Foto cortesía de Jenifer y tuneada por Julio |
Correr en casa ya me
resulta fácil. Ya no tengo las dudas ni la ansiedad de anteriores ediciones. Ya
no dudo entre salir fuerte desde el principio o si salir reservando. Ya no
pienso en si acertaré con el ritmo. Ahora voy a disfrutar de mi ciudad, de mis
amigos, y de mi gente.
Los saludos desde el
primer momento son inevitables y agradecidos, las fotos con los del Nunca
correrás solo, el recuerdo de nuestro amigo Ángel, las charlas al trote de
calentamiento, las miradas y sonrisas cómplices de los que como yo corren en
casa.
Me sitúo en mi cajón de
salida, a mi lado Juan, compañero del “Nunca” que decide correr conmigo. Hoy mi
plan es sencillo: Tirada larga mirando a Mapoma a ritmo de 5m15s.
Salimos
tranquilos, sin zigzaguear para evitar corredores, buscando sensaciones desde
el primer momento. Dibujo a Juan el recorrido de la carrera, su casi perfil
plano; le voy mostrando mi ciudad como si de un recorrido turístico se tratase,
“Ordoño II, aquella es la plaza de Guzmán, allí al fondo el Parador de San
Marcos”. Ahora ya se corre con espacios, más tranquilo. Nuestros pasos notan
que el camino pica un poquillo para arriba. “Vamos que solo son tres
kilómetros”. Regulamos el esfuerzo. “Vas cómodo ¿eh?, no se te oye respirar”
dice Juan. No sé si contesto, pero seguro que sonrío. Si, voy cómodo. Miro el
crono, aunque no lo necesito, siento que voy al ritmo, 5m10s. La cuesta de
Unicef, siempre exigente, altera la respiración de mi compañero. Recuperamos. “Tira”,
“No, recuperamos, recuperamos, tranquilo”. Poco a poco volvemos al ritmo. La
vuelta siempre rápida. “Esto es el Musac”, “No era de colores” responde Juan, “Están
en la fachada principal”. “Allí otra vez San Marcos”. La gente vuelve a ocupar
las aceras. De vez en cuando un aplauso, una voz de ánimo. Corremos ahora por
lo más bonito. Subir la calle Ancha en busca de la Catedral acelera mis pasos,
correr junto a Ella despierta un mundo de sensaciones.
Ángeles y nuestro cruce
de miradas, siempre cómplices, hoy sin engaños. Juan se retrasa unos metros, le
busco con la mirada, espero su llegada, vuelvo a mirar, no me alcanza o quizás
no quiera, y decido irme solo. Sigo cómodo, 5m6s de ritmo medio. Estudio lo que
queda de carrera, por delante unos kilómetros de fácil bajada, la Candamia, la
Lastra y se acabó. Las sensaciones siguen siendo buenas y corro fácil. Salvo la
Candamia sin agobios, recordando los muchos kilómetros que por ella he hecho.
Entro en la Lastra siguiendo zancadas amigas, que no dejan que caiga el ritmo. José Agudo, interminable. Fernández Ladreda, últimos gritos de apoyo.
Plaza de Toros, otra
vez Ángeles. Y la entrada al estadio, siempre emotiva. Y la meta y mis
recuerdos para un amigo que hoy hubiese cruzado conmigo. 1h47m18s a 5m04s de
media. La mejor media de León que he corrido, no en tiempos, pero sí en
sensaciones.
5 comentarios:
Disfrutando como un niño y corriendo como un hombre, ese es el camino de la libertad de un buen corredor.
FELICIDADES A TI Y EN EL RECUERDO PARA TU AMIGO.
Disfrutando de tu casa en una carrera fácil ya para tí, envidia sana das amigo.
Un saludo.
Como siempre encantada de estar en León de nuevo y disfrutar de vuestra compañía. Me alegro de tu carrera. Besos desde Madrid
Gozas de correr en tu casa y transmites ese gozo.
Cuadraste la carrera con las expectativas y llegarás a Mapoma fino para vencerle nuevamente,
Nos vemos pronto en Madrid
Qué buenas sensaciones desprenden tus palabras y sobre todo tu sonrisa en las fotos! muchas felicidades y espero que en MAPOMA sea igual, que digo igual, mejor!!!!
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