“El amor es la única fuerza invencible en el mundo” de Fiódor Dostoyevski.
Hoy
he terminado con el último entrenamiento de un camino, que empezó ilusionante,
que se fue llenando de esperanza, y que ya está a un paso del final. ¡Ya tenía
ganas!.
He
ido cumpliendo con todas mis rutinas, o quizás con todas mis manías, esas a las
que volví hace tres meses. Parte de esas manías, o quizás rutinas, son las de
la última semana, la semana más agradable. Ayer visité a Omar, de Clínica Axis,
quién con sus manos dejó a punto la maquinaría. Hoy el último rodaje, el último
café, el último pincho de tortilla y la última charla con Pedro, a quién
agradezco enormemente que me haya acompañado en la mayoría de entrenamientos. Lo físico es importante, pero el aspecto moral, lo es mucho más. Así que también
dedico tiempo a recargarme mentalmente, por los momentos malos que puedan
llegar, que no va a ser el caso; y por eso me voy a llevar, para que me acompañen en los buenos momentos,
y por si acaso en los malos, el amor y cariño
de los míos.
Estos
días he soñado la carrera, pero al despertar, no recuerdo el sueño. Así que
despierto, la he pensado, y tengo que decir que en mi cabeza ya la he corrido,
y más de una vez; sin tiempos y sin ritmos, solo correr. No me voy a volver
loco.
Ahora
mi estado es relajado y tranquilo. La suerte está echada, aunque de momento
habrá que esperar, solo un poco, para ver el final de la historia.