El día, en cuanto
a lo meteorológico no auguraba lo mejor. El antes de la carrera era buscar un
buen refugio, en torno a un café, para evitar el gélido viento, y rehuir de
escusas para empezar a calentar. Pero ese calentamiento, aunque breve, se hacía
inevitable. Breve trote antes de situarnos en esa línea de salida, tras el estrecho
arco que será el inicio de todo.
Y como siempre,
junto a mis amigos del “Nunca correrás solo”, espero la hora. Empieza la cuenta
atrás dice el speaker: Diez, nueve, ocho…tres, dos, uno…y doy los primeros pasos
bajo el arco. Unos pasos que solo quieren ser tranquilos y ser acompañantes. Pero pronto me dicen que los otros pasos quieren ser más tranquilos, así que voy en busca de mi tranquilidad.
Dejamos la villa, e
iniciamos la ligera ascensión por un bonito camino rodeado de robles y algún
pino desperdigado. Naturaleza en estado puro. Subo sin agitar la respiración, acompasándola
a mi cómodo paso. El cielo grisáceo no afea el entorno. Pasan los kilómetros,
¡bajada técnica!, extremo la precaución, pero no es para tanto, que yo bajando
en montaña no es que sea la “rehostia”, que tengo más miedo que vergüenza. Bajo
rápido la zona técnica, para poco después llegar al avituallamiento, y afrontar
la zona más dura de la carrera. Dejo la pista, y tras ese alfombrado prado, me
encamino a la empinada cuesta. Del correr paso al caminar deprisa. Doscientos o quizás trescientos metros. Cojo aire y para abajo. La tranquilidad
de la subida me permite correr ahora rápido, y lo que es mejor: cómodo.
Disfrutando de la carrera, del bonito paisaje, vuelvo al pueblo, a esos giros
de izquierda y derecha, antes de correr la pequeña recta de meta. Otra meta
más.
De ahí, al
reagrupamiento, y a continuar disfrutando del día.
Después de este pequeño rollo, de mi pequeña historia, os dejo con las fotos de Ángeles: PINCHA AQUÍ.
Después de este pequeño rollo, de mi pequeña historia, os dejo con las fotos de Ángeles: PINCHA AQUÍ.
1 comentario:
Y Paris???, como te fue en Paris??.
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