jueves, 26 de abril de 2012

MAPOMA 2012: PREMIO A LA CONSTANCIA


“La perseverancia todo lo alcanza”, frase que encabeza este blog, y que bien resume estas últimas doce semanas. Ahora todo puede parecer fácil, pero yo sé lo duro que ha sido éste caminar. Mucho esfuerzo que en esta ocasión siento que ha sido recompensado.
 
Suena el despertador, el día empieza temprano, y me rescata del estado “duermevela” en que encuentro sumido. Mientras desayuno repaso lo que puede ser la carrera y lo que espero de ella. La concentración va paulatinamente invadiendo mi mente y esta me transmite seguridad. Durante la larga preparación he intentado llegar bien físicamente y no lo he logrado, pero siento que sicológicamente estoy pletórico. El viernes, mi amigo Ángel, mi liebre, me preguntaba que a cuanto íbamos a ir. “No lo sé”, le respondí, “Pero ayer dije a Sonia que lo haría en 03h50m”. Con ese pensamiento me despido de Ángeles, “Ten cuidado”. El frescor de la mañana llena mis pulmones, con tranquilidad, y no sin cierta preocupación, voy al encuentro de Ángel, juntos nos acercamos al Retiro.
Ya en el Retiro, y en la zona de Cibeles, empiezo a sentir la carrera de otra manera, los saludos a los amigos van llenando la espera. Se acerca la hora y los del Nunca nos vamos hacia Colón; el grupo se va desgajando por la zona de salida buscando su lugar, Gustavo y Rodri por un lado, Miguel y Pablo por otro, y Ángel, Abe y yo por donde podemos. Dentro de la marabunta de corredores la tensión va en aumento, y la alegría, una alegría desbordante salta de sonrisa en sonrisa.
El gran bullicio anuncia que todo ha empezado, vamos caminando en busca de traspasar la línea de salida, los abrazos de suerte se intercambian entre los corredores. Piso sobre la línea y el caminar se hace trote, el amigo Abe se despide de nosotros, y Ángel y yo iniciamos nuestra carrera. Con tranquilidad premeditada voy cogiendo ritmo mientras subimos por la suave Castellana, los dos sabemos la importancia que tienen los primeros kilómetros. Ahora todo es bullicio, el de los que corren y el de los que animan, el de los patinadores que te ofrecen vaselina. Zancadas que golpean otras zancadas, golpes, codazos descuidados, corredores en zig-zag ansiando una meta aún lejana. “Tranquilo Ángel, vamos bien así”. Nuestro primer apoyo, Laura, Beatriz, Tábita, Jaime, Juan, y …, el grupo más bullicioso grita nuestros nombres. Con el correr sosegado llegamos al primer punto emotivo de la carrera, el lugar donde se separan los pasos de los que hoy terminarán como maratonianos y de los que lo serán el próximo año o al siguiente. Donde se separa la historia de la Maratón de los 10 kilómetros. Donde los aplausos y palabras de ánimo saltan de lado a lado.
El primer avituallamiento anuncia que pronto empezaremos a tener un terreno más favorable, cambiando la suave subida constante, por el intercambio de bajadas, llanos y repechos que hace que podamos aumentar el ritmo que nos lleve al objetivo. Los kilómetros caen cadenciosamente, Pío XII, Príncipe de Vergara, Joaquín Costa, el puente sobre La Castellana nos muestra una calle ya vacía, silenciosa. Los pasos nos acercan a Cuatro Caminos, pasos que se convierten en ansiosos cuando giran en busca de Bravo Murillo, Ángeles y Anabel estarán ahí para darnos un poco de apoyo. Mis ojos ávidos buscan los de Ángeles, “Voy bien”, una mirada que espero sea tranquilizadora. Mi amigo Ángel sigue haciendo de liebre y de fotógrafo “revoloteador”, que lo mismo me saca una foto por delante que por detrás, por la derecha que por la izquierda, incansable. Sigo su correr a mi ritmo o él sigue mi ritmo con su correr, no sabría muy bien. Kilómetro 15, Guzmán el Bueno, vamos hacia calles emblemáticas, Fuencarral, divisamos a Jaime que, con el cartel del “Nunca correrás solo” a lo alto, nos anuncia la presencia de nuestro grupo bullicioso. Con todo su cariño llegamos a Gran Vía, Preciados, la emotiva puerta del Sol, Mayor. El cansancio que va apoderándose de nosotros no impide que disfrutemos de ese entorno, de la postal que deja en nuestras retinas la Catedral de la Almudena y el Palacio Real. Con la nostalgia de esas imágenes superamos la cuesta antesala de la media maratón; una cuesta que se me suele atragantar, pero que hoy supero sin fatiga mental.
