sábado, 29 de agosto de 2015

RE-VERSOS: SALVADOR LAPEÑA



Para ti, todo el tiempo

Qué se puede hacer con el tiempo
cuando la ausencia llena
cada llama del amarillo fuego
y la distancia rompe todo lo que amas
como un frágil cristal... azul y viejo.

Quizá abrazarte a la nada
con el secreto deseo
de que no sea tiempo
eso que cuentan los acompasados
latidos del corazón.

Que no sea tiempo lo que separa,
que las miradas no sean tiempo,
que los planetas dibujen sus invisibles órbitas en tus ojos
y que se llenen de besos, de caricias, de sueños sin tiempo.

Hacer posible lo imposible,
dormir sobre el breve filo de la existencia,
cambiar los secretos ecos del alma
por la vida sin tiempo, de tu boca.

de Salvador Lapeña

domingo, 23 de agosto de 2015

DOS LEGUAS, DOS CARRERAS: SUS HISTORIAS Y SUS FOTOS



El fin de semana que tenía por delante prometía. Dos leguas, dos carreras, lo que en mí quiere decir que si no quiero sufrir tengo que correr con cabeza.
Con esa idea me presento el sábado en Santa María del Páramo, donde se disputa la primera de las leguas: la XII Legua Nocturna Popular.
Llego pronto, con tiempo para disfrutar del ambiente, de las carreras de los pequeños, y de mis amigos del “Nunca correrás solo”. Todo pasa deprisa, como siempre que estas a gusto, y llega el momento de pensar en la carrera. Junto a mis compañeros, empiezo a calentar, a comentar la carrera, lo que deberíamos hacer para no morir en el esfuerzo. Y así vamos acercándonos al momento de la salida. Bajo el arco de salida, vigilados por la torre de la iglesia, rodeado de corredores, junto a mis compañeros espero el “ya”.
Empiezo junto a ellos, con esos sinceros deseos de buena suerte, repitiéndome: tranquilidad; dejo que los primeros metros, esos en los que la calle no permite correr, trascurran, que simplemente pasen. Pronto la calle se hace ancha y ya puedo ir pensando en mi ritmo. Medio salimos de Santa María, y nos vamos su “ruta del colesterol”. Respiración y calma, poco a poco, intentando disfrutar; no dejando que los pasos de los que me adelantan sean los míos, aún no. La cabeza no se ha vuelto loca por las prisas. Noto que empiezo a encontrarme cómodo. Oscuridad y este año con menos calor. Vuelta al pueblo, con esa fiesta de jubilados que nos reciben con sus aplausos, preludio de los ánimos que recibimos cuando la carrera llega al polideportivo. Oigo mi nombre por un lado y por otro, lo que alegra mi estado de ánimo. Me estoy encontrando bien. Vamos a por la segunda vuelta, a la “ruta del colesterol”, donde incremento un poquito mi ritmo. Respiración y ritmo acompasados, me encanta correr así. De menos a más. Otra vez los jubilados, que olvidándose de nosotros bailan en la calle al son de “me gustas mucho, me gustas mucho tú…”; la música me va acompañando, casi hasta donde Eduardo, que ha sido mi sombra, me dice “Saturnino, hasta aquí llegué”, “vamos que no queda nada”, le contesto, pero sigue a su ritmo. Estoy disfrutando. Entro en el estadio, en la pista de atletismo, a por esa vuelta que cuando vas mal se hace eterna, pero que cuando vas bien recorres en un “pis pas”, esa grada gritando, y esa meta que, cuando la cruzas, te convierte en atleta.
Cojo aire, saludo a los amigos, me voy reuniendo con mis amigos del “Nunca correrás solo”, con los que termino una gran tarde-noche.
El fin de semana no ha terminado. Llegó la tarde del domingo, el día de la segunda legua, de la segunda carrera: La II Legua Popular de Audanzas. Me reúno con mis compañeros, café, charla y a corretear un poco, para afrontar la carrera en las mejores condiciones. Con el cielo cubierto de nubarrones y mucho aire esperamos la salida. La cuenta atrás es breve, y tras el 3, 2, 1, arrancamos a correr, empezamos el callejeo. El plan, el de ayer, correr tranquilo. Calles de ida y vuelta para ir situándome en carrera, revueltas y más revueltas, lo que impide coger un ritmo constante. Ánimos a los compañeros con los que te cruzas de vez en cuando. Otro giro. Más aire, siempre de cara. Ese camino que nos saca del pueblo y que nos vuelve a meter para volver al callejeo, a recibir los aplausos de la gente que se agolpa en la plaza, a bordear la iglesia para completar la primera vuelta. Y vuelta a empezar, ahora con un poco de fatiga. Procuro mantener el ritmo sin alterar mucho mi respiración. Otra vez la calle de ida y vuelta, a las palabras de apoyo, a luchar contra el viento, contra el cansancio. Correr y correr las calles ya corridas, el camino, y los aplausos de la plaza. Ya está casi hecho, dos giros, la iglesia, y la pequeña recta que me deja en la meta.
Misma distancia de ayer, pero un poco más de sufrimiento, pero a pesar de ello satisfecho con la carrera.

