A medida que nos acercábamos a Villafranca del Bierzo, lugar de inicio de la prueba, empeoraban las condiciones climáticas, algo que sin duda complicaría la lucha contra el temido dragón; el frío, la lluvia y algunos copos de nieve intentaban enfriar el ánimo de los corredores que ansiosos querían iniciar ya la lucha; de eso se trataba ¿no?, pero no había solo un dragón contra el que luchar, sino que había tantos como guerreros, cada uno en su interior intentaría vencer a su dragón; derrotar a la montaña y sus temidos repechos.
El momento de la verdad había llegado, el camino hasta el lugar había sido largo, y el que quisiera derrotar al dragón tendría que luchar, no le quedaba otra; así que después de que el rey de la zona arengara a sus huestes iniciamos la marcha.
La misión que yo tenía encomendada no era la de pelear, simplemente acompañar y proteger a Sonia, ayudarla a derrotar a su dragón, a su montaña, a sus miedos. Los primeros metros, favorables a nuestros intereses, transcurrieron sin problemas; mientras nos aproximábamos al kilómetro dos la empresa empezaba a complicarse y Sonia decide apearse de su montura y continuar a pie, algo que haría más complicado la lucha contra su dragón; en vano intento que vuelva sobre su grupa y pique espuelas, pero sus miedos lo impiden y continúa a pie. Entonces, sabiendo que quizás lo mejor sea que continúe sola y que en esa soledad empiece a vencer a su dragón, continúo con mi particular ascensión, no tengo ninguna prisa, mi misión allí había terminado antes de lo que a mí me hubiese gustado; doy alcance a Siridia, amiga de Sonia, y continúo la ascensión con ella, poco después alcanzamos a N.G., quién también se había apeado de su grupa, pero ante nuestro paso decide seguirnos; con ritmo suave y constante seguimos subiendo, ahora la pendiente se ha suavizado y el camino se hace más llevadero; nos da alcance Eliseo y Siridia decide continuar con él; yo continuaré con N.G., al fin y al cabo, y sin querer, voy a cumplir con la misión que me trajo a Dragonte, ayudar a derrotar al dragón; despacio, pero sin pausa, llegamos a la meta, una meta que a medida que avanzabamos por la localidad de Dragonte parecía que se alejaba más.
De regreso y antes de lo previsto vemos llegar a Sonia, algo que me sorprende y me llena de alegría, así que sin dudarlo vuelvo a convertirme en su sombra y en su apoyo, un poco de ánimo a estas alturas no viene mal, y aunque cansada consigue llegar a la meta y empezar a vencer a su dragón, a sus temores y a sus miedos. Después de un pequeño descanso, el necesario para recoger nuestra ropa de abrigo y un poco de agua, iniciamos el descenso, dejando atrás, paso a paso, la montaña que acabamos de derrotar.
El momento de la verdad había llegado, el camino hasta el lugar había sido largo, y el que quisiera derrotar al dragón tendría que luchar, no le quedaba otra; así que después de que el rey de la zona arengara a sus huestes iniciamos la marcha.
La misión que yo tenía encomendada no era la de pelear, simplemente acompañar y proteger a Sonia, ayudarla a derrotar a su dragón, a su montaña, a sus miedos. Los primeros metros, favorables a nuestros intereses, transcurrieron sin problemas; mientras nos aproximábamos al kilómetro dos la empresa empezaba a complicarse y Sonia decide apearse de su montura y continuar a pie, algo que haría más complicado la lucha contra su dragón; en vano intento que vuelva sobre su grupa y pique espuelas, pero sus miedos lo impiden y continúa a pie. Entonces, sabiendo que quizás lo mejor sea que continúe sola y que en esa soledad empiece a vencer a su dragón, continúo con mi particular ascensión, no tengo ninguna prisa, mi misión allí había terminado antes de lo que a mí me hubiese gustado; doy alcance a Siridia, amiga de Sonia, y continúo la ascensión con ella, poco después alcanzamos a N.G., quién también se había apeado de su grupa, pero ante nuestro paso decide seguirnos; con ritmo suave y constante seguimos subiendo, ahora la pendiente se ha suavizado y el camino se hace más llevadero; nos da alcance Eliseo y Siridia decide continuar con él; yo continuaré con N.G., al fin y al cabo, y sin querer, voy a cumplir con la misión que me trajo a Dragonte, ayudar a derrotar al dragón; despacio, pero sin pausa, llegamos a la meta, una meta que a medida que avanzabamos por la localidad de Dragonte parecía que se alejaba más.
De regreso y antes de lo previsto vemos llegar a Sonia, algo que me sorprende y me llena de alegría, así que sin dudarlo vuelvo a convertirme en su sombra y en su apoyo, un poco de ánimo a estas alturas no viene mal, y aunque cansada consigue llegar a la meta y empezar a vencer a su dragón, a sus temores y a sus miedos. Después de un pequeño descanso, el necesario para recoger nuestra ropa de abrigo y un poco de agua, iniciamos el descenso, dejando atrás, paso a paso, la montaña que acabamos de derrotar.