jueves, 28 de mayo de 2009

24 HORAS DE RECUERDOS

Durante una de estas limpiezas “abrasivas” que se suelen hacer en la mayoría de nuestras casas (limpiezas donde tiras lo que no tiraste en la anterior), Ángeles se topo con la copia de la crónica que hace dos años hice de los 100 en 24. Crónica, que como con casi todo lo que se guarda no encontraba, y que además no podía recuperar porque estaba colgada en una página que hoy día ya no existe.
Hoy quiero volver a compartir aquellos recuerdos; que sirva también como homenaje a Juan Pe, José y Alberto, mis compañeros en aquella ocasión; y también como estimulo para Ángel y Abe, los compañeros que irán a mi lado este año.
Os dejo con aquellos recuerdos:
A las 09:00 horas los cuatro componentes del equipo de “EL GRAN RETO” se encontraban frente al polideportivo de Colmenar Viejo, con sus mochilas llenas de ilusión, y de alguna otra cosa, no lo voy a negar.
Después de retirar nuestros dorsales (aquí empezamos a comprobar que la organización era un desastre) y de preparar las mochilas que íbamos a repartir por los diferentes polideportivos, nos dirigimos a tomar un café, acompañado de unos churritos (por cierto dejamos 2), mientras entre risas cambiamos impresiones sobre el planteamiento del reto que teníamos por delante.
A continuación, y tras cambiarnos de ropa, nos dirigimos hacía la línea de salida, donde empezamos a realizar suaves estiramientos; bueno a decir verdad nos sentamos en la hierba artificial, teníamos por delante 100 kilómetros para cansarnos de estirar.
Por fin llegan las 12:00 horas, suena el pistoletazo empieza “EL GRAN RETO”, los cuatro con ilusión, empezamos la primera etapa, de las cinco en que habíamos dividido la prueba.

Esta primera etapa fue un sube y baja constante, con algún tramo difícil incluso para caminar, nos lleva de la localidad de Colmenar Viejo hasta proximidades de Manzanares del Real, para volver a Colmenar Viejo, de nuevo al punto de partida, pero eso sí, después de recorrer 35 kilómetros, son ya las 17:20 horas.
De momento todo va bien (Juan Pe se queja de alguna ampolla, pero le restamos importancia), nos disponemos a reponer fuerzas y descansar un poquito (en este punto agradecer la compañía y el ánimo que nos dispenso Abe).

Sobre las 18:00 horas iniciamos la segunda etapa, 18 kilómetros que nos llevarán a la localidad de Tres Cantos, donde llegamos sobre las 22:00 horas.
En general, buen terreno para trotar y caminar, exceptuando algún tramo, buen paisaje.
Esta segunda etapa se convierte en un verdadero calvario para Juan Pe, y a medida que pasa la misma también para José, por lo que deciden abandonar “EL GRAN RETO”.
Después de la despedida de nuestros dos valientes compañeros, Alberto y yo nos dirigimos a descansar un poquito, y reponer fuerzas con una fugaz merienda.

Iniciamos la tercera etapa, con la tristeza de ver mermado el grupo, pero al mismo tiempo con el ánimo renovado, son las 22:45 horas y por delante 21 kilómetros, que nos llevarán desde Tres Cantos hasta San Sebastián de los Reyes.
Ya no podemos disfrutar del paisaje, es noche cerrada y hacemos uso de nuestros frontales, que nos van iluminando la senda por donde iniciamos el recorrido, y posteriormente el camino. A mitad de este recorrido, y para que no fuera todo tan fácil, se inicia una fuerte tormenta, que hace algún tramo casi impracticable, teniendo que extremar las precauciones para no dar con nuestros huesos en el suelo. Esta tormenta ya nos acompañó hasta San Sebastián de los Reyes (kilómetro 74), donde llegamos algo destemplados y casi tiritando, ya son las 02:52 horas (según nos anotan en el rutómetro que nos acaban de sellar).
Nos damos una ducha de agua caliente que nos reconforta bastante, y después de una ligera cena (la verdad apenas tenemos hambre) nos disponemos a descansar un poco, intentamos dormir algo, mientras oímos como golpea la lluvia sobre el techo del pabellón. Aquí nos cuentan que el número de abandonos se ha incrementado considerablemente.

