Todo reto necesita de una motivación y si esa es especial mucho mejor. Este sin duda puede ser mi mejor argumento y el que mejor puede ayudarme a fortalecer su mentalidad, a que se instale en ella ese puntito de sacrificio que aún le falta y sin duda necesario.
Hoy hemos puesto la primera piedra, Sonia ha empezado la cuenta atrás, ha empezado su particular vía crucis. El camino será duro, muy duro, y en muchas ocasiones cuesta arriba, pero el objetivo o quién sabe si objetivos, merecen la pena y ella lo sabe; pero Sonia también sabe que no va a ser fácil, o lo debería saber, y que va a necesitar mucha constancia y muchísima fuerza de voluntad.
Quizás la idea le rondase ya por su cabeza, o quizás emergiese mientras el sábado veía a los corredores sufrir con una sonrisa los repechos del Anglirú, pero lo cierto es que lo dijo, y lo dijo en alto “el próximo año subiré contigo”; así que llegados a este punto no me queda otra que asumir también mi reto, ayudarla a llegar a la cima.
Nada me agradaría más, bien lo sabe Dios, que compartir esa subida con ella; y poder acompañarla en otros retos que tiene en mente, como una maratón o la de cien kilómetros en veinticuatro horas, prueba que también quiere vivir conmigo.
Este camino que hoy hemos empezado, esta primera piedra, este bonito sueño puede tener un final feliz, pero para lograrlo solo hay una receta: trabajo y esfuerzo.
Hoy hemos puesto la primera piedra, Sonia ha empezado la cuenta atrás, ha empezado su particular vía crucis. El camino será duro, muy duro, y en muchas ocasiones cuesta arriba, pero el objetivo o quién sabe si objetivos, merecen la pena y ella lo sabe; pero Sonia también sabe que no va a ser fácil, o lo debería saber, y que va a necesitar mucha constancia y muchísima fuerza de voluntad.
Quizás la idea le rondase ya por su cabeza, o quizás emergiese mientras el sábado veía a los corredores sufrir con una sonrisa los repechos del Anglirú, pero lo cierto es que lo dijo, y lo dijo en alto “el próximo año subiré contigo”; así que llegados a este punto no me queda otra que asumir también mi reto, ayudarla a llegar a la cima.
Nada me agradaría más, bien lo sabe Dios, que compartir esa subida con ella; y poder acompañarla en otros retos que tiene en mente, como una maratón o la de cien kilómetros en veinticuatro horas, prueba que también quiere vivir conmigo.
Este camino que hoy hemos empezado, esta primera piedra, este bonito sueño puede tener un final feliz, pero para lograrlo solo hay una receta: trabajo y esfuerzo.
9 comentarios:
La verdad es que leyendo tu crónica del otro día de la subida al Anglirú, Sonia se enfrenta a un reto precioso y espectacular. Mucho ánimo. Y me quejo yo cuando corro por las cuestas de la Casa de Campo aquí en Madrid...
Deduzco pues que a las 18:00 habéis hecho cuestas...
Un abrazo
Compartir experiencias así con la familia es genial.
Ánimo a los dos con estos super-retos.
Te he visto tantas veces estos años asumir retos como estos que siempre soñé con poder vivirlos. Y resulta que hace un añito empezamos uno que nos llevó a la I Media Maratón de nuestra ciudad y de ahí, espero a otros como el Angliru, una maratón, los cien km... Ayer podría haber estado en mejores condiciones físicas, jeje. En las mentales me queda demostrarte (y demostrarme) que puedo y quiero. Por trabajo y esfuerzo que no quede. Allá vamos!
Un besín!
Mucha suerte Sonia.
Lo importante es el camino, el año de ilusión y preparación. Lo demás ya se verá.
AMEN! Bien dicho, esta entrada huele a ilusión, a ganas de trabajar y sufrir, y sobre todo, a ganas de disfrutar de este amado deporte. Si a eso unimos el lazo padre-hija no se puede pedir más.
Suerte a ambos, y que a esta primera piedra se sumen muchas más, tantas como para contruir una fortaleza.
Abrazos amigo.
Para enfrentarse a cualquier reto, tal y como se dice en varias de las respuestas a la entrada, es fundamental la ilusión. La ilusión por conseguirlo te lleva a añadir a la constancia y a la fuerza de voluntad ese puntito de más, que te ayuda a sobreponerse a los malos momentos e incluso a superar esas posibles dudas que a todos nos acechan cuando nos planteamos un señor reto, como los que te planteas tú, Sonia. Tú además juegas con ventaja, la sangre que algo ayuda, y tu padre, que curtido en mil y una batallas seguro que te aporta también ese puntito de más de su propia ilusión por compartir contigo esos retos.
Suerte a ambos, el camino es largo, duro, pero lo más importante es que se puede andar y conseguir llegar al final, y el premio de poder compartir esas emociones no tiene precio (lo que nos une, nos hace más fuertes).
Me alegro, ánimo para la campeona y ya sabes a ser buen maestro.
Jejeje... Ese día llévate un buen pañuelo, que te va a hacer falta. Ya le comenté a Sonia en su blog el caso de un gran amigo mío que compartió varios maratones con su hija y se le saltaban las lágrimas cada vez que hablábamos de ella. Mucha suerta para ambos.
Saludos. ;-)
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