No es que nos guste, es que nos encanta salir a correr; no dejamos de entrenar (siempre con las zapatillas a cuestas); nos dejamos llevar por nuestras sensaciones (solo las buenas); somos expertos en lo que nosotros llamamos molestias, esos pequeños males que están siempre expectantes, siempre esperando sorprendernos.
Cuando esas molestias son leves, no hay problemas, seguimos corriendo. Nos mantenemos alerta y después de un tiempo y con unos pequeños cuidados todo vuelve a la normalidad, a nuestra querida normalidad.
Pero toda nuestra vida se complica (pensamos que así es) cuando esas molestias (las leves), esas que eran pequeñas, no cesan. Saltan todas las alarmas, y llegan las visitas a especialistas, físios y demás “santones de la rápida recuperación”; con ello llega el terrible veredicto “tienes que parar”.
Ese es el verdadero problema, “parar”; “¿no puedo trotar un poquito”; “parar”.
Aún así nos resistimos, seguimos forzando a nuestro gran aliado, nuestro cuerpo, aún a sabiendas de que no solucionamos el problema.
Y mientras intentas retomar la normalidad, y fuerzas para salir de la pesadilla, piensas “Qué fácil es decir a otros que paren, que no fuercen, que descansen, que escuchen a su cuerpo, y que difícil es asumirlo en nuestras propias carnes”.
Así que vamos a tocar madera y pedir que nos respeten las lesiones (esas pequeñas molestias).
Cuando esas molestias son leves, no hay problemas, seguimos corriendo. Nos mantenemos alerta y después de un tiempo y con unos pequeños cuidados todo vuelve a la normalidad, a nuestra querida normalidad.
Pero toda nuestra vida se complica (pensamos que así es) cuando esas molestias (las leves), esas que eran pequeñas, no cesan. Saltan todas las alarmas, y llegan las visitas a especialistas, físios y demás “santones de la rápida recuperación”; con ello llega el terrible veredicto “tienes que parar”.
Ese es el verdadero problema, “parar”; “¿no puedo trotar un poquito”; “parar”.
Aún así nos resistimos, seguimos forzando a nuestro gran aliado, nuestro cuerpo, aún a sabiendas de que no solucionamos el problema.
Y mientras intentas retomar la normalidad, y fuerzas para salir de la pesadilla, piensas “Qué fácil es decir a otros que paren, que no fuercen, que descansen, que escuchen a su cuerpo, y que difícil es asumirlo en nuestras propias carnes”.
Así que vamos a tocar madera y pedir que nos respeten las lesiones (esas pequeñas molestias).
14 comentarios:
Que así sea, que nos respeten.
Un saludo.
Sabias palabras, y que Diós te oiga para mantener lejos las lesiones.
"Parar", solo de oirlo me se me pone la piel de gallina.
Un saludo.
No me asustes Satur, que estamos en capilla macho.
Que no sea nada.
Abrazos.
que razon tienes ,pero es que somos en general unos ceporros
Amen Saturnino, es muy facil decir a otro que tiene que parar...pero cuando te toca a ti....ni de coña...
Un saludo
Quique
Tu lo has dicho Satur , que nos respeten y podamos seguir , un abrazo amigo
Yo personalmente espero que me dure la suerte porque desde que empecé a correr(tres años más o menos) nunca me he visto obligado a parar, y el día que me toque no se cómo lo llevaré.
¡Que siga la racha!
Suerte para todos y un abrazo
Qué gran vedad eso que dices. Yo de momento he tenido la suerte de no haber tenido nunca una lesión grave, lo peor fue un esguince que me tuvo 10 días parado, pero cuando tengo pequeñas molestias siempre deseo que me digan que no tengo que parar del todo.
Un abrazo
Rubén: Es importante que se olviden de nosotros dijo...
Joan Josep: Mas que sabias, sentidas. Me pasa igual, odio la palabra “parar”.
Ángel: Todo va bien amigo. Son cosa de mis divagaciones.
el zorro: Yo no diría ceporros, pero si cabezotas y mucho.
Quique: Yo lo pienso cuando le digo a alguien tienes que parar, pero después pienso “joder, palabras duras, para quien tiene que parar para recuperarse, lo sabe y se resiste”.
ALVARO: Que se olviden de nosotros, no las necesitamos.
Mauri: Que siga esa racha y toda la suerte para el sábado.
CarLitros: Ese es el deseo de todos, que nos manden lo que sea….menos parar.
Un abrazo para todos.
Amigo, parece que me lo has escrito a mi...jajaja me siento superidentificado. Genial entrada. Un saludo!
No pares, sigue, sigue,... Seguro que no paras ni cuando duermes. Saludos.
Puff, qué contrastes! Tú que no paras por casi nada y yo "acojonándome" por cualquier tontería. Santa paciencia con los dichosos parones...
Un beso!!
Pues yo pienso que tarde o temprano todos tendremos que parar. Es una de las consecuencias de nuestra afición, y hay que estar preparados para cuando toque parar unos días o semanas. Ojalá nunca llegue esa pequeña molestia... pero si llega hay que tomarlo lo mejor que se pueda..(todo esto ya se que es bla bla, porque como me tenga que quedar parado un sólo día por lesión es que me subo por las paredes...)
Paco: Los que corremos tenemos todos los mismo sentimientos; somos así.
Chippewa Falls: Cuando duermo debe ser el único momento en que no pienso en correr; aunque algunas veces si lo hago. Vete preparándote que nos espera la bici.
SONIA: Hay que tener claros los objetivos, y después tener la cabeza suficiente para seguirlos, así de sencillo.
Rafa: Cierto es que en algún momento llegará ese temido malestar o esa lesión que nos obligue a parar, pero de momento mejor ni pensar en ello. Corramos.
Un besazo para ella y un fuerte abrazo para ellos.
Publicar un comentario