Sobre las 04:30 horas iniciamos la cuarta etapa, San Sebastián de los Reyes-Tres Cantos (esta más corta, tan sólo de 15 kilómetros), sigue la tormenta, pero esta vez vamos mucho más abrigados.
Después de unos dos kilómetros de iniciar esta etapa, nos encontramos en mitad de un monte, jarreando agua, y quien lo diría, perdidos, no vemos ningún indicador del camino que debemos seguir, por lo que decidimos deshacer el camino andado (nos reímos, kilómetros solidarios pensamos, quizás el ”bueno de Abe” ha enviado unos cuantos SMS, más risas, además de algún juramento que no voy a reseñar, retrocedemos hasta que vemos unas pequeñas lucecitas (cinco o seis) que como pequeñas luciernagas nos indican que hemos encontrado el buen camino, decidimos acelerar el ritmo para poder contactar con ese grupo, y hacer el resto de esta etapa con ellos.
Amanece y deja de llover, lo que hace que las condiciones mejoren algo, aunque el cansancio ya se ha adueñado de nuestros cuerpos, con un ritmo suave y constante llegamos de nuevo a Tres Cantos, pero esta vez estamos en el kilómetro 88, el reloj señala ya las 07:40 horas, “vamos bien” nos decimos, “venga un último esfuerzo y lo lograremos”. Aquí no estamos mucho tiempo, nos sellan el rutómetro, vamos al servicio (aunque esto lo habremos hecho en las otras paradas, además de alguna canita en el monte), pequeños estiramientos, a decir verdad nos sentamos en un banco un poco de reflex para Alberto y de vuelta al camino, vamos a por la última de nuestras cinco etapas.

Sobre las 08:00 horas iniciamos la última etapa, el último escollo, el que nos llevará a Colmenar Viejo, después de haber rodado 100 kilómetros, y dar vueltas al mismo entorno, vueltas que me han tenido desorientado 24 horas (he de reconocer que en ningún momento ha sabido ubicarme). Con paso cansino nos ponemos manos a la obra, paso a paso llegamos al kilómetro 93 (lugar del penúltimo avituallamiento) y lugar donde inicia la última penuria, la llegada a un riachuelo (en León lo llamamos reguero) que tenemos que cruzar, pero a alguien se le olvido poner el puente, para evitar mojar las zapatillas y calcetines, decidimos despojarnos de dichas prendas, a pesar de que el agua estaba fría seguro que nuestros pies lo agradecieron, que fueron los únicos, porque a nosotros nos fastidió bastante, todo esto no tendría importancia sino hubiésemos tenido que cruzar el riachuelo (ya sabéis, en León reguero) varias veces, tantas que a nosotros nos parecieron 17, pero la segunda pasamos por el medio, ya no nos importaba mojar las zapatillas y los calcetines, total ya no teníamos con que secar los pies, y las restantes veces pasábamos por donde podíamos, (bueno las otras 15 veces).
Después de esto nos quedaba el final, una cuesta de mil demonios que iba a convertir nuestro último esfuerzo en nuestro último sufrimiento, pero llegados a la cima del último repecho, allí estaba, solo a 300 metros, la meta, lo hemos logrado pensamos, y casi al unísono dedicamos “EL GRAN RETO”, “va POR ELLOS”, y también por Juan Pe, por José, y por mi cuñada Paloma (que esta pasando por un momento delicado de salud), aunque seguro que en nuestro interior el esfuerzo se lo dedicamos a nuestros seres queridos, a los que soportan que hagamos locuras como esta.
Son las 10:48 horas y hemos llegado a meta, 100 kilómetros, 22 horas y 48 minutos. Lo hemos logrado, ¿volveremos a intentarlo?, que conteste Alberto, que a mi me da la risa.
Gracias a todos los que nos han apoyado, por cierto ¿jugó Canute?.

3 comentarios:

Beatriz dijo...

Lo bueno de este nuevo intento es que ya sabéis exactamente a lo que os enfrentáis. Seguro que la experiencia vuelve a merecer la pena.
Nos vemos. Besos.

ALVARO RUIZ dijo...

A que me suenan estas cronicas de tantos kilometros , a que , a que , je,je,un abrazo

Rafa González dijo...

Qué bueno es recordar! A mí me da pena los recuerdos que se olvidan, que se pierden. Revivir recuerdos es vivir, no hay otra...