Otra vez en Ponferrada. Las inmediaciones del
castillo se va llenando del colorido de los corredores. Es un espectáculo disfrutar
del ambiente; disfrutar de ese atardecer que lentamente va cediendo
protagonismo a la luz de la noche. Decenas de corredores esperan el momento de
lanzarse por sus calles. Tensión y alegría por correr reflejadas en los
rostros. Calor, mucho calor. Uno o dos cohetes anuncian la salida y desata la
alegría. Con tranquilidad empiezo mi carrera, siendo consecuente con el estado
físico en que me encuentro en estos momentos. Los dos primeros kilómetros transcurren
arropados por el numeroso público que llena las calles céntricas de Ponferrada,
y que poco a poco van rompiendo su silencio en aplausos, en ánimos y bullicio. La
plaza del Ayuntamiento, abarrotada, nos lleva a despedirnos del Castillo, antes
templario y hoy seña de identidad de un pueblo. El calor siempre presente hace
que la camiseta se ciña, empapada, a mi cuerpo. Cojo el ritmo bien, sin forzar
lo más mínimo la respiración, lo que ayudará a que no me desgaste la fatiga; ahora
ya lejos de las calles con historia se trata de correr por la noche de
Ponferrada. El kilómetro 5 nos refresca un poco y nos va llevando hacía el
exterior, donde un ligero soplo de aire fresco anima nuestro espíritu. Calor,
sudor, mangueras que nos salpican de agua. El largo tramo en U que el año
pasado se me hizo eterno y que este año se me vuelve a atragantar; correr sin
querer mirar la larga calle de ida y vuelta. El avituallamiento del kilómetro
10 carga mis pilas y hace que en los kilómetros que me llevan al reencuentro
con las calles ya recorridas corra con buenas sensaciones, o al menos eso me
parece. Calor y sudor. La carrera ya me ha puesto en mi lugar y los compañeros
de viaje poco cambian. Volvemos hacía el Toralín, hacia esa zona más abierta
donde se respira mejor. Voy cómodo, aunque la fatiga empieza a asomar. Otra vez
la U, mi U, mi punto negro; ese mortal tramo que me exige no pensar o al menos
no pensar mal, “cuando salga habrán pasado dos kilómetros”. Y salgo, y sigo en
busca del kilómetro 15, en busca de ese vaso de agua que a estas alturas poco
alivia. Sigo dejándome ir, corriendo metro a metro, zancada a zancada, en un
intento de minimizar sufrimientos. Kilómetros y kilómetros que, ya a entrada
del Colomán Trabado, parecen un juego de niños. La vuelta a la pista, la vuelta
de nuestro honor, la meta. Oscuridad. Noche de Ponferrada.
También estuvo Ángeles que, a pesar de la oscuridad,
intento sacar sus fotos, os dejo con ellas: PINCHAR AQUÍ.
Si
alguien quiere la foto en tamaño original, y sin marca de agua, que no dude en
mandarme un correo electrónico, indicándome número de foto y número de dorsal.
4 comentarios:
Tu Satur siempre estas ahí, en tu sitio. Maria Angeles le ha sacado partido a la noche con las fotos, son muy interesantes, distintas.
Qué manía le tengo yo a esa U sin conocerla, solo de leerte! felicidades!
La noche es especial para correr, pero esa U no es la mejor letra.
Bonitas fotos, es una pena que no haya coincidido con uno de nuestros viajes a Ponferrada.
Un fuerte abrazo
Me alegra Satur que te saliera bien la media nocturna. Ya sabes que espero noticias tuyas para esa empresa que tenéis montada. Un abrazo. A de la Mata
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