No voy a hablar de cine, así que no se trata de la película 55 días en
Pekín; sino que fueron los días que estuve sin poder salir a correr, algo que a
muchos les puede parecer una cosa baladí, pero que para mí si era importante, ya
que correr me aportaba paz y tranquilidad.
Así que sí, cincuenta y cinco días fueron los que estuve sin salir a
correr; desde el día 11 de marzo hasta el día 05 de mayo, los tres primeros por
voluntad propia y el resto por falta de libertad.
En todo ese tiempo tenía que haber corrido un maratón, y alguna que otra
carrera, y en vez de eso me tuve que conformar con el ejercicio casero.
Ejercicio, que si bien me mantuvo activo y
me ayudo a soportar mejor el tiempo, no me sirvió para la calle, por lo
visto en las primeras salidas que hice.
Ahora que puedo volver a disfrutar del correr, me
gusta hacerlo en silencio, entre los pinos; corriendo con la sola compañía del
trino de los pájaros; corriendo lejos de aglomeraciones. Me gusta volver a
disfrutar del correr absorto en mis pensamientos, distraído en mis recuerdos;
en correr solo conmigo.