Hoy toca disfrutar de una final de mi Aleti. No puedo hacerlo en la intimidad de mi casa, por eso de que una final del Atlético de Madrid no debe ser de interés general. Salgo con mi hijo, caminamos despacio, distrayendo nuestras cabezas, en busca de un tranquilo bar.
Empieza el partido. La confianza en los nuestros es total, aunque los comienzos no sean para ello, pero pronto todo cambia, un error, y gol. La historia se empieza a escribir en rojiblanco. Descanso, para los jugadores, y para nosotros.
Empieza el partido. La confianza en los nuestros es total, aunque los comienzos no sean para ello, pero pronto todo cambia, un error, y gol. La historia se empieza a escribir en rojiblanco. Descanso, para los jugadores, y para nosotros.
Echa a correr el
balón. La segunda parte pasa a ser nuestra, y con el equipo bien plantado,
presionando en campo del rival, llega un robo de balón, desmarques, el balón al
primer toque y gol. Sonrisas, amplias. Complicidad. Por delante tiempo para saborear.
La fiesta ya está instalada en el corazón, cuando llega otro latigazo, y otro
gol, el de Gabi, y con ello la entrada de Torres, del Niño. Pitido final. Y llega
el momento de levantar la Copa: Llega su momento, y el de todos los que
sentimos estos colores como nuestros, los jugadores agrupados, con sus medallas
al cuello, El Niño en el centro, Gabi coge la Copa y se mete entre ellos, se
acerca a Fernando que espera, y a la limón la levantan al Cielo del mundo. El Niño, y todos
nuestros niños, ya tienen su Copa.
Hoy, los niños de Aleti, los
pequeños y los grandes, si saben porque son del Aleti.
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