miércoles, 3 de abril de 2019

V Carrera Almanza Medieval: Mi historia

Casi sin anestesia, “3, 2, 1…” suena por la megafonía; atrás quedaron esos cinco minutos del aviso anterior, y esos cafés de buen rollo con mis compañeros del Nunca, y todos los preparativos, y “…ya”; arrancamos cruzando por debajo del arco, desde atrás para coger mejor el pulso a la carrera, y los primeros kilómetros de suave subida. Para empezar un poco de asfalto, no me disgusta ni me molesta; cojo un ritmo tranquilo, y cómodo, para empezar a disfrutar del paisaje. Un entorno que mejora cuando nos metemos en ese camino, ascendente, de robles, seco, con falta de agua, pero lleno de belleza; un lujo para subir sin prisas, paso a paso, haciendo la goma con amigos, aunque creo que son ellos porque mi ritmo es constante. Con mi tranquilidad llego al avituallamiento, al final de la subida, pienso que desde aquí todo será cuesta abajo, pero pronto me doy cuenta de mi error, y todavía me queda subir y bajar por ese entorno arbolado, hasta llegar de nuevo al asfalto, a la carretera que va a enfilar de nuevo a Almanza, a salvar el último repecho, y ya el último kilómetro con todo favorable, me dejo ir en busca del pueblo, de su arco y de mi meta.
Otro día, otra carrera de buenos momentos, de buenos recuerdos. De amigos.

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