“IM PRE SIO NAN TE” repetía una y otra vez Alicia. Y
si, era impresionante, ver la marea naranja del “Nunca correrás solo” trotando
por las calles de Trobajo del Camino. Hoy, acudíamos a una cita especial, pero
para llegar a ella antes teníamos que correr los 10 km de San Andrés.
Trotes, fotos, presentaciones y risas, y las golosinas del "Bazoka", y más trotes, para ir acercándome ante la línea de salida, junto a mis compañeros. Me coloco en la parte trasera, sin saber muy bien que planteamiento de carrera voy a hacer; pensando en la tirada larga que había hecho el viernes, y en si hoy me iba a pasar factura o no. Sin sobresaltos, con la cuenta atrás, 5-4-3-2-1-ya, empieza la carrera. Pronto, demasiado pronto, y sin darme cuenta fijo la estrategia: lo voy a dar todo. Me marco un ritmo exigente, para lo que es habitual en mí, y “hasta que el cuerpo aguante”. En ese luchar, y en esas exigencias, alcanzo a Alicia, con la que empiezo a compartir zancadas. Los dos primeros kilómetros pasan rápidos, y han sido suficientes para engrasar la maquinaría, antes de enfrentarnos a la corta, pero exigente cuesta. Regulamos en el esfuerzo, sabedores de que el terreno después es favorable; un último empuje a nuestras piernas, último suspiro, y a correr por el irregular camino. Voy bien, vamos bien, aunque yo no puedo ir más deprisa. Mis piernas no dan para más, y agradecen la bajada que me lleva a las calles de Villavalter. Avituallamiento, dos sorbos de agua, y a seguir trabajando el ritmo. Otra vez abandonamos el asfalto y otra vez al camino; irregular, pedregoso, entre pinos, sorteando charcos; sorteando el cansancio. La vía nos acompaña en los últimos metros, antes de volver otra vez a la civilización, esa a la que tanto le gusta regresar a mi compañera. “Vamos, esto ya está chupado”. Queda menos de un kilómetro y no se puede perder lo que se ha ido ganando. Ahora si hay que darlo todo. A lo lejos una silueta, una cámara, un clic, una foto, una voz de aliento. “Vamos, último repecho, y estamos”. El último giro a la izquierda, el que nos deja ante la meta, el último esfuerzo, la última zancada, para traspasar el arco de meta. Alegría y felicitación. Volvemos al encuentro, para poco a poco ir formando, otra vez, la marea naranja. Se acabaron los 10 km de San Andrés.
Trotes, fotos, presentaciones y risas, y las golosinas del "Bazoka", y más trotes, para ir acercándome ante la línea de salida, junto a mis compañeros. Me coloco en la parte trasera, sin saber muy bien que planteamiento de carrera voy a hacer; pensando en la tirada larga que había hecho el viernes, y en si hoy me iba a pasar factura o no. Sin sobresaltos, con la cuenta atrás, 5-4-3-2-1-ya, empieza la carrera. Pronto, demasiado pronto, y sin darme cuenta fijo la estrategia: lo voy a dar todo. Me marco un ritmo exigente, para lo que es habitual en mí, y “hasta que el cuerpo aguante”. En ese luchar, y en esas exigencias, alcanzo a Alicia, con la que empiezo a compartir zancadas. Los dos primeros kilómetros pasan rápidos, y han sido suficientes para engrasar la maquinaría, antes de enfrentarnos a la corta, pero exigente cuesta. Regulamos en el esfuerzo, sabedores de que el terreno después es favorable; un último empuje a nuestras piernas, último suspiro, y a correr por el irregular camino. Voy bien, vamos bien, aunque yo no puedo ir más deprisa. Mis piernas no dan para más, y agradecen la bajada que me lleva a las calles de Villavalter. Avituallamiento, dos sorbos de agua, y a seguir trabajando el ritmo. Otra vez abandonamos el asfalto y otra vez al camino; irregular, pedregoso, entre pinos, sorteando charcos; sorteando el cansancio. La vía nos acompaña en los últimos metros, antes de volver otra vez a la civilización, esa a la que tanto le gusta regresar a mi compañera. “Vamos, esto ya está chupado”. Queda menos de un kilómetro y no se puede perder lo que se ha ido ganando. Ahora si hay que darlo todo. A lo lejos una silueta, una cámara, un clic, una foto, una voz de aliento. “Vamos, último repecho, y estamos”. El último giro a la izquierda, el que nos deja ante la meta, el último esfuerzo, la última zancada, para traspasar el arco de meta. Alegría y felicitación. Volvemos al encuentro, para poco a poco ir formando, otra vez, la marea naranja. Se acabaron los 10 km de San Andrés.
Pero no se ha terminado la historia. Hoy habíamos ido
para ser amigos y solidarios, para correr los 3km Solidarios de San Juan de
Dios.
Y así, como habíamos llegado, la marea naranja del “Nunca
correrás solo” empezó a correr. Todos juntos, riendo y charlando por la larga
subida, y charlando y riendo por la larga bajada.
Y si, no fueron tres, que
fueron cuatro kilómetros, pero fuimos amigos y solidarios. Amigos de María Jesús y solidarios con San Juan de Dios.
Gracias compañeros, me he sentido orgulloso de vosotros.
1 comentario:
Desde luego que fuisteis una marea naranja, practicamente erais el 10% de todos los participantes, se dice pronto...buen entrenamiento de calidad que te metiste, buena competicion, a veces tambien es divertido exprimirse aunque no lo sea en el momento de hacerlo.Estas muy en forma, pinta todo muy bien para la maraton, mucha suerte¡¡¡.
Un abrazo.
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