Me busco en la noche. Solo. En su oscuridad observo la luna que en unos días se convertirá en mi compañera. La miro, cierro los ojos, y pienso: "Se acabó el trabajo duro. A partir de aquí el camino resultará más sencillo".
Con el espíritu liberado, siento que ha llegado el momento de reflexionar con objetividad. De Pensar en la carrera, en como afrontarla. Es hora de analizar cada una de las semanas, cada uno de los días, cada uno de los entrenamientos. Ver el estado físico y el anímico. De tranquilizar ímpetus. De escuchar. Y de dudar.
Con el espíritu liberado, siento que ha llegado el momento de reflexionar con objetividad. De Pensar en la carrera, en como afrontarla. Es hora de analizar cada una de las semanas, cada uno de los días, cada uno de los entrenamientos. Ver el estado físico y el anímico. De tranquilizar ímpetus. De escuchar. Y de dudar.
Dudar, que aunque parezca un
contrasentido es bueno, porque “cuando
estoy mal no tengo dudas, pero cuando creo estar
bien estas me asaltan”.
En esta décima semana, en la
que no he tenido carrera, he cumplido con todos los plazos, con todos los
entrenamientos y todas las distancias previstas. Semana que acaba con 64´180
kilómetros.
Seguiré meditando con mi
compañera: La luna.
“Si
hay un contrincante al que debes vencer en una carrera de larga distancia, ése
no es otro que el tú de ayer” de Haruki Murakami
2 comentarios:
Venga que ya no queda nada!!!
A por ella¡¡¡, siempre en grupo entrenando que lujazo¡¡¡.
Un abrazo ilustre¡¡¡.
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