Querido amigo, te
hubiese gustado la aventura de A Santiago contra el cáncer. No se trata de
correr para ganar, ni correr por correr, es un correr para ayudar a que el
cáncer un día sea un mal sueño. Es recordar a los seres queridos, que como tú, ya no están. Es “ese algo especial” por las personas especiales.
Aprovechabas los
pequeños momentos para vivir con intensidad. Disfrutabas con la compañía de un
amigo, del amor, con una sonrisa, de un paseo. Disfrutabas de las cosas
sencillas de la vida hasta que esta se torció. Hasta que te fuiste. El tiempo todo lo cura, decías, y poco a
poco me he ido acostumbrando a tu ausencia.
La plaza de tu
catedral, esa que tanto paseabas, se va llenando de amigos. De esos amigos de
los que tú dirías son buena gente. De
una marea azul dispuesta a recorrer un Camino de esperanza, y con la ilusión de
llenarlo de sonrisas. Sabes, somos todos diferentes pero nos une un mismo
motivo.
Iniciamos nuestras
zancadas por las calles de León para ir adentrándonos a cada paso en nuestro
interior, en recuerdos de ausencias, en emociones ya pasadas, en la solidaridad
que nos ha traído hasta aquí; cada uno en su mochila lleva su historia. Sin prisas
vamos corriendo el Páramo que tan poco te gustaba, y esa Maragatería que
siempre te pareció pobre, para llegar a un Bierzo que siempre te cautivó. A la
noche de Villafranca. Atrás dejamos León para irnos adentrando en el contraste
de la verde Galicia, en el sube y baja de sus bosques. En la noche cómplice de
Melide, esa en la que todo queda ahí.
Y seguimos por esos montes y esos verdes hasta
las puertas de Santiago. Te hubiese gustado compartir estos momentos de
compañerismo, de silencios y alegrías. La cercanía de la catedral hace que
afloren los sentimientos que llevamos en el interior, y que estos exploten en
emociones cuando nuestras zancadas solidarias entran en la plaza del Obradoiro.
Ya todo es una locura. Rostros de miradas humedecidas por los tristes recuerdos
del pasado, y miradas de alegría por el futuro. Cientos de besos y abrazos, y
cientos de momentos por los que sonreír.
Y visité al apóstol,
y le hablé de ti, y de todos los seres queridos que han ido quedando en el camino, y de
todos los que están luchando para ganar la partida de la vida.
Y guardó silencio.
Y entonces supe que
se puede soñar en el futuro.
Hasta siempre amigo. Hasta siempre.
2 comentarios:
Qué aventura, cuántas emociones y cariño! felicidades a tod@s. Con pocas palabras has dicho muchísimo Saturnino, un abrazo
Satur cuando el corazón habla poco mas se puede decir.
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