VI MEDIA MARATÓN DEL DULCE

Llego a Benavides con la sensación de quién llega a una cita demasiado tarde, y quizás así sea, ningún amor hubiese esperado tanto tiempo; pero otro amor, Mapoma, me ha impedido venir. Hoy se corre la sexta edición de esta carrera; mucho, y bien, he oído hablar de ella.
Aquí estoy, situado en la línea de salida, mascando la estrategia a seguir, que no es otra que disfrutar y disfrutar; la primera vez no puede ser de otra manera, no quiero que me deje una sensación de amor-odio.
De momento todo acompaña, el ambiente, la climatología, todo; todo preparado cuando suena el disparo que avisa de la salida. Se acabaron las bromas. Se acabo el pensar, ahora toca correr. El primer kilómetro transcurre por las calles de Benavides; el terreno favorable y el apoyo del público que a esa hora esta en sus calles, hace más fácil coger el ritmo de carrera. Pronto encuentro un ritmo agradable y un grupo con el que compartir kilómetros. Unos kilómetros que van cayendo bajo un agradable sol. Atrás queda ya Pozuelo de Órbigo, Gavilanes, Santa Marina del Rey, y el kilómetro diez, "vamos para 1h41m" comenta alguien, "¡uf". El grupo empieza a resentirse, y su unidad se resquebraja, cada uno empieza a buscar un paso más tranquilo, su paso. Ya solo me queda la compañía de otro corredor, Rubén oí que le llamaban. Seguimos con nuestro ritmo particular, mientras irremediablemente mi mente piensa en ese "vamos para 1h41m", en que hace demasiado tiempo que no corro a esos ritmos. Pero no quiero pensar en eso, aunque he de reconocer que me ayuda a seguir los pasos de mi acompañante; un acompañante, Rubén oí que le llamaban, al que hace un rato ya no doy relevo, al que doy las gracias y pido que continué; pero que sigue empeñado en arrastrarme hasta el kilómetro dieciséis; y me esfuerzo para seguir con él. Dejamos Villamor de Órbigo, y alcanzamos Puente de Órbigo, el kilómetro quince. Ante nosotros, bajo nuestros pies, el llamado Puente del Paso Honroso, y bajo éste el río Órbigo, y frente a él Hospital de Órbigo. Y ya me quedo solo, sin mi acompañante, Rubén oí que le llamaban; con mis pensamientos, con mi interior para sufrir lo menos posible; y me viene a la memoria una de las leyendas por las que es famoso el Puente del Paso Honroso, que más o menos viene a decir: Que el caballero Don Suero de Quiñones, propuso al rey (al suyo, no al nuestro) unas justas sobre el puente, en las que debería romper trescientas lanzas para poder librarse de la argolla de hierro que tenía amarrada al cuello en penitencia por el amor a su dama, y el caballero que se negase a luchar, tendría que dejar su guante en señal de cobardía y cruzar el río vadeándolo. Y así con la cabeza en otra parte, voy corriendo metro a metro, con el ritmo trabado por la fatiga. Dejo en el camino San Feliz de Órbigo, y Gualtares de Órbigo, ya veo Benavides, último repecho, última curva y detrás de ella la gente, una gente que ha estado presente durante toda la carrera, en todos los pueblos, y por fin la meta.
Recojo aire mientras camino pausadamente. Miro el crono parado en 1h43m49s. Me sonrio y me lamento, no pudo ser ese 1h41m. Aunque no impide que salga contento con la carrera y conmigo mismo; he vuelto a recuperar el espíritu de sufrimiento, de lucha, algo que hace mucho no sentía.
En cuanto a la organización (pinchar para ver la clasificación general), decir que, ha sido casi perfecta, yo solo le pongo un pequeño “pero”; “pero” que haré llegar a los responsables de la misma, y que estoy seguro solucionarán el próximo año, porque buena voluntad e ilusión no les falta.

Agradecer, como siempre, a los que teniendo cosas más importantes que hacer, estuvieron dando su aliento, en especial a Ángeles, quién cámara en mano estuvo recibiendo a los corredores.
Ahora a pensar en mi próximo objetivo: La travesía de los Montes Aquilianos.