miércoles, 1 de mayo de 2013

MAPOMA: LA SONRISA DE UN AMIGO



“Ángel, grandes sonrisas nos han llevado a lo más alto de las montañas y a recorrer largos caminos de 42 km. Ahora nosotros seguiremos la tuya. Nunca correrás solo.”

Otro año más. Otra vez Mapoma. Otra vez el despertador del maratón sacude mis sueños. Sé que hoy será diferente, especial, hace meses que lo sé. Sonia ya levantada, seguro que llena de recuerdos, me acompañará a la salida. Tranquilo. Vuelvo a las mismas rutinas, a los mismos preparativos. Desayuno, aseo, mirada al cielo. Será especial. Sin prisas, siguiendo mi ritual, me visto para la gran ocasión. El espejo refleja mi silueta, hoy naranja, y sonrío, “Va por ti amigo”. Una corta despedida, un beso, un simple “tranquilo y suerte”; ella, mejor que nadie, sabe los sentimientos que recorren mi interior.
Con mi hija voy al encuentro de Abe y Tábita, y ya juntos hacia otro ritual, el de la salida. Encuentros con los amigos del Nunca, con los amigos del correr, con los amigos. Saludos y abrazos. Reencuentros del Mapoma. Se acerca la hora. “Suerte, suerte y suerte”, mientras el grupo del ayuntamiento se diluye poco a poco.

Me encamino a la salida, rodeado de buenos amigos, incomodo, extraño, vacío. Con unos, los del Nunca, daré los primeros pasos, y con los otros, los de León, compartiré los kilómetros que mi cuerpo aguante. Y entre todos ellos el silencio de la sonrisa de mi amigo Ángel. Que contrasentido, “hoy me gustaría correr solo y me encuentro rodeado de más amigos que nunca”.
Silencio también el que nos lleva al recuerdo de la sin razón de Boston. Aplausos por ellos. Aplausos de alegría porque ya caminamos en busca de la salida, lentamente, cada uno con su pensamiento y todos con una misma meta.
Con las primeras zancadas me despido de Abe, Juan y Jaime, mis amigos del Nunca, e inicio mi particular carrera en compañía de mis amigos de León. Dicen que soy su liebre, pero creo que soy poca liebre para tanto galgo. Empiezo con mi calma, como siempre, buscando ese ritmo entrenado durante estos últimos meses; buscando mis sensaciones. Ellos ya lo saben, no daré un paso más largo que otro. Sé dónde está mi límite y lo que quiero conseguir. Alcanzamos a Pilar que no tardando estará compartiendo algo más que una salida y una meta, compartirá los 42 kilómetros. Un poco más adelante el primer grupo animador del Nunca: Beatriz, Marisol, Tábita y Yoli, gritos de apoyo que no por no estar fatigado son menos agradecidos. Corremos con dificultad, adelantando corredores por izquierda o por derecha, o nos adelantan, también como pueden, sin querer perder la constancia del ritmo. Entre emocionados aplausos dejamos a los corredores de los 10 kilómetros. Tras los primeros kilómetros empiezo a sentir acompasados ritmo y respiración, síntomas que me indican que iré cómodo en el sube y baja que encontraremos al abandonar la suave pendiente de La Castellana. El grupo leonés, a pesar del mogollón y de las paradas técnicas, sigue compacto. Los kilómetros anodinos por los que ahora discurre la carrera llevan a preguntarme “¿Cuántas fotos habría sacado ya Ángel?¿Cuántas sonrisas y gestos me habría hecho esbozar?”.
El kilómetro 12, Nuevos Ministerios, pone en alerta mis sentidos para localizar a Loli e Irene, miradas a izquierda y derecha hasta que las localizo para llevarme con
Gracias Loli
sus ánimos muy cerquita, hasta Cuatro Caminos, apenas kilómetro y medio después, donde me esperan las que mejor saben lo que hoy, para mí, significa Mapoma, Ángeles y mi hija. Allí están, después de la curva, en el punto acordado,  Ángeles y Sonia, acompañadas de Anabel; las preparo la mejor de mis sonrisas, la que me prometí llevar durante toda la carrera, la que siempre llevaba Ángel. Su sola presencia me trasmite la confianza suficiente para seguir adelante. Seguimos juntos, liebre y galgos, y nos vamos a por los kilómetros más llevaderos, los que en bajada nos acercan a las céntricas calle madrileñas. Ya nos abandonan los de la media, y no percibo la algarabía de la otra despedida, quizás cansados ya unos de otros. Fuencarral, con el cariño de Yoli, Tábita, Marisol y Beatriz, y los gritos de la familia de Gonzalo, al que ya situamos en la meta, el placer de correr por Gran Vía, abarrotada, Preciados, con esas dos gaitas sometidas por tanto Rock´n´Roll, Puerta del Sol, ensordecedora, calle Mayor, más estrecha que nunca, mis pulsaciones suben por la emoción y a buen seguro las de mis compañeros. La visión de la Almudena y el Palacio de Oriente nos devuelve la tranquilidad necesaria para llegar a la ya cercana Media; la mitad ya está hecha. Miro mi cronometro para corroborar lo que mi cuerpo me va transmitiendo, que todo va según lo previsto. El trazado vuelve a ser favorable mientras cruzamos el parque del Oeste, lo que aprovecho para tomarme un pequeño respiro, ya que va a ser el último del que puedo disfrutar, el verdadero maratón está a punto de comenzar. La avenida de Valladolid nos lleva al estrecho pasillo que el público deja en Príncipe Pío, donde vuelven a estar los míos, Tábita, Yoli, Beatriz y Marisol, y Jennifer, y Anabel, y mi hija y Ángeles. Sigo sonriendo, y de verdad, con el corazón, hoy no necesito forzar, los solos recuerdos de mi amigo Ángel invaden mi alma de la fuerza necesaria. Entramos en la enigmática casa de campo, en el lugar donde más sueños se han roto, y más te obliga a pensar, pero en el que mi amigo Ángel empezaba a vivir el Mapoma de forma especial, en el que recibía el apoyo de sus seres más queridos. Para mí hoy también será especial. Los pies ya van moviéndose por la inercia de los kilómetros, siguiendo paso a paso su camino. Tres corredores del MTB Runners León nos adelantan, oigo el clic de una cámara de fotos y un sorprendente “¡Saturnino!”, me hacen girar para econtrar la mirada de Jesús Amigo. Continúo procurando mantener el ritmo. El grupo poco a poco se va yendo, junto a mí solo Luismi, quién me dice “aquí voy bien”.
Gracias Jesús
Los kilómetros de casa de campo ya tocan a su fin; poco más de cinco que en ocasiones se hacen eternos, y que hoy se han ido volando. Antes de mi momento, vuelvo a recibir el apoyo de Jesús, y después la empinada salida con sus ensordecedores gritos de apoyo, y arriba otra vez los míos, el último impulso, Jennifer, Anabel, Sonia y Ángeles, Esther y Ángel-illo, y mi amigo Ángel. Me voy aproximando con mi mejor sonrisa, con su sonrisa, sé que él me ve con dificultad, me acerco y me fundo en un abrazo con él. Cuántas cosas me hubiese querido decir, cuántas cosas le dije en esos breves segundos. Continuo con un nudo en la garganta, voy bien, como nunca; Luismi ya lo tenemos, me atrevo a decir. Aprovechamos el último terreno favorable de la carrera para recuperar. El Calderón a la derecha, mi Calderón, ayer otra vez silenciadas sus cincuenta mil gargantas. Paso firme y constante, empiezan los kilómetros de la subida a la gloria. Tranquilos, yo delante, ahora Luismi. Atocha, cuánto me gusta verte. Alfonso XII, a quién le importa su duro acceso. Ya lo tenemos. Puerta de Alcalá y la calle de O´donnell que parece que nunca nos va a dejar entrar en el Retiro. Luismi aplaude feliz. El ritmo se anima. Tranquilo. Un corredor con la camiseta de los Ponjales, Vamos ánimo; dos corredoras de las Running La Bañeza, Vamos, vamos; gritos de Saturnino salen desde el público, Ana de las Running de La Bañeza  que corrió la Media; esto es como correr en casa. Corro los mestros de la Gloria junto a Luismi, disfrutando como en tantas ocasiones, pero aún tengo reservado un momento especial, el que un niño, Ángel-illo, me pidió el viernes en la feria del corredor: "Satur, puedo entrar contigo en meta". Me voy desplazando hacia la derecham en busca de ese momento, allí lo veo, ya preparado, con su pequeña camiseta del Nunca correrás solo, inquieto como es él, como es su padre; viene a mi encuentro, agarro su mano y juntos corremos esos trescientos metros que nos separan de la meta. Lo abrazo y le doy un beso; ahora me gustaría soñar y ese sueño pedir un deseo. Mi sueño, mi deseo. Volver a correr con su sonrisa, con mi amigo Ángel.
Muchos de los que me conocéis sabéis que está era una carrera muy especial, una carrera que debería haber tenido otro guión, pero como ha escrito mi hija en su blog De hoja roja “La maratón de Ángel”: En ocasiones la vida, por mucho que nos cueste aceptarlo, nos somete a pruebas muy difíciles de superar”. La vida a veces es injusta. Pero también a pesar de su dureza nos recompensa. He corrido por mi amigo Ángel, y Él ha estado ahí. Gracias amigo. Gracias a todos.