Corremos, bajamos por el entorno del parque del Oeste, agradable, recuperador y con tiempo para pensar en lo que llevamos y en lo que nos queda. Nos encontramos, o me encuentro bien, mucho mejor de lo que yo esperaba. El paseo de la Florida, nos deja en el kilómetro 25, a los pies de Príncipe Pío, y en los brazos de cientos de amigos que estrechan nuestro camino para que su aliento llegue mejor a los ya sufridos corredores. Entre esos cientos, los nuestros, primero Paloma, Loli e Irene, después los bulliciosos Laura, Beatriz, Tábita, y compañía, y por último Ángeles y Anabel. Las miradas de complicidad, de intercambio de preocupación por tranquilidad, “Voy muy bien”.
Por detrás mucha carrera, por delante la Casa de Campo, siete kilómetros de muchos sueños rotos y muchas sensaciones, hemos decidido levantar un poco el ritmo para que no nos penalice en exceso. A nuestro alrededor solo se oye el golpeteo de las zapatillas contra el suelo. Gargantas ahora enmudecidas. Silencios ensimismados solo rotos por algún grito de ánimo, “Venga dejar ya de calentar y poneros a correr”, que nos arranca una sonrisa. Miradas al suelo. “Correres” cansinos. Soledad.
Salimos de esa temida Casa de Campo en la algarabía de Lago, más cansados, pero con más confianza. Aquí vuelven a estar los nuestros, los míos, Ángeles y Anabel y los de él, Esther y Ángel-illo. El último grito de apoyo, el que nos acompañará durante los kilómetros decisivos. El último intercambio de miradas, ella buscando ver mi estado, yo buscando transmitir confianza. Una mirada por una sonrisa. “Voy bien” y empiezan a salir sentimientos interiores.
Con zancada cansada nos disponemos a afrontar los kilómetros decisivos. Los kilómetros más duros pero los que contienen más carga emocional, y también los más difícil de correr, Avenida de Portugal, paseo de la Ermita del Santo, puente de San Isidro, donde ante el Vicente Calderón elevo mis vista al cielo, un cielo desde el que Carmen oye los goles del Aleti y espero escuche mi grito silencioso “Siempre con nosotros”, paseo de la Virgen del Puerto, y calle Segovia, la carrera se vuelve cuesta, y sangre, sudor y lágrimas. No es otra carrera es la misma, ahora tocar pensar en corto, “No quedan seis kilómetros, queda uno y después otro, y otro”, en momentos “En los que te esperan en meta y en los que están contigo en la distancia”, en los amigos “En este y en aquel, en tantos y tantos” y en trotar, y trotar, y en todo lo que te lleve. Paseo Imperial, paseo de las Acacias, Ronda Valencia, plaza del Emperador Carlos V, quien dijo miedo, el cuerpo cansado empieza a sentir que ya lo tiene, ya hace tiempo que lo sabe; Alfonso XII, con su duro arranque, ya respiramos Retiro, poco más de dos kilómetros; kilómetro 40, donde mis emocionados recuerdos se llenan de mi hija; puerta de Alcalá, calle de O´donnell, ya nada importa y solo buscas la puerta del Retiro.
Ángel y yo entramos en el parque del Retiro, en el lugar donde los sueños se cumplen, casi abrazados, “Lo tenemos”. Corremos, ya sin cansancio, entre gritos, embargados por la emoción buscamos a los nuestros, a mis pasos se unen los pasos de mi sobrino Enrique y a los de mi amigo Ángel los de su Ángel-illo, y los cuatro juntos corremos los últimos metros y recogemos nuestro pequeño momento de gloria. Cruzamos la línea de meta, 03h55m15s; una meta dedicada a mi amiga Teresa, y que pronto ella volverá a cruzar.
Me abrazo a mi amigo Ángel, que hoy me ayudado más de lo que el cree. Gracias amigo. Caminamos entre sonrisas, y llenos de paz interior. Bebemos y comemos. Caminamos con la medalla al cuello. Entre el colorido de los corredores, reconozco camisetas amigas, las de Los Ponjales, ¡Qué alegría!, saludos y foto, “Nos vemos en León”. Continuamos. Recogemos las mochilas y vamos al encuentro de los que más han sufrido por nosotros. Besos y abrazos, ya sin tensión, van llegando todos los del Nunca, “Ánimo Abe, sabes que eres grande”. Comparto un rato con Ángel de la Mata y con Gonzalo, dos contrastes, un experto maratoniano y un debutante. El tiempo ahora se nos pasa deprisa y la despedida se hace inevitable.
Y esta ha sido la historia, mi historia, del Maratón Rock´n´Roll Madrid, el que para mí siempre será Mapoma.
Y antes de dejaros descansar quiero agradecer a todos los que habéis compartido conmigo esta aventura, a los que habéis estado en la distancia, y a los que corrieron por la calles de Madrid para darnos un poco de aliento, Laura, Beatriz, Tábita, Jaime, Juan, Esther, Bea y Eva, Paloma, Loli e Irene, Esther y Ángel-illo, Mariano y Enrique, y a Anabel y en especial a Ángeles.

