martes, 20 de octubre de 2015

XVII MEDIA MARATÓN VÍA DE LA PLATA: MI HISTORIA

Aún está oscuro, pero no llueve. Habrá que cruzar los dedos. El viaje hacia La Bañeza está lleno de anécdotas y sonrisas. Un despiste, un sueño, puede dar para mucho, y más si después me encuentro con mis amigos del Nunca correrás solo, y sus ganas de pasarlo bien. El día no puede empezar mejor. El dorsal, un café y pequeños trotes son los que me recuerdan que aquí, entre otras cosas, he venido a correr. Me acerco a la salida con todo pensado; será un test para algunos y carrera para otros.
Todo listo. Las calles se empapan con los primeros pasos. Una fina lluvia cae sobre nosotros, que así como viene se va. Sigo los pasos de mis compañeros. Tranquilidad y exigencia repartidas a partes iguales. Primeros kilómetros para ir cogiendo un ritmo que permita unir las dos intenciones.
Poco a poco dejamos las calles de La Bañeza y nos vamos adentrando en esa carretera, que ahora es de ida, pero que después será de vuelta. Me gusta ir con mis amigos. El ritmo, cuando llegamos al primer avituallamiento, se va acercando a lo previsto, falta salvar la pequeña cuesta para empezar a ser machacones en nuestras zancadas. Corro cómodo, y veo a mis acompañantes, Pedro, María Jesús y Lorenzo, que van bien. Voy delante, pero no sé si siguen mis pasos o yo los de ellos. Alcanzamos el kilómetro diez con una coordinación perfecta, y llevando un ritmo crucero estable. “Olvidaros del reloj”. “No penséis, solo correr”. Llegamos un poco tarde al jamón, y a estas alturas, entre risas, nos conformamos con el hueso, que al menos podríamos hacer  un buen caldo. Pensando en eso, en tonterías, los kilómetros parecen pasar más deprisa. No hace frío, que sino el caldo vendría de lujo.
foto cortesia: Uriel
El cansancio empieza a aparecer en el grupo. “Vamos chicos que ya lo tenemos chupado”. Ocho. Seis. “Ya no queda nada”. Volvemos a la carretera de vuelta. Pedro, debutante en la distancia, se queda, junto a él, de escudero,  Lorenzo. Su carrera empieza ahora. Yo sigo con mi test, junto a mi compañera, dando cuenta de cada kilómetro, viendo sensaciones y comprobando que todo va estando preparado. La larga recta, que a estas alturas de carrera, se hace más larga. La vía del tren; una  vía hoy muerta.  La Bañeza; la calle favorable. La proximidad de la meta lanza nuestras piernas. “El último esfuerzo. Bien. Genial”.
La recta. Los ánimos de Beatriz, Lucía, Ángeles, y Abe. “¿Abe?”. Sonrío en mi interior. “Hoy si me has sorprendido” pienso. Rápidos, cómodos, cruzamos la meta. Satisfecho con mi test. Satisfechos con la carrera.
Nos reciben los compañeros que nos precedían, Miguel y José Luis. Esperamos al resto del Equipo, Pedro, Lorenzo, José María. El día no ha hecho más que comenzar; y eso que llevamos día y kilómetros. Por delante, aún quedan buenos ratos por compartir.

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