Del 14 al 20 de marzo
67.330 metros los que he corrido
esta semana. Distancia más que suficiente para que el destino ayude a que entre
mi cuerpo y mi mente surja el amor.
Ahora estoy inmerso en el tramo
más duro y exigente de la preparación. Donde el entrenamiento me requiere un
esfuerzo extra. El cuerpo reacciona a las exigencias a las que mi mente le
somete. No se siente torturado, pero nota como la fatiga se va apoderando de
él. De momento lo acepta sin resignación, también es cierto que no le queda
otra.
Busco que mente y cuerpo se
encuentren, que lleguen a un entendimiento, que se quieran como si no hubiese
mañana. Que se alíen en el camino hacia la meta. Que los dos persigan el mismo
sueño.
De las cuatro salidas semanales,
procuro exprimirlo en un par de ellas, en las otras dos le dejo que corra y
disfrute un poco, e intento encontrar el equilibrio entre el entrenamiento y el
descanso. Los plazos, más o menos, se van cumpliendo.
“Un sueño no se convierte en realidad por arte de magia. Se convierte en
realidad con esfuerzo, determinación y trabajo duro” de Collin Powell.
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