Una de
las semanas más exigentes del plan, quizás la más exigente, al menos para mí,
ha finalizado. “Lo peor ya ha pasado” es el pensamiento, que se escapa, delante
de ese café compartido.
Es la
sensación que he ido acumulando durante todos los entrenamientos de la semana,
que lo peor estaba pasando, y la que me deja el entrenamiento del domingo, el
de la tirada muy larga, y en el que conté con su gran ayuda, quien me dio la
vida necesaria en esos últimos kilómetros.
Semana
de meditaciones y reflexiones; de ver el futuro inmediato (si es que es
posible), o al menos de intuirlo. Con el transcurso de los días he intentado ir
sacando conclusiones. En otras circunstancias me sería fácil, pero en esta
ocasión me resulta complicado. Las sensaciones, siento que no han sido malas,
pero el saber que voy corto físicamente, y el sentirme mentalmente débil, no me
deja ver el final con claridad.
El
trabajo prácticamente está hecho, y en las tres semanas que quedan por delante
poco ya puedo mejorar, así que trataré de no perder pierna, y de ir ganando
cabeza. De momento, y siguiendo el consejo de Yann Martel, voy dando cuerda al
reloj, que tiempo me sobra.
“Recuerde que el tiempo es distancia. No se olvide de
darle cuerda a su reloj” de Yann Martel.
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