmo de crucero, para afrontar los últimos dos kilómetros; “ya no queda nada, el que tenga fuerzas que las use”, grita una voluntaria, me da la risa; si, aún me queda tiempo para la sonrisa; continúo con el esfuerzo, el último; ya diviso la meta; el crono de reojo; incremento mi ritmo; paso bajo el arco; 1h44´40´; satisfecho.
Este era el momento, solo había que esperar, aunque que dura se nos hace a veces la espera. O quizás ese momento se produjo hace ocho días, en ese rodaje rutinario en el que sudoroso entras en casa e intercambias con tu Ángel esa sonrisa cómplice que por si sola dice “esto va”.
Agradecer el apoyo que desde el otro lado me ofrecieron L.A. y mi ángel, Ángeles.
Que fue un placer saludar a N.G., Servando y Ángel Mata, y poner cara a Quique y a Jesús Centeno.
Y por supuesto un verdadero placer compartir mi tiempo con mi amigo Abe.
Después de todo esto solo me queda despejar la duda, iré al Anglirú, es mi cima. El Anglirú esta allí para que la disfrutemos todos, no para que la disfruten unos pocos.
13 comentarios:
Buena crónica y buena carrera. Como dices, hiciste bien al unirte a un grupo que lleva un ritmo adecuado. Yo siempre trato de buscar alguno, ya que el correr es menos sufrido.
Felicidades y a por el Anglirú!
Enhorabuena campeón, sabía que te iva a salir bien esta carrera, lo sabía, me algro un montón de que estes satisfecho, seguro que esto supondrá una buena dosis de energía para futuros retos.
Un abrazo amigo
Enhorabuena Saturnino. ¿Ves como al final los entrenos dan fruto?, con razón te decíamos que eras un impaciente... Ahora a por ese Angliru.
Abrazos. ;-)
Enhorabuena amigo, me encantó conoceros y comprobar que en persona ganais mucho, en cuanto a tu prueba se nota que corriste con mucha cabeza y fuiste de menos a más...tu entrenamiento está dando resultado y el tiempo que te marcaste así lo confirma.
Nos vemos pronto en otro sarao y suerte en el Angliru....tenía entendido que este año no se hacía!!!
Un saludo
Quique
Al final el trabajo se nota y sale a relucir, por muy arrastrados que estemos en los entrenamientos. Buen planteamiento de carrera: te salió perfecto. Ahora a por el Angliru.
Un besín!!
Enhorabuena por ese 1h44min!. Las "cosas" siempre llegan aunque no siempre cuando nosotros queremos.
Saludos
Rafa González: Gracias; cuando no esta bien o no tiene confianza es mejor intentar seguir a alguien, no se piensa tanto, solo en perseguir.
Crazysoul: Al menos saber que a pesar de todo se cumplen los objetivos, aunque la vista esta puesta en marzo y abril.
Carlos: No sé si la palabra será impaciente, pude ser, pero me fastidia volver de entrenar sin alegría. Veremos que se puede hacer en el Anglirú.
Quique: Gracias. Me encontré a gusto durante la carrera y quitando un par de kilómetros no sufrí. Yo me enteré de que se celebraba la subida al Anglirú hace dos semanas, así que voy prácticamente sin prepararla, pero espero disfrutar de ella; la organización ha cambiado.
SONIA: Como decían los del equipo A, “me encanta que los planes salgan bien”. Ya estamos en la cima.
N.G.: Gracias. Tienes razón todo llega, sólo hay que saber esperar el momento, o estar ahí para cuando eso suceda. A descansar y preparar la nueva temporada.
Gracias a todos, un beso para ellas y un abrazo para ellos.
Buena carrera Satur,enhorabuena!!
Está bien encontrar tu grupo.
El día que vayamos a la misma me parece que vamos juntos porque tengo el abono del 1´43
Abrazo
Enhorabuena Satur, me alegra ver que has vuelto a recuperar la confianza.
Un abrazo
os admiro, lo veo como un deporte durísimo
Buenas, pues si que las cosas al menos para mí salieron mejor de lo esperado, hablo de la carrera porque el resto ya sabíamos el terreno que pisábamos ;D
Me alegra saber que vas al Angliru, aunque si te soy sincero en cuanto vi que la organizaban aposté por tu presencia.
A disfrutarla, un abrazo.
Enhorabuena por esa carrera, encontrar el grupo bueno es importante y no dejarlo marchar mas aún.
Muy buena crónica.
Risco: Sobre todo cuando no se ésta convencido del estado de forma. Pues si coincidimos se puede intentar.
CarLitros: La verdad es que así a mismo esfuerzo más rendimiento.
amor y libertad: Ya sabes lo que se dice “sarna con gusto no pica”, al menos por mi tierra.
Abe: Pues as estado a punto de perder la apuesta. Esta año para suplir esa carrera me busque otra, pudo haber sido Bilbao, pero ya sabes las circunstancias hicieron que me decantara por Zaragoza. Cuando supe que se volvía a organizar mis sensaciones no eran buenas (a parte de que apenas he hecho cuestas), y todo dependía de cómo me saliese Valladolid; salió bien, así que el lunes durante una caminata por el paraje de los pinos tome la decisión de ir. Sé que no me voy a arrepentir, porque ya sabes para mí es una carrera especial, además que me apetecía subir con la marea naranja.
Olga y Alfonso "Halfon": Si, sobre todo porque no llegaba con buenas sensaciones, y así que me deje ir, sin pensar en nada, sólo en seguir su ritmo.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
n beso para ellas y un abrazo para ellos.
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