18 comentarios:

Javi Her dijo...

BONITO RELATO SATUR... ENHORABUENA...

UN ABRAZO

Talo dijo...

Bravo satur, la experiencia es un grado y de eso tu vas sobrado.
SALUD
NOS VEMOS CORRIENDO

Halfon dijo...

Satur tienes experiencia de sobra para pese a que no te encotnrabas como te gusta alcanzar la meta con un buen tiempo y sobre todo experimentando esas sensaciones que transmiten estas carreras.

Un fuerte abrazo

Halfon dijo...

Satur tienes experiencia de sobra para pese a que no te encotnrabas como te gusta alcanzar la meta con un buen tiempo y sobre todo experimentando esas sensaciones que transmiten estas carreras.

Un fuerte abrazo

TITAN dijo...

MI MAS SINCERA ENHORABUENA ERES UN AUTENTICO GLADIADOR SATUR...QUE GRANDE ERES..LA VERDAD ES QUE UNO SE EMOCIONA CUANDO LEE TU RELATO SIGUE ASI CRACK...POR GENTE COMO TU ES POR LA QUE ME GUSTA TANTO ESTE DEPORTE...ENHORABUENA

Celina dijo...

Me ha emocionado mucho tu crónica, preciosa. Ha sido un camino duro hasta la meta, durante mucho tiempo antes de colgarse el dorsal en la salida, bravo Satur

FranChu dijo...

Enhorabuena Saturnino. Aunque no llegases en tu mejor momento físico, lo cierto es que es una maratón más "p'a la saca"

Jesús y Angela dijo...

Bonita crónica. ánimo. Saludos desde Conil ( Cadiz). ve mi blog

Raúl Rubio dijo...

Como siempre consigues emocionarme con tus crónicas maratonianas.

Otra batalla librada con éxito Satur.

Un abrazo y muchas felicidades.

Miguel dijo...

Gran crónica de una buena carrera. Creo que te conoces tan bien que eres apuesta segura en los 42. Felicidades, me alegró mucho saludarte.

Abuelo Runner dijo...

Con la crónica lo as bordado, al igual que hiciste con el maratón.. muchas sensaciones encontradas y muchas emociones juntas, me lo imagino Satur, porque a mi me han pasado muchas veces... un abrazo.

Alex dijo...

Flelicidades, esta vez el camino ha sido complicado. Fuen un honor saludarte en correos

Rubén Álvarez dijo...

Enhorabuena Saturnino.

Al final has conseguido sobreponerte a las adversidades para completar esta carrera, y eso es lo realmente importante.

la crónica ha sido estupenda. Aquellos que todavía no nos hemos atrevido con la maratón debemos aprender de los "maestros", y tú sin lugar a dudas eres uno de ellos.

Un saludo

Tania dijo...

Enhorabuena Satur!! lo has conseguido!! excelente crónica!! lo mejor es que venciste todos los obstáculos y cruzaste la meta!
Disfrútalo mucho!
bss
Tania

Raúl dijo...

Me alegro mucho de que fuera todo bien Satur, no es lo mismo que el año pasado pero terminar otra maratón vale mucho así que felicidades

Tecolinha dijo...

¡Muchísimas gracias, Satur! Una crónica muy sentida y emotiva.
Estuve en Raimundo Fdez. Villaverde y luego en el Puente de Segovia. Qué pena no verte, hice unas fotos a quienes vi de tu club, están en el enlace que te pasé por mail.

¡Un abrazo!

EDUARDO dijo...

Ahí estas tú Satur, una recompensa al duro entrenamiento, correr en Madrid y disfrutarlo,esta muy bien. Uno más en tu palmares

A de la Mata. dijo...

Satur:Aunque ibas con un poco de temor, te salió de lujo la carrera. Enhorabuena. Un abrazo. De la Mata