viernes, 27 de febrero de 2009

LO IMPORTANTE ES CORRER

No sé si es mejor correr en la ciudad donde uno vive o correr en otra localidad; desde que regresé de Sevilla llevo pensando en ello y no saco nada en claro; voy de una decisión a otra sin decidirme por ninguna, todo depende del momento o del color del cristal con que lo mire.
Cierto es que cuando corres en casa afrontas la carrera más descansado, conoces cada metro del recorrido, al acabar no tienes que ir a toda leche para volver; pero no es menos cierto que también tiene su encanto correr en otra ciudad, haces turismo, aunque sea con el freno de mano echado (no es cuestión de reventarse andando, pero tu acompañante se merece ese esfuerzo), en ocasiones vuelves a un lugar donde estuviste hace años, tienes un montón de anécdotas, pero claro esta opción tiene el inconveniente de la distancia, su gran inconveniente.
Como cualquier desplazamiento a una carrera tiene dos partes, la carrera propiamente dicha, y lo que rodea a la carrera; esta segunda cuestión no es menos importante que la primera; si te lo pasas bien en una de las facetas y en la otra no, el viaje no es perfecto; ahora, cuando en las dos disfrutas eso ya es otra historia.
El fin de semana a Sevilla fue perfecto en ambos aspectos.
En cuanto a la carrera, el maratón, ya sabéis que quede satisfecho, cumplí con mis tres expectativas.
Y en cuanto a la parte turística (el entorno de la carrera) también; disfrutando del viaje, tanto el de ida como el de vuelta; disfrutando de la ciudad, tanto de día como de noche; disfrutando de la compañía de Abe, Beatriz, Pablo, Amelia, del pequeño Guillermo, de Manolo y María, mis amigos; disfrutando de las anécdotas que quedarán para el recuerdo.
Como la acaecida cuando el sábado Ángeles y yo íbamos al estadio olímpico a recoger el dorsal; salimos del hotel, vamos fijándonos en el trayecto, será el mismo que haremos el día de la carrera, el de verdad; vamos por la SE-30; cogemos el desvío de La Cartuja; seguimos las señales amarillas que nos indican la dirección del estadio; señal “aparcamiento estadio olímpico 250 metros”, no se ve el estadio (vamos entre árboles); seguimos; hacemos el giro indicado en la señal anterior, pivotes; individuo con chaleco reflectante; ticket; 1 euro; aparcamiento charco de la pava-parque alcosa; “siga hasta el fondo, mi compañero le indica”; seguimos, “y ¿el estadio?” nos preguntamos; coches que dan la vuelta; otro individuo con chaleco, también reflectante; “¿el estadio olímpico? pregunto, “no sé, todos preguntan lo mismo” contesta el extranjero del chaleco reflectante, doy la vuelta; “ya me han engañado”; “hay si el ingenio lo utilizasen para trabajar”; seguimos las señales amarillas; vemos el estadio; por fin aparcamos, y prácticamente a la puerta.
O como la espera a la que nos sometió Abe y Pablo, pretendiendo echar la culpa del retraso al pobre e indefenso Guillermo (con tan solo dos añitos, un ángel).
O como que el Aleti sigue sin ganar si juegan el sábado y yo corro un maratón el domingo.
Aunque pensándolo bien y una vez llegados a este punto, qué más da correr en un sitio que en otro, lo importante es correr.

No hay comentarios: