AL PIE DEL CAMINO

No fue fácil tomar la decisión, tanto es así que hasta el último momento estuve a punto de cometer una locura; ya durante la semana había decidido no correr en Altobar de la Encomienda, compromisos sociales que tendrían lugar durante el fin semana aconsejaban que lo más saludable era no hacerlo; pero aún así el viernes antes de partir hacía mi pueblo, Villamandos, metí la equitación naranja, la de las carreras, no tenía pensado correr, pero por si acaso, por si me entra el mono, por si luego me arrepiento.
El primer asalto, el del viernes, lo pase bien, casi con nota, y eso hizo que no descartase correr; el segundo asalto, el del sábado, resulto más complicado, pero aún así me acosté con la duda, “igual la corro”.
Pero esa duda se disipo pronto, cuando el domingo a las 08:45 horas, me sorprende la sintonía del móvil, que haciendo las veces de despertador me acercan para que lo desactive, tengo la cosa clara, no voy a correr; ganas no me faltan, pero en esta ocasión voy a estar del otro lado, a la orilla del camino, dando ánimos a todo el que pase en pantalón corto y resoplando.
Sonia, nuestro Ángel y yo llegamos a Altobar sobre las 09:30 horas y ya se respiraba el buen ambiente, y pronto empezamos a encontrarnos con los amigos de las carreras, Tecolinha y Pedrín, L.A., y Crazysoul.
Desde la orilla disfruté de dos carreras, la de las chicas y la de los chicos, corrían por separado, y aún no se por qué; me cansé de sacar fotos, les apoyé todo lo que pude, y ellos me correspondieron dándome envidia, envidia sana por supuesto.
Para resarcirme de todo esto, el próximo fin de semana haré doblete.
Y para terminar, permitidme una licencia, aupa mi ALETI.