Si la semana pasada buscaba fuerza, esta he buscado ritmo, mi ritmo crucero. Ese ritmo crucero, ese ritmo machacón que no se cansa de hacer kilómetros, y en el que correr resulta hasta agradable; a estas alturas sé que será lo que más me va a ayudar, tanto física como mentalmente, a recuperar las sensaciones perdidas.
Había decidido correr éste domingo el Cross de Ciñera, pero a medida que avanzaba la semana iba descartando esa idea. El paso de los días, de los entrenamientos, no me dejaba la motivación suficiente que me llevase a colgarme un dorsal. Y al final con prudencia y por prudencia tome la mejor decisión: No correr hasta los 10 kilómetros de La Virgen del Camino que tendrá lugar el día 04 de marzo.
Por delante un mes para coger mi ritmo; un ritmo del que aún estoy lejos, pero del que cada vez estoy más cerca.
Y con estas premisas inicié los entrenamientos semanales el martes, después del merecido descanso del lunes, con un corto y suave rodaje de seis kilómetros, más dos series de gradas y unas rectas.
El miércoles, día 25, me tiro a las cuestas de los pinos, a correr uno de los recorridos de la semana pasada, de diez kilómetros, y comprobar que he conseguido recortar más de minuto y medio el crono.
El jueves programo un día de descanso antes de afrontar tres salidas consecutivas y que me dejaran con fatiga física o al menos cerca de ella.
El viernes, sin forzar, solo rodar, me enfrento a seis kilómetros relajados.
El sábado, día 28, el entrenamiento más exigente del grupo de tres salidas. Diez kilómetros y medio, sin cuestas, llanos; forzando el ritmo para ir acercándolo a los 5´30´´ de media, la primera de las barreras sicológicas que tengo que saltar.
El domingo, me imaginaba que llegaría cansado, pero aún así quería hacer una tirada larga. Una hora y veinticinco minutos para recorrer 14150 metros; no sale un buen ritmo pero si sale una buena tirada.
Con esta semana acaban los entrenamientos anárquicos, dando paso a los entrenamientos específicos de Mapoma, en los que como siempre intentaré ceñirme todo lo que pueda.
Y para acabar una de las frases que iluminar este blog: “La perseverancia todo lo alcanza”.
Había decidido correr éste domingo el Cross de Ciñera, pero a medida que avanzaba la semana iba descartando esa idea. El paso de los días, de los entrenamientos, no me dejaba la motivación suficiente que me llevase a colgarme un dorsal. Y al final con prudencia y por prudencia tome la mejor decisión: No correr hasta los 10 kilómetros de La Virgen del Camino que tendrá lugar el día 04 de marzo.
Por delante un mes para coger mi ritmo; un ritmo del que aún estoy lejos, pero del que cada vez estoy más cerca.
Y con estas premisas inicié los entrenamientos semanales el martes, después del merecido descanso del lunes, con un corto y suave rodaje de seis kilómetros, más dos series de gradas y unas rectas.
El miércoles, día 25, me tiro a las cuestas de los pinos, a correr uno de los recorridos de la semana pasada, de diez kilómetros, y comprobar que he conseguido recortar más de minuto y medio el crono.
El jueves programo un día de descanso antes de afrontar tres salidas consecutivas y que me dejaran con fatiga física o al menos cerca de ella.
El viernes, sin forzar, solo rodar, me enfrento a seis kilómetros relajados.
El sábado, día 28, el entrenamiento más exigente del grupo de tres salidas. Diez kilómetros y medio, sin cuestas, llanos; forzando el ritmo para ir acercándolo a los 5´30´´ de media, la primera de las barreras sicológicas que tengo que saltar.
El domingo, me imaginaba que llegaría cansado, pero aún así quería hacer una tirada larga. Una hora y veinticinco minutos para recorrer 14150 metros; no sale un buen ritmo pero si sale una buena tirada.
Con esta semana acaban los entrenamientos anárquicos, dando paso a los entrenamientos específicos de Mapoma, en los que como siempre intentaré ceñirme todo lo que pueda.
Y para acabar una de las frases que iluminar este blog: “La perseverancia todo lo alcanza”.