Llego a Benavides con el buen
recuerdo de la edición del año pasado; lo que no es sinónimo de que todo vaya a
ir igual, ni tan siquiera parecido, algo que sin duda sería de mi agrado.
El tiempo transcurre en espera
de salida entre saludos, charlas y calentamientos. Me sitúo en la parte trasera
del pelotón, las pretensiones que llevo no son exigentes, simplemente acabar
sin castigarme en exceso en torno a la hora cuarenta minutos.
Después de la salida y de
recorrer, en un terreno favorable, las calles de Benavides, abandonamos su
refugio y quedamos a expensas del sol, para empezar a sufrir su rigor. Llegamos
al kilómetro 5, situado en Palazuelo de Órbigo, donde se agradece esa primera botella
de agua que ayuda a refrescar cuerpos ya sudorosos. Continuamos hacia Gavilanes,
Santa Marina del Rey, y poco después el kilómetro 10, donde otra nueva botella
de agua calma nuestra ansiedad. Hasta aquí cuarenta y nueve minutos, dentro de
lo previsto, y sin sufrir castigo en el cuerpo, voy bien, aunque empiezo notar
sensaciones que no me gustan. El sol sigue apretando de lo lindo, y en Villamor
de Órbigo buscamos la poca sombra que nos dejan sus casas. Me quedo descolgado,
la mala elección de zancadas amigas ha hecho que pierda contacto con los grupos
que me precedían, y que ese esfuerzo por recuperar el terreno perdido lo
empiece a pagar ya en Puente de Órbigo, el kilómetro 15 de carrera, a seis de
meta. Desde aquí ya es un sufrimiento tras otro, paso el mítico puente del Paso
Honroso como quien transita por el lugar más vulgar del mundo, San Feliz de
Órbigo, Gualtares de Órbigo, desde donde ya se divisa la torre de Benavides. Una
torre que se convierte en faro que se fija en mi vista, en mi mente, durante
esos dos interminables kilómetros. Cruzo la meta, no extenuado, pero sí
bastante cansado. Demasiado castigo para tan poco premio.
Una sombra para recuperar y una ducha reparadora obraron el milagro de la recuperación.
Una sombra para recuperar y una ducha reparadora obraron el milagro de la recuperación.
Para terminar, felicitar a la
organización por el trato dispensado a los corredores y por el mimo que ponen
en la carrera, y a gradecer como siempre a Ángeles todos sus desvelos.
Volveré el próximo año.
5 comentarios:
si es que con el calorazo se corre muchisimo peor...
Satur te aseguro que esta carrera la tengo que correr yo... me gusta mucho el dulce y seguro que esta hecha para mi.
Cuando valla con mi mujer intentare que caiga en estas fechas.
ORBIGO ES POR DONDE PASA EL CAMINO DE SANTIAGO... QUE HACEN UN MERCADO MEDIEVAL!!!
Satur, lo importante es haber llegado, en un estado aceptable, aunque cansado. Ya sabes el castigo nos lo imponemos nosotros, el premio de llegar compensa casi siempre el esfuerzo sufrido. Un abrazo y seguimos. A de la Mata.
Saltando de blog en blog he caído por aquí y si me lo permites me quedo a seguir tus historias.
Sufrir es parte de este juego, pero no creo que terminarla es un éxito y más para uno que todavía no lo ha probado. La siguente mejor.
Saludos
http://www.storiesacrosstheocean.blogspot.com/
Hola Saturnino: era uno de esos dias para apagar el cronómetro y disfrutar del paisaje y de la compañia
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