La torre de la iglesia del Salvador es testigo de la llegada de los atletas, los que van a correr las XXV Carrera Popular del Salvador. Hoy empezarán corriendo los más ilusionados, los pequeños. En sus caras de niños se ve la tensión, todos sueñan con ganar. Los gritos de sus padres, de sus amigos, suenan como ruido de fondo, solo mitigado por el ruido de la megafonía. Las carreras encierran muchas historias, todas entrañables, pero cuando son los ‘peques’ los protagonistas mucho más.
Después, la hora de los mayores, quizás el espejo donde se miran esos niños. De unos mayores en los que se ven caras más relajadas, ellos soñaron un día con ganar, ahora ya no piden mucho, solo correr y seguir soñando.
Y llegó mi hora y la de muchos, y la de todos. Una salida rápida, nada fuera de lo previsto para una distancia de ocho kilómetros (corta para lo que acostumbramos), que apoyada por una ligera bajada hacía que corriésemos más deprisa; pronto nos encontramos con una larga cuesta que nos hace volver a la realidad, que nos hace ser más prudentes, sabemos que por allí pasaremos otras tres veces más; lo dura que se hace la subida y lo fácil que hacemos la bajada, y que pronto se acaba; llaneamos un poquito, pero muy poquito, la carrera imperceptiblemente vuelve a tirar hacía arriba; la animación va en aumento, la primera vuelta liquidada, “cuenta que nadie lo va a hacer por ti”. Ante mí, de nuevo, la cuesta, los grupos ya están formados; la bajada, adelanto a uno, me adelantan dos; llaneo, adelanto a dos, me adelanta uno, o son los mismos; otra vez la algarabía, “atento que llevas dos vueltas”. Otra vez la larga subida, otra vez la corta bajada, otro que me pasa otro que paso, caras de esfuerzo, caras de, caras; a mis oídos llegan los aplausos, los chillidos de ánimos, “ojo que tres vueltas, solo una más ¿eh?”. Oigo sirenas, jo… como corre el tío, me doblan sin piedad; la última subida, doblo con pena me doblan si piedad; la última bajada; el último esfuerzo, me encuentro a gusto, creo ir bien, voy bien; llaneo la subida imperceptible; aplausos, “cuidado que te quedas aquí”; giro a la derecha, giro a la meta, 38´20´´.
Ya se acabo, otra más. Me queda la sensación de, quizás, haber podido correr más deprisa y mejor. Pero, quizás, esa subida me hizo ser más reservado. No me gustan las carreras de tantas vueltas, con dos ya esta bien. Pero bueno es lo que hay.
Después, la hora de los mayores, quizás el espejo donde se miran esos niños. De unos mayores en los que se ven caras más relajadas, ellos soñaron un día con ganar, ahora ya no piden mucho, solo correr y seguir soñando.
Y llegó mi hora y la de muchos, y la de todos. Una salida rápida, nada fuera de lo previsto para una distancia de ocho kilómetros (corta para lo que acostumbramos), que apoyada por una ligera bajada hacía que corriésemos más deprisa; pronto nos encontramos con una larga cuesta que nos hace volver a la realidad, que nos hace ser más prudentes, sabemos que por allí pasaremos otras tres veces más; lo dura que se hace la subida y lo fácil que hacemos la bajada, y que pronto se acaba; llaneamos un poquito, pero muy poquito, la carrera imperceptiblemente vuelve a tirar hacía arriba; la animación va en aumento, la primera vuelta liquidada, “cuenta que nadie lo va a hacer por ti”. Ante mí, de nuevo, la cuesta, los grupos ya están formados; la bajada, adelanto a uno, me adelantan dos; llaneo, adelanto a dos, me adelanta uno, o son los mismos; otra vez la algarabía, “atento que llevas dos vueltas”. Otra vez la larga subida, otra vez la corta bajada, otro que me pasa otro que paso, caras de esfuerzo, caras de, caras; a mis oídos llegan los aplausos, los chillidos de ánimos, “ojo que tres vueltas, solo una más ¿eh?”. Oigo sirenas, jo… como corre el tío, me doblan sin piedad; la última subida, doblo con pena me doblan si piedad; la última bajada; el último esfuerzo, me encuentro a gusto, creo ir bien, voy bien; llaneo la subida imperceptible; aplausos, “cuidado que te quedas aquí”; giro a la derecha, giro a la meta, 38´20´´.
Ya se acabo, otra más. Me queda la sensación de, quizás, haber podido correr más deprisa y mejor. Pero, quizás, esa subida me hizo ser más reservado. No me gustan las carreras de tantas vueltas, con dos ya esta bien. Pero bueno es lo que hay.
9 comentarios:
Buena carrera y buena crónica, a mi tampoco me gustan las vueltas
Corre, Satur. Y no dejes de soñar.
pues no esta nada mal el ritmo...
por cierto, donde han sacado cuestas en La bañeza????
Buena carrera Saturnino, 8 km a 4´45 mas o menos, con 3 vueltas a un mismo circuito y con cuestas no esta nada mal.
Un abrazo.
Satur, buena carrera estoy contigo 4 vueltas para una carrera de 8 km son muchas vueltas.
Ya podrían modificar el circuito para la próxima y hacerlo un poco más largo para tener que dar sólo 2 ó 3 vueltas....pq estoy contigo que las carreras con más de 2 vueltas a un circuito son un poco coñazo.....felicidades por la carrera
Lo de dar vueltas tiene la ventaja que te pueden ver los familiares más veces, por lo demás es un rollo
La sensación es que cuando mejor estabas se acabo la carrera.. suele pasar después de hacer un maratón.
Muy buena crónica.
Ya sabes que en la próxima puedes atizarle más aun...
Salu2-G
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