18 comentarios:

Abe dijo...

Genial entrada y poco más que decir.
Un abrazo amigo.

Tábita dijo...

Me has hecho llorar...

Beatriz dijo...

Aunque ya sabíamos que este año el maratón era especial, ha sido genial poder leerlo

Lolo Chus dijo...

Detallazo, Satur, que gran gesto rematado con una gran crónica.

Raúl Rubio dijo...

Sin palabras Satur, muy bonito.

Un abrazo.

Pilar dijo...

Cuanto sentimiento Saturmino, Un abrazo

A de la Mata. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
A de la Mata. dijo...

Este año no te vi Satur. El tiempo en meta acompañaba poco para la espera. Me fui rápido, aunque vi a tu hija. enhorabuena por tu carrera y por tu labor de liebre de los galgos leoneses. Muy emotivo tus recuerdos para el amigo Ángel. Un abrazo. A de la Mata.

Tania dijo...

Precioso Satur!! tu amigo debe estar muy orgulloso de tener un amigo como tú!
bss
Tania

Carles Aguilar dijo...

Sólo por eso merece la pena... Eres un tío grande saturnino...!!

Celina dijo...

Me alegro que Mapoma haya sido como tú querías, especial, para Ángel, para ti y los que os quieren

Halfon dijo...

Sois muy especiales.

Un fuerte abrazo

Pancho dijo...

Felicidades por esa gran carrera y por una crónica tan diferente y emotiva

UN fuerte abrazo

Rubén Álvarez dijo...

Enhorabuena Saturnino!!!

Tu recuerdo para tu amigo Ángel ha sido realmente emotivo.

Nos vemos corriendo

Jesús Amigo dijo...

Enhorabuena Saturnino!!

Gran carrera y gran crónica. Y un placer verte y retratarte en un día tan especial.

Nos vemos corriendo...

Unknown dijo...

Ángel tiene que estar muy orgulloso de tener un amigo como tu Satur, para mí fue un placer saludarte a ti y a tu hija el domingo. Con respecto a la carrera nada más que decir que en ti Maratón es sinónimo de control, muchísimas Felicidades y Enhorabuena.

Pepemillas dijo...

Un abrazo para toda esa gran familia del Nunca Correrás Solo, y si me permitís uno muy especial y muy sentido, para el amigo Ángel.
Estoy pendiente de que el día 12 es su cumpleaños.
De lo deportivo, me acercaré a hablar con vosotros en otro momento. Ahora mismo, esto es lo que quería dejarte por aquí, Satur. Esto, a parte de un nuevo abrazo, claro.
¡Salud!

Espíritu González dijo...

Enhorabuena Saturnino. Si todas las maratones son especiales esta para ti lo ha sido y lo será mucho más. Perdona por el retraso. Ahora pendiente de tu resultado en Ronda. Abrazos