Son las 11 de la mañana (más o menos), 10, 9, 8 ,7…3,
2, 1, y salimos; con cuidado, con la rapidez de las carreras cortas, doy las
primeras zancadas de una carrera aún por descubrir. Pronto dejamos el asfalto
de las calle bañezanas para adentrarnos en un paisaje de caminos, de chopos y
maizales, de “rumores” de agua, de contrastes de luces y colores. Caminos y
sendas estrechas, de piedras y tierra, de hojas sueltas.
Todo transcurre bien, corro con un ojo atento al
irregular suelo y con el otro mirando lejos; anotando sensaciones, midiendo
distancias. Llego a la meta, extenuado, sabiendo que en los primeros kilómetros
no medí bien el ritmo pero que conseguí terminar según lo previsto.
Otra
carrera, otro entrenamiento positivo.
Y para terminar este pequeño relato os dejo las
fotos de Ángeles.
Si alguien quiere la foto en
tamaño original, y sin marca de agua, que me envíe un correo electrónico,
indicándome número de foto y número de dorsal.
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