El domingo se corre el Maratón de Madrid y no voy a
estar allí. Esta semana debería estar pendiente de dolores imaginarios,
preocupado por esto y por aquello, tenso y nervioso, como lo he estado durante
los últimos doce años. Pero en mi no se atisba ninguna de esas sensaciones, por
el contrario me encuentro raro, entristecido. Siento envidia.
Cuando el año pasado, allá por el mes de octubre,
decidí correr los 101 Peregrinos no tenía ninguna intención de renunciar a
Mapoma. Una semana es lo separaba ambos retos pero aún así haría las dos.
Primero el maratón y después los 101. La mentalización había empezado. Podría
con ello.
La idea, la mía, era correr Mapoma con mi amigo Abe,
tranquilo, a su ritmo, y siete días después irme a por los 101. Pero durante
los días que pasé con él en Málaga, donde corrimos su maratón, me comentó que
no correría Madrid y que por el momento se apartaba de los 42195 metros.
He de reconocer que fue un contratiempo, pero aún
así por mi cabeza no pasó abandonar la idea, la mía, aunque está tendría que
ser modificada.
Quedaba mucho tiempo pero este ha pasado muy deprisa
y ahora me doy cuenta de que siempre ha ido en mi contra.
Sin saberlo en Málaga empecé a jugar al tres en
raya. Las reglas serían diferentes. Para empezar solo habría un jugador, yo.
Solo tres fichas, las mías. Y solo cinco, o seis jugadores, como mucho,
tendrían derecho a moverlas.
La primera ficha fue colocada en el centro del
tablero por mi amigo Abe. La lógica dice que ahí iría la primera. Había tiempo.
La segunda ficha la colocaron en la parte superior
derecha, y lo hizo sin saberlo, mi hijo. Fue por Navidad. Seguía habiendo
tiempo.
Ya tenía dos fichas en el tablero; faltaba la
tercera. Todo era cuestión de esperar el momento.
Pero el tiempo fue pasando, y como dije antes ahora
sé que en mi contra, y la última ficha se quedo sin colocar. Yo no hice nada y quienes
pudieron haberlo hecho tampoco. Nunca dijeron lo que yo quería oír. Callaron y
escucharon. Nunca me dieron ese último empujón. Fueron prudentes y con ello me
obligaron a mí a serlo también.
Y pasó el tiempo, y llega el domingo, y se acerca
Mapoma, y sé que mis pasos no correrán esos 42195 metros mágicos, pero también
sé que nada podrá evitar que mi corazón si esté en la quedada de Cibeles, y en
línea de salida de Colón, y que sufra esa Casa de Campo, y que os acompañe en
cada metro hacía la meta. Os espero a todos en el Retiro. Mucha Suerte.
3 comentarios:
Satur, una pena que no estés con nosotros este año, pero tú mejor que nadie sabe como se gestiona esto.
Desde luego estaremos contando contigo, aunque este año la salida es en Cibeles con el cambio de recorrido.
No se si andaré por Ponferrada cuando los Peregrinos, pero si estoy intentaré buscarte.
Aunque no estés, te llevaremos con nosotros. A un clásico, nunca se le olvida. La ficha la tienes que poner, para completar el castro, eso si, cuando lo creas oportuno. Un abrazo Satur. A de la Mata.
Satur,una pena que no participes este año en Mapoma, espero verte por el retiro. Un saludo
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