viernes, 1 de mayo de 2015

MAPOMA 2015: UN MARATÓN DE MONOPOLY


Madrid, 26 de abril de 2015, el despertar al maratón, los preparativos, la despedida del ten cuidado y la buena suerte, las primeras gotas de lluvia sobre mi cabeza, María Jesús, Abe y Tábita, las risas del viaje, la estación de Atocha, el Retiro y ese empezar a vivir el  maratón, el encuentro en Cibeles, a las puertas del ayuntamiento, los amigos, muy buenos amigos.
Rodeado de todos ellos. Sonia y Julio que me cuentan sus planes, los compañeros del “Nunca correrás solo”, los amigos de León. Muchos sentimientos me recorren.
Entre el bullicio de los saludos busco un minuto para abstraerme y mirar, para ver y sentir, para repasar tantos recuerdos. La hora se va acercando, la hora de la verdad, esa para la que llevamos tiempo preparándonos. Vamos en fila, formando un pequeño trenecito para no perdernos entre la multitud, en busca de nuestro cajón.
Junto a mis amigos del “Nunca” Cristina, María Jesús, Óscar, Juan Pe, Abe, Alberto que nos acompañará unos kilómetros, y Pedro del Club Maratón Benavides, espero el momento. Es la hora, los aplausos que espantan los últimos nervios, las ganas de empezar a correr, el intercambio de miradas, el lento caminar hasta la línea de salida, esa línea que marca un antes y un después, el pequeño trote que nos acerca a ella, la cruzo y empiezo a correr. Ahora ya solo un pensamiento: la meta.

