A pesar de caminar (o correr) hacia el final de mi temporada; de estar entrenando con la mínima intensidad necesaria para afrontar con éxito las dos últimas carreras de la Copa Diputación, la de Peñacorada y la de Dragonte; a pesar de los pesares no cambio las costumbres y como es habitual en la semana post-carrera la dedico a recuperar el esfuerzo.
Empiezo con esa recuperación el lunes, aún con el fresco recuerdo de lo acontecido el fin de semana, el reencuentro con los amigos y la carrera hombro con hombro con mi hija. La Candamia, un rodaje fácil, suave, de apenas 33´. Lo suficiente para activar los músculos y estirar con las mejores garantías de cara a esa recuperación.
El miércoles, volví a calzarme de corto; 52´de correrías por los pinos, buscando una ruta accesible, huyendo de subidas y bajadas, ya tendré tiempo de cuestas cuando empieze a pensar en Dragonte, que no tardaré mucho en ello.
El jueves y viernes descanso. Triunfó la vagancia.
El sábado, vuelvo a hacer deporte, pero esta vez cambio radical, sustituyo las zapatillas de correr y los caminos por la pista y la raqueta de pádel. Es la segunda vez que juego y he de reconocer, y no me duelen prendas, que no tengo ni idea, aunque espero mejorar lo suficiente para poder ganar a quien me ha llevado a ello, mi hijo.
Y el domingo, la última salida de la semana, corta también, 35´con la lluvia por testigo (la primera mojadura del otoño), y antes de acudir a la presentación, en el colegio Peñacorada, de los nuevos integrantes del equipo y de su nueva equipación. Suerte a todos ellos en esta nueva andadura.
Y así termina la historia de una semana sin historia.
Empiezo con esa recuperación el lunes, aún con el fresco recuerdo de lo acontecido el fin de semana, el reencuentro con los amigos y la carrera hombro con hombro con mi hija. La Candamia, un rodaje fácil, suave, de apenas 33´. Lo suficiente para activar los músculos y estirar con las mejores garantías de cara a esa recuperación.
El miércoles, volví a calzarme de corto; 52´de correrías por los pinos, buscando una ruta accesible, huyendo de subidas y bajadas, ya tendré tiempo de cuestas cuando empieze a pensar en Dragonte, que no tardaré mucho en ello.
El jueves y viernes descanso. Triunfó la vagancia.
El sábado, vuelvo a hacer deporte, pero esta vez cambio radical, sustituyo las zapatillas de correr y los caminos por la pista y la raqueta de pádel. Es la segunda vez que juego y he de reconocer, y no me duelen prendas, que no tengo ni idea, aunque espero mejorar lo suficiente para poder ganar a quien me ha llevado a ello, mi hijo.
Y el domingo, la última salida de la semana, corta también, 35´con la lluvia por testigo (la primera mojadura del otoño), y antes de acudir a la presentación, en el colegio Peñacorada, de los nuevos integrantes del equipo y de su nueva equipación. Suerte a todos ellos en esta nueva andadura.
Y así termina la historia de una semana sin historia.
12 comentarios:
Una buena recuperación, como controlas los tiempos, eres todo un ejemplo.
Por lo menos alguien ha tenido ganas de salir, jeje. A ver si sigo tu ejemplo esta semana y hago un acondicionamiento mínimo para afrontar lo último que nos queda:P
Un beso!
Todas las semanas tienen historias. La tuya diría una semana regenerativa...Saludos
y suerte al equipo!!!
Tomarse unos dias de calma, siempre van bien.. para coger fuerza para nuevos retos.
Una semana de paz y relax no viene nada mal!!!, tu cuerpo lo habrá agradecido.
Un saludo
Quique
Fundamental tomarse una semana relajada para dejar respirar a las piernas y a la cabeza.
Un saludo
Estupenda recuperación, vas a llegar a esos dos últimos retos de maravilla! ánimo con el pádel, yo estoy enganchada aunque no juego todo lo que me gustaría. Un saludo
Buena recuperación yu a disfrutar de las carreras.
Saludos
vale, pero ya va siendo hora de contar nuevos retos...
Creo que el descanso es tan importante como el propio entrenamiento, ya que forma parte de este. Espero que vayan bien esas carreras.
¡Que grande Satur! Felicidades por este pedazo de temporada. Os dejé después del sueño de MAPOMA, y ya veo la continuación con tu querido Angliru y el broche de oro de Berlín. Da gusto leerte y sentir una envidia tan sana.
Ahora, a seguir aferrado a esas costumbres, que al fin y al cabo es lo que somos.
Un abrazo!
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