Historia de noches. Historias de lunas. Con el frontal en mi frente, aún apagado, espero el
momento del ¡ya!; el momento de correr la noche. Arrancamos deprisa, o empiezan
deprisa, sin querer me llevan por las calles de Cistierna, hasta dejar el
asfalto, y entrar a correr el camino de esa vieja vía de tren, ahora
abandonada, donde la carrera se enfila en paralelo. Con la mirada al suelo, fija
en esos pasos que me preceden, que me esfuerzo en seguir, antes de que la cosa
se empiece a complicar y tenga que dejar que se vayan. No tarda mucho, y ceso el
esfuerzo de seguir pasos, para esforzarme en subir la rampa que ante mi se
muestra, buscando distracciones en el paisaje que aún se deja ver. Superada
esta primera rampa, después vienen sucesivos y cómodos “subir y bajar”. La penumbra se va adueñando de todo, aunque me
resisto a encender el frontal. “Un poco
más”. Y así pasan los kilómetros, hasta que llega el kilómetro 5, el
avituallamiento, el de tomar dos sorbos a mi botella de agua, el de mirar la
cuesta, el de ver la luna, por primera vez, en el cielo, entre los pinos, el de
dar el botón que ilumine mi camino. Casi todo al mismo tiempo. La penumbra se
va adueñando del entorno. Ahora empiezo a correr entre sombras, unas sombras a
las que mis ojos se va acostumbrando, y que inconscientemente exige más
precaución a mis pasos; a mantener distraídamente diálogos con esa luna. Con
cuidado corro los últimos metros de bosque, tomo ese último giro, en el que la
senda desciende bruscamente ante la voz de alerta del voluntario, y que no
impide el resbalón, culo al suelo, y entro de en las calles, “en esa civilización que un día sacó
nuestras risas”. El ritmo se hace más rápido, en busca de recuperar lo que
ya es irrecuperable. Corro y vuelvo a salir, dejo atrás el centro, para
adentrarme por calles solitarias, poco iluminadas; giros y más giros,
despistado y sin saber por donde ando; el paso bajo un puente, primero bajando
y después subiendo, “esto me suena”;
una larga calle, “la meta esta cerca”;
giro a la izquierda y por fin el arco de meta, cruzó su línea. Apago mi frontal.
Sigue la noche bajo la luz de la luna.
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