La fiesta este fin de semana estaba en Santa María del Páramo, donde se disputaba su VII Legua Nocturna; mi compañía, la de siempre, la mejor; amigos, más que nunca; ambiente, bueno; lo que conformaba un escenario perfecto para que los corredores diésemos lo mejor de nosotros.
La fiesta empezó con las carreras de los pequeños, continuó con los andarines (el grupo más numeroso), para rematar la tarde-noche los mayores alrededor de las 09:30.
Y a nuestra hora estamos dispuestos en la línea de salida, frente al Ayuntamiento de la localidad; salida rápida, la distancia no da para acomodarse, así que hay que coger el ritmo deprisa; pronto acompaso mi zancada a mi respiración, lo que siempre hace que no sufra en exceso; corro cómodo (mucho más que el año pasado) y los kilómetros van transcurriendo sin sobresaltos; dejamos el cordón exterior (o carril bici), recorremos algunas calle de la localidad antes de entrar en la pista de atletismo del polideportivo, donde damos el último esfuerzo que bien se merece toda la gente que se agolpa en la meta, para acabar en 24´56´´.
Después, recogida de la bolsa del corredor; estiramientos; comentarios de la carrera con los amigos; una buena y reconfortante ducha; y más después reeditamos la tradición que el año pasado iniciamos con L.A. y sus acompañantes, unas modestas viandas, regadas con bebida isotónica, y amena y distendida charla, lo que hace más grato esto del correr.
La fiesta empezó con las carreras de los pequeños, continuó con los andarines (el grupo más numeroso), para rematar la tarde-noche los mayores alrededor de las 09:30.
Y a nuestra hora estamos dispuestos en la línea de salida, frente al Ayuntamiento de la localidad; salida rápida, la distancia no da para acomodarse, así que hay que coger el ritmo deprisa; pronto acompaso mi zancada a mi respiración, lo que siempre hace que no sufra en exceso; corro cómodo (mucho más que el año pasado) y los kilómetros van transcurriendo sin sobresaltos; dejamos el cordón exterior (o carril bici), recorremos algunas calle de la localidad antes de entrar en la pista de atletismo del polideportivo, donde damos el último esfuerzo que bien se merece toda la gente que se agolpa en la meta, para acabar en 24´56´´.
Después, recogida de la bolsa del corredor; estiramientos; comentarios de la carrera con los amigos; una buena y reconfortante ducha; y más después reeditamos la tradición que el año pasado iniciamos con L.A. y sus acompañantes, unas modestas viandas, regadas con bebida isotónica, y amena y distendida charla, lo que hace más grato esto del correr.
7 comentarios:
Y lo bien que se lo pasaron los mosquitos, por lo menos conmigo. Debo tener no menos de una docena de picaduras.
Es cierto que también estaban y esos sin invitación.
Un saludo.
No se pueden perder las buenas costumbres Saturnino, y la del avituallamiento post-carrera es una de las mejores jeje
Enhorabuena por el tiempazo, me alegro al ver que estas en forma.
Saludos!
Pués qué más se puede pedir.
Un saludo.
Fue un placer veros y compartir la pre y post-carrera. Dentro no te vi, claro, ¡vas como un avión! jejeje.
Un abrazo.
Que buenas son esas carreras, luego una buena recuperación.
Que chulas esas carreritas nocturnas veraniegas, y yo este año me las he perdido todas!
saludos!
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