“Ya soy
mayor”,
me dice mi amigo Anselmo. “Yo voté la
Constitución”. “La Constitución de
1978, la que tenemos ahora en vigor” dice entre risas. “Que tomas” me pregunta, “Lo
de siempre” le respondo. Y sin darme tiempo me empieza a hablar del artículo
1º, ese que dice:
1. España se constituye en un Estado
social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su
ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo
político.
2. La soberanía nacional reside en el
pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
3. La forma política del Estado español
es la Monarquía parlamentaria.
Y del artículo 2º: La Constitución se fundamenta en
la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de
todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las
nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
También del artículo 3º:
1. El castellano es la lengua española
oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho
a usarla.
2. Las demás lenguas españolas serán
también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus
Estatutos.
3. La riqueza de las distintas
modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de
especial respeto y protección.
Y también del artículo 4º:
1. La bandera de España está formada
por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de
doble anchura que cada una de las rojas.
2. Los Estatutos podrán reconocer
banderas y enseñas propias de las Comunidades Autónomas. Estas se utilizarán
junto a la bandera de España en sus edificios públicos y en sus actos
oficiales.
Se salta el artículo 5º, el
6º y el 7º, porque “le da igual donde esté la capital de España, los
políticos ya se las arreglan bastante bien y los
sindicatos solo defienden sus intereses”, para dejarme en el artículo 8º:
1. Las Fuerzas Armadas, constituidas
por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión
garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad
territorial y el ordenamiento constitucional.
2. Una ley orgánica regulará las bases
de la organización militar conforme a los principios de la presente
Constitución.
Y para terminar el Título
Preliminar, el artículo 9º:
1. Los ciudadanos y los poderes
públicos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico.
2. Corresponde a los poderes públicos
promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de
los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos
que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los
ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.
3. La Constitución garantiza el
principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publicidad de las normas, la
irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o
restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la
responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos.
Defiende la
Constitución, porque según él “es la
mejor Constitución que tenemos”. Eso es verdad como la vida misma. “Y sirvió para que los españoles olvidasen sus
diferencias y viviesen en paz”. “Los
políticos se olvidan de eso, y lo que es más grave, se olvidan del pueblo.
Viven a sus espaldas y van a lo suyo, a defender su poltrona”. Continua con
su defensa, sin apenas dar un sorbo a la cerveza que ante él tiene. “Una constitución es para que todos seamos
iguales, no para marcar diferencias, entonces ¿por qué tanto interés en
cambiarla?. Ya somos diferentes por haber nacido allá o acá, no hace falta que
las hagan mayores. O ¿no?”.
Anselmo mira
a su alrededor, se acuerda de su cerveza, la coge y le da un largo trago, mira
la botella, la posa sobre la mesa, y me
pregunta “¿te vas a ir de puente?, porque
para eso si que queremos la Constitución”.
Se nos ha ido la tarde, se nos irá el día, y si no nos
vamos se nos irá el puente.
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