Para rematar esta historia, os dejo con los enlaces de las fotos de Ángeles.

lunes, 17 de agosto de 2015

II Carrera Popular Ayuntamiento Santa Marina del Rey: Mi historia


foto cortesía de Loli
Amanece un día raro para ser una mañana de verano, en la que el sol pugna por asomarse entre las numerosas nubes que cubren el cielo de Santa Marina. Y a pesar de ello, los corredores se protegen, en la chopera que acoge la salida, de los tímidos rayos que consiguen sobrepasar su barrera. El tiempo, como siempre, pasa deprisa, y después de un pequeño calentamiento, tres trotes y dos carrerillas, me sitúo en la línea de salida. Desde la parte trasera del grupo, escucho la cuenta atrás y empiezo mi carrera. En los primeros metros, y sobre todo tras la primera curva, el correr se hace un poco complicado; la aglomeración, la estrechez del camino, y el terreno irregular hace que tome precauciones para evitar contratiempos. Mientras espero a que la carrera me sitúe en mi lugar, aprovecho para ir cogiendo aire y disfrutar del entorno. Del correr entre los chopos con el eco del río Órbigo de fondo; de ir cambiando paisajes, dejando atrás la arboleda de chopos para correr encerrados entre tierras de maíces. Las zancadas, me acercan a Sardonelo, a sus calles, donde recibimos un poco de calor humano, y cambiamos el rumbo. De vuelta, con el corazón galopando, dejando que la mente corra, entre pensamientos agradables, por las aguas del canal.
Dejamos la corriente a favor para volver al camino, a más maíz, sobre el que a lo lejos se distinguen nítidas las casas de Santa Marina, y entre ellas, sobresaliendo la torre de su iglesia. Los pasos cansados y agarrotados por las prisas me acercan a sus calles, donde vuelven los aplausos, las palabras de ánimo, que son de gran ayuda en estos metros finales.
foto cortesía de Loli

El último esfuerzo, junto a Sole, que dió caza, agarrado a su estela para cruzar su meta, mi meta, nuestra comúm meta.
Después tiempo para disfrutar y compartir con mis amigos del Nunca correrás momentos agradables

jueves, 13 de agosto de 2015

XII Carrera Popular de Losada: Mi historia



Si como dicen, se vuelve a casa por Navidad, yo vuelvo en agosto a la carrera de Losada. Me gusta volver año tras año y sentir el cariño y buen recibimiento de sus gentes. Vivir los previos de la carrera sin prisas, entre charlas y saludos; vivir ese calentamiento en el que das la primera vuelta al pueblo; ese ir acercándote a la salida, al arco que te dejará solo ante el peligro.
Llega la hora en que los corredores se sitúan en el lugar que creen les corresponde, la carrera después dirá la última palabra; los comentarios de otros días se suceden; los murmullos los rompe el sisear del cohete que asciende al cielo de Losada, y que tras el rotundo estruendo nos indica que hay que ponerse en marcha. Yo, desde la parte trasera, tranquilo, aún con los recuerdos de impaciencias vividos hace ocho días, y por los que hoy no pienso pasar, me dedico a dejarme ir, a coger poco a poco mi ritmo, a empezar a disfrutar. La primera vuelta transcurre entre los que te adelantan porque tienen más prisa y entre los que adelanto porque tienen menos prisa que yo. Los aplausos y gritos de ánimo llenan mis oídos. En la segunda vuelta el ritmo se hace más constante, me encuentro cómodo con él y lo adapto para la tercera, la que me sacará del pueblo. Empiezo la subida y sé que toca sufrir un poco; acorto la zancada para subir con más comodidad, me lleno de recuerdos para no pensar en el esfuerzo, controlo la respiración mientras oígo como el corazón late con más fuerza. Me adapto a la circunstancia, y fijo la mente en el monte que me espera en lo alto. Paso tras paso, gritos de aliento, entre el polvo que levanta el camino, entre el sol y la sombra, llego arriba. Me tomo un tiempo para coger aire, poco, antes de lanzarme hacia el pueblo. El retorno, camino abajo, es agradecido y se hace rápido. Losada, de nuevo, me ofrece el último paseo, la última interminable vuelta que me lleva a abrazar mi meta.

domingo, 9 de agosto de 2015

XII Carrera Popular de Losada: Las fotos


Ayer volví a correr a Losada, una de las carreras más bonitas del verano, y a las que no me cuesta volver.
Carrera en la que el pueblo respeta a los corredores, y de buena organización.
Aunque este año, les tengo que poner una pega, y que vaya por delante que en su casa cada uno hace lo que quiere, pero no he entendido la decisión de eliminar las categorías femeninas. No lo entiendo. Llevo unos cuantos años yendo a correr a Losada, y recuerdo las primeras veces que fui en que las mujeres que corrían se contaban con los dedos de una mano, y ahora que no tengo dedos para contarlas, las ignoran. No lo entiendo.
Pero bueno ellos sabrán, ahora os dejo que con las fotos de la carrera: Pinchar aquí.
Si alguien quiere la foto en tamaño original, y sin marca de agua, que me envíe un correo electrónico, indicándome número de foto y número de dorsal.