jueves, 26 de julio de 2018

VII Carrera 10 km Villa de Cistierna: Bajo la luna


Historia de noches. Historias de lunas. Con el frontal en mi frente, aún apagado, espero el momento del ¡ya!; el momento de correr la noche. Arrancamos deprisa, o empiezan deprisa, sin querer me llevan por las calles de Cistierna, hasta dejar el asfalto, y entrar a correr el camino de esa vieja vía de tren, ahora abandonada, donde la carrera se enfila en paralelo. Con la mirada al suelo, fija en esos pasos que me preceden, que me esfuerzo en seguir, antes de que la cosa se empiece a complicar y tenga que dejar que se vayan. No tarda mucho, y ceso el esfuerzo de seguir pasos, para esforzarme en subir la rampa que ante mi se muestra, buscando distracciones en el paisaje que aún se deja ver. Superada esta primera rampa, después vienen sucesivos y cómodos “subir y bajar”. La penumbra se va adueñando de todo, aunque me resisto a encender el frontal. “Un poco más”. Y así pasan los kilómetros, hasta que llega el kilómetro 5, el avituallamiento, el de tomar dos sorbos a mi botella de agua, el de mirar la cuesta, el de ver la luna, por primera vez, en el cielo, entre los pinos, el de dar el botón que ilumine mi camino. Casi todo al mismo tiempo. La penumbra se va adueñando del entorno. Ahora empiezo a correr entre sombras, unas sombras a las que mis ojos se va acostumbrando, y que inconscientemente exige más precaución a mis pasos; a mantener distraídamente diálogos con esa luna. Con cuidado corro los últimos metros de bosque, tomo ese último giro, en el que la senda desciende bruscamente ante la voz de alerta del voluntario, y que no impide el resbalón, culo al suelo, y entro de en las calles, “en esa civilización que un día sacó nuestras risas”. El ritmo se hace más rápido, en busca de recuperar lo que ya es irrecuperable. Corro y vuelvo a salir, dejo atrás el centro, para adentrarme por calles solitarias, poco iluminadas; giros y más giros, despistado y sin saber por donde ando; el paso bajo un puente, primero bajando y después subiendo, “esto me suena”; una larga calle, “la meta esta cerca”; giro a la izquierda y por fin el arco de meta, cruzó su línea. Apago mi frontal. Sigue la noche bajo la luz de la luna.


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