Después de dos años sin poder
hacerlo, ayer domingo volví a correr la carrera de relevos del Camino Santiago.
Una carrera diferente, una carrera de equipo, de amistad.
Mañana gris la que recibía a los
participantes de la IV Carrera de Relevos del Camino Santiago, que discurría,
en está ocasión, entre las localidades de Sahagún de Campos y Mansilla de las
Mulas. Tres etapas para salvar los 37 kilómetros que separan ambas localidades;
la primera de 10 kilómetros, los que hay de Sahagún de Campos a Bercianos del
Real Camino; la segunda de 8 kilómetros, entre Bercianos del Real Camino y El
Burgo Ranero; y la tercera etapa, en la que los corredores tenían que completar
los 19 kilómetros que separaban El Burgo Ranero de Mansilla de las Mulas.
Yo, para no andar con medias tintas
me decanté por el tercer tramo, el largo, por eso de que me servía como tirada
larga para el próximo domingo. La disculpa era buena, no se puede negar, pero
creo que de cualquier manera hubiese elegido ese.
Como dije antes, mañana gris, buena
temperatura para correr, aunque un poco airosa. A las 12:00 horas daba comienzo
mi carrera, antes había disfrutado animando y compartiendo charla con mis
compañeros del Nunca correrás solo y con el resto de amigos que allí se dieron
cita. Empiezo, esta vez tranquilo, con mi compañera María Jesús, marcando un
ritmo que la lleve cómoda. El Camino en ocasiones estrecho, de subes y bajas
constante, monótono, de largas e interminables rectas, con ese aire que, cuando
corremos, siempre da de cara, con esos peregrinos que tímidamente nos dan su
ánimo, con un paisaje bonito, diferente. Ritmo machacón, constante, y regular el
que nos acerca a las calles de Mansilla, a cruzar una meta llena del aplauso de
los amigos.
Después disfruté de la entrega de
los premios de la carrera, de mis amigos, de ese equipo que un día llamamos
“Nunca correrás solo”, y de esa paella que la organización nos brindó. De esa
amena charla que siempre da pena dejar.
Y esta ha sido la historia de un
buen día de carreras; del antes de Lisboa.
Y para terminar este pequeño relato os dejo las fotos de Ángeles.
Si alguien quiere la foto en
tamaño original, y sin marca de agua, que me envíe un correo electrónico,
indicándome número de foto y número de dorsal.