Esto ya es maratón, y como siempre, poco a poco, siguiendo los pasos de los que nos preceden, pasando cuando se puede, sin zigzaguear en exceso. En estos primeros metros de difícil correr, y ese subir por el Paseo de la Castellana, aprovechamos para ir adaptando nuestros cuerpos, para ir midiendo distancias, para recordarnos que no debemos tener prisa, que la fiesta acaba de empezar, y nosotros queremos acabarla, y hacerlo bien. En el kilómetro 3 ya encontramos a Tábita, Beatriz, Sonia y Julio, que se desgañitan animando a la marea naranja. Una marea que está empezando a vivir su sueño, ese que solo los maratonianos tenemos. Miro a mis debutantes, y veo caras de ilusión, de alegría, los veo genial. Seguimos el guión preestablecido. El Santiago Bernabéu que despierta sentimientos encontrados entre los corredores; el recuerdo que María Jesús dedica a Lucía. El monolito de mi amigo Ángel. La estrechez del primer avituallamiento; el ansia con que se coge esa primera botella, ese primer sorbo de agua. Se acabo la gran recta, Abe ya nos ha abandonado, se queda a lo suyo, pero sé que le veré en el Retiro, amigo es lo que tiene conocerse tan bien. Otra calle para correr, otra calle para comprar, Bravo Murillo, nos lleva al kilómetro 10, a otro encuentro con los nuestros, Ángeles y Anabel, y de aquí a la Glorieta Cuatro Caminos, que también nos la compramos, y a Nuevos Ministerios, donde nos aguardan Sonia y Julio, y a seguir viendo las sonrisas en las caras de mis compañeros, y a continuar compartiendo mi sueño con el de ellos. Seguimos sin poder correr cómodos y ya todos tenemos ganas de que los corredores de la media se vayan por su camino, llegamos a María de Molina a  Serrano, dos calles que compramos de una tacada, y que desatan nuestras risas, y dispara mi imaginación, y aún si poder coger el ritmo programado; veo como el tiempo se me está yendo entre zancadas entrecortadas, entre corredores que pronto acabarán su lucha. El ansiado kilómetro 14, el lugar donde los caminos se separan, donde nuestro correr empezará a ser más fácil. Llueve, sigue lloviendo, lo lleva haciendo desde que salimos. Los ánimos de Tábita y Beatriz, y Alberto que vuelve junto a nosotros, que aparece y desaparece como el Guadiana; la pequeña marea naranja sigue junta: Cristina y María Jesús que cantando, y pidiendo a Alberto que componga el himno del Nunca; Óscar que lo mismo va delante que detrás; Juan Pe y Pedro que nos siguen; y yo que corro recordando. Nos acercamos a Gran Vía, calle que también compraremos, a correr por las calles emblemáticas; Amelia que grita palabras de ánimo; Preciados; Puerta del Sol ensordecida de aplausos; la calle Mayor me llena de recuerdos, y donde Julio, cámara en mano, empieza a correr, a compartir sus dos kilómetros, a inmortalizar a la pequeña marea naranja, “a mí no me grabes”, le dicen, “a ti también” contesta.    El buen humor sigue acompañando nuestras zancadas; Palacio de Oriente, donde los turistas nos contemplan ajenos a nuestro esfuerzo; una bajada y su subida, y a lo lejos los arcos que nos anuncian la mitad de la aventura, la mitad de un sueño; los aplausos de Sonia, donde Julio deja su trote, donde no tengo palabras para ese pequeño esfuerzo; el arco, la media, Pedro del Club Maratón Benavides nos anuncia que se queda, que a partir de aquí seguirá a lo suyo, gracias amigo por la compañía, Juan Pe ya hace un rato que nos dejo; ahora ya solo cuatro almas componen la pequeña marea naranja: Cristina, María Jesús, Óscar y yo; juntos, rememorando los largos entrenamientos por nuestro León, afrontamos primero la agradable bajada del parque del Oeste, y después la larga recta que nos deja en Príncipe Pío, que nos lleva a los aplausos de ese kilómetro 25.
A lo lejos veo a Sonia, con la camiseta del Nunca, preparada para unirse al grupo, para compartir unos kilómetros de este maratón especial, e inevitablemente las emociones sacuden mi cuerpo recordando otro maratón; Ángeles y Anabel; la entrada a la casa de campo, hoy más corta que nunca, el lugar donde muchos sueños se han quedado atrapados para siempre y donde los kilómetros empiezan a parecer más largos, vamos bien, todo va bien, nos vamos adaptando a las circunstancias de carrera, paso a paso vamos dando cuenta de estos kilómetros, y llegamos a la cuesta que se agarra a nuestras piernas, y nos devuelve a la ciudad; la armonía del grupeto se rompe, por delante Óscar y Cristina y a unos metros María Jesús, Sonia y yo, ahora ya es cuestión de regular el esfuerzo, de relajar mente y de trabajar para no salirse de la carrera; kilómetro 31 donde Sonia se queda, un beso a la carrera, sabedora de todo lo que esto significa para los dos; sigo recordando y llenándome de emociones; transcurren los kilómetros, hablo con María Jesús, la ánimo, sabedor de que estamos en lo peor del maratón, en esos kilómetros en que has corrido mucho y aún estás demasiado lejos de la meta, “mira el Calderón, esto sí que es un campo”; Óscar y Cristina a cincuenta metros, pero no es cuestión ni de forzar ni de que esperen, así que les avisamos para que sigan su carrera; ya  nos olvidamos de nuestros compañeros e iniciamos los kilómetros de subida, “para esto hemos estado entrenando”“esto es lo que había después del kilómetro 30””todos estos aplausos son para nosotros””vamos”; paso a paso, zancada a zancada, mirada al suelo, mirada al cielo, bajo la lluvia, ahora más intensa, sabiendo sufrir, llegamos al Paseo del Prado, y llegados aquí como no la vamos a comprar, comprada queda; seguimos bajo la intensa lluvia, otra vez los ánimos de Amelia; corremos a buen ritmo; Neptuno, mi Neptuno; Cibeles, donde Sonia vuelve a unir sus pasos a los míos, a los nuestros; kilómetro 39, “vamos que ya lo tenemos””grande””muy grande”; “un último esfuerzo”, siento una felicidad inmensa, recuerdo aquel primer maratón, recuerdo otros muchos, y me veo ahora, a punto de cumplir otro sueño, disfrutando metro a metro; Velázquez, la última calle que compramos, la última de este maratón de monopoly; Sara y Raquel, y los ánimos a María Jesús; ya en el kilómetro 41, el de las dedicatorias, el que corro por los recuerdos, el que me gustaría no tener que recordar, en el que hoy quiero recordar a Ana, amiga de las Mujeres Running de La Bañeza, “hasta siempre amiga”; en el Retiro, donde ya nada importa, donde la sonrisa llena nuestras caras; corro entre Sonia y María Jesús, disfrutando de este gran momento; Tábita, Beatriz y Abe nos gritan; más adelante Julio; después Anabel y Ángeles.
Los últimos metros, miro a mi alrededor, ya sin temores, sonrío, nos damos la mano, y cruzamos la meta cuatro horas y cinco minutos después de haber iniciado esta historia.
Sonia, Cristina, María Jesús, Óscar y yo, abrazos, besos, lágrimas, risas, enhorabuenas, sensaciones para recordar.
Bueno, esto se ha alargado un poco, pero no quiero acabar sin los agradecimientos:
A los amigos que desde la distancia estuvieron a mi lado.
A los incondicionales que, bajo la lluvia, no dejaron de acompañarnos y animarnos: Tábita, Beatriz, Ángeles, Anabel, Sara, Raquel, Loli y Amelia.
A Alberto que nos acompañó y animó parte de la carrera.
A mi hija Sonia y Julio, que quisieron compartir kilómetros en este maratón tan especial.
A mis amigos del Nunca, Gustavo y Juan Pe, y a Abe que intentó un imposible.
Y como no, a mis amigos Cristina, María Jesús y Óscar, que prepararon y corrieron conmigo su primer maratón.
Gracias.

8 comentarios:

A de la Mata. dijo...

Satur: enhorabuena por tus logros, sus logros y por haber jugado una gran partida que habéis ganado sin discusión. Has machacado el 25 con éxito arrollador, bajo un gran aguacero. Has conseguido que tus pupilos debutantes hayan hecho realidad un sueño. Eres muy grande. Un abrazo.

Raúl Rubio dijo...

Una partida jugada sabiamente, con paciencia, sin prisas, de gustando cada casilla, cada calle, desgranando otra batalla, otro sueño.

25 felicidades amigo, un lujo compartir risas en la feria y saber que has vuelto a coronar un nuevo logro, y van nada menos que 25!!!

JK dijo...

Felicidades y ¡enhorabuena!,llevas muchas maratones, tu experiencia es impresionante, me hubiese gustado conocerte y compartir unos minutos.Buena carrera jugada desde la seriedad y la experiencia.tuvímos que entrar cerca.Un abrazo por ese 25.

Anónimo dijo...

Sin palabras. Un abrazo fuerte, fuerte, fuerte, para ti y para María Jesús.

Javier G.

Rafael dijo...

Carrera por lo que describes muy intensa, muy emotiva y llena de agua¡¡¡, dura por tanto, otra maraton mas, pero esta distinta, todas al final lo son.Felicidades¡¡¡, porque todo lo que haces y vas consiguiendo es todo menos facil y te vi por la tele, cuando mas o menos marcaba el crono el minuto 12:31,asi que en teledeporte te puedes ver en ese instante las veces que quieras.
Un abrazo catacrack¡¡¡.

Saturnino dijo...

A de la Mata.: Muchas gracias, todo nos fue según lo previsto; los entrenamientos dieron su resultado. Tú sí que eres grande, esos 153 maratones lo corroboran. Enhorabuena.
Raúl Rubio: el maratón hay que tomarlo con tranquilidad, el objetivo es la meta. Vamos cumpliendo sueños. Felicidades también por el décimo. Y por supuesto un placer saludarte en la feria.
JK: gracias, en la próxima ocasión tendremos ocasión de saludarnos.
Javier: no será para dejarte mudo; nos veremos en la granja cualquier día de estos. Espero que el próximo año estés en la línea de salida.
maratonman: nada es fácil, pero entrenando los objetivos se logran mejor. El agua lo complicó todo un poquito, pero al final logramos esa meta.
Un fuerte abrazo.

Pepemillas dijo...

Satur, a nivel personal, muchísimas felicidades por ese ramo de 25 Maratones. Cifra al alcance de pocos y menos con esa sonrisa en cada uno de ellos. Enhorabuena, pedazo de Campeón.

A nivel de equipo... mejor en el Blog del equipo.

Espero veros pronto, Satur. Sólo eso. Fuerte abrazo y gracias por todo.

Tania dijo...

Enhorabuena Satur!!!! se nota tu experiencia en esto de preparar maratones! 25...como si no fueran pocos ufff mi más sincera enhorabuena!
bss
Tania