Dos Carreras. Dos
Leguas. Dos pueblos, Santa María del Páramo y Audanzas del Valle. Una de noche.
Otra de día. En las dos tocó correr deprisa, que no volar, no porque no quiera,
sino porque no puedo.
XIII Legua Nocturna Popular. Primero Santa María del Páramo, primero la noche. Mientras me acerco a la
línea de salida un pensamiento llena toda mi mente “no cometer errores”.
Espero, bajo la espigada torre de la iglesia, la cuenta atrás, y el lanzamiento
a la carrera. Corro, esquivo, respiro, miro a mi alrededor, cojo mi ritmo. “Voy
algo rápido” comento a mi compañero. “Yo también” me dice. Le veo alejarse poco
a poco. Me siento cómodo, eso es lo importante. El griterío de la gente anuncia
que estoy terminando con la primera vuelta, atrás queda ya. Otra vez la calle
que me echa del pueblo, el carril bici,
esta vez más oscuro; otra vez el recordatorio de “no cometer errores”; otra vez
seguir los ritmos a mi ritmo; otra vez de vuelta; otra vez la algarabía. El
último esfuerzo para entrar al estadio, para recorrer esa pista de atletismo,
para esprintar esa recta. Para cruzar esa meta. Para mirar al cielo y ver la
noche, y ver la luna.
III Legua Popular. Audanzas del Valle,
después el día. El pensamiento, mientras busco la salida, es el mismo: “No
cometer errores”. La cuenta atrás lanzada por el Dani, el speaker, que nos
lanza a las calles del pueblo. Al calor. A inspirar bocanadas de fuego.
Tranquilo con la consigna clara. Los primeros metros favorables, después giros
y más giros, camino, polvo y vuelta a los giros. Dos aplausos y cuatro vamos.
Una vuelta, y ahogado, con la garganta seca afrontó la segunda vuelta. Eduardo,
de Leoncorre, que tira de mi. Creo que voy bien, pero las piernas, ahogadas, no
tiran. Esfuerzo tras esfuerzo. Esfuerzo a cada giro. Y como si fuera un fórmula
1, modesto claro, voy de 100 a 10 y de 10 a 100 en cada curva, en cada giro. En
ese último giro, para dejar atrás la iglesia y embocar la corta recta. Para
cruzar esa meta. Para buscar, ansioso, esa botella de agua que calme mi sed.
Para mirar al cielo y ver el día, y no ver la luna.
Y esto, más o menos, es lo que pasó en dos Carreras. En
dos Leguas. En dos pueblos, en Santa María del Páramo y en Audanzas del Valle.
Y lo mejor, con la compañia